Un privilegiado balcón hacia los jardines
La Galería del Grutesco del Real Alcázar se reabrió ayer al público después de varios meses de restauración Sus 160 metros de longitud permiten una visión elevada y completa del conjunto
Suena la música del órgano hidráulico de la Fuente de la Fama cuando los primeros visitantes del Real Alcázar se aproximan al Estanque de Mercurio. Los operarios que trabajan en el cuidado de los jardines andan con sus herramientas de un lado para otro mientras dos técnicos trabajan a la entrada de los Baños de Doña María de Padilla en su restauración. En la cafetería también se preparan para atender a los primeros visitantes. Son las diez de la mañana. Todavía no hay grandes colas. Hace apenas media hora que el conjunto palaciego ha abierto sus puertas en esta semana de agosto en la que reestrena uno de sus grandes atractivos: la Galería del Grutesco. Después de varios meses de restauración, ya se puede disfrutar de sus 160 metros de extensión.
El gran chorro de agua que cae al Estanque de Mercurio llama la atención de los turistas que llegan por el Jardín de la Danza. La mirada se dirige rápidamente hacia esa galería de piedra de formas bizarras que a buen seguro habrá llamado la atención de los productores de Juego de Tronos. Tras las oportunas fotos a la fuente y a la cascada que la alimenta, una familia americana se acerca a la escalera de doce peldaños que da acceso a la galería. "It's very nice", afirman cuando se les pregunta por el espacio al que están a punto de acceder. El público a esta hora de la mañana lo conforman, principalmente, americanos, japoneses, italianos y franceses. Hay poco turista nacional.
La Galería del Grutesco es uno de los espacios más importantes de los jardines del Real Alcázar. Para su construcción se aprovechó un antiguo lienzo de la muralla almohade del siglo XII levantado como defensa interior del monumento y para resguardarlo de las crecidas del arroyo Tagarete que discurría por las inmediaciones. Fue el arquitecto milanés Vermondo Resta, conservador del Alcázar entre 1603 y 1625, quien en 1612 acometió su transformación en mirador de los jardines. Desde su privilegiada altura se alcanza a comprobar la verdadera dimensión de las zonas verdes del monumento: al este, el Jardín del Retiro y el Jardín de los Poetas; al oeste, el Jardín de las Damas, con la Fuente de Neptuno, la Fuente de la Fama, el Pabellón de Carlos V y el Cenador del León; al sur, el Jardín Inglés y el laberinto; al norte, la Puerta de Marchena y el Patio del Chorrón. Todo está en perfecto estado para recibir a los visitantes. Desde la galería también asoman los bloques de pisos de Menéndez Pelayo y la quietud permite escuchar la campana del Metrocentro.
Poco a poco, los turistas van adentrándose en la logia manierista que une las dos zonas de jardines. Dos turistas japonesas con el mismo vestido toman fotos de la fachada oeste, la realizada de manera rústica con piedras ostioneras (que simulan rocas marinas) y conchas que fueron traídas expresamente de la zona de Cádiz. De ellas, la galería toma su nombre. El acceso al mirador, por el que también se sale, es estrecho. Una pareja de valencianos consigue subir esquivando a un grupo de italianos que buscan la Puerta de Marchena. "Hemos visto que al final hay un escenario y unas sillas. ¿Hay teatro o algún concierto? Cada noche, hasta mediados de septiembre, se celebra el ciclo de música Noches del Alcázar en el Jardín del Cenador de la Alcoba.
Para reabrir la Galería del Grutesco el Ayuntamiento ha invertido cerca de 400.000 euros. Falta por ver si el piso superior, que era una de las cuestiones que se tenían que dilucidar tras la restauración de los forjados, será finalmente abierto al público. Ayer, las cancelas que conducen a este segundo nivel se encontraban cerradas. Tampoco los operarios supieron responder si en un futuro se podrán visitar.
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