Uno de los primeros bomberos sevillanos en llegar a Catarroja: "Era una zona de guerra apocalíptica"

Manuel Blanco Fernández, mando del Consorcio Provincial de Bomberos: "Estamos intentando que el Centro de Salud sea operativo"

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Bomberos del Consorcio Provincial de Sevilla en Catarroja / M. G.

Manuel Blanco Fernández tiene experiencia en operativos de catástrofes y asegura que en sus 30 años afrontado este tipo de situaciones como bombero no ha visto nada como esta "zona de guerra de apocalíptica", cuenta mientras aún tiene el barro de Catarroja en sus botas. "Estoy pensando dejar que se caiga solo porque lo vivido allí esos días ha sido para recordarlo siempre", asegura. "Es lo más grande que he visto en cuanto a desastres"

El equipo de los nueve bomberos del Consorcio Provincial con el que iba Manuel Blanco salió el pasado 31 de octubre hacia Requena. "Cuando llegamos cerca de Valencia, en la madrugada del jueves al viernes, parecía un escenario de película de desastre, con todos los coches abandonados y teniendo que zigzaguear por la carretera, evitando los vehículos amontonados". Una vez allí, vieron con los bomberos del Consorcio que el centro neurálgico estaba en Catarroja y establecieron un Puesto de Mando Avanzado donde ahora han llegado los 14 bomberos del Consorcio Provincial que han tomado el relevo.

El trabajo ha sido en la avenida principal del municipio, en el número 60 de la Rambleta. "No se me va a olvidar en la vida esta dirección". En concreto estuvieron trabajando en la búsqueda de un desaparecido. "El hermano vio cómo entraba en el garaje que ahora estaba completamente inundado y teníamos que achicar el agua con las bombas. Pero también hemo realizado numerosas aperturas viviendas, negocios, y hemos empezado a preparar el Centro de Salud para que vuelva a ser operativo", explicó Blanco.

Una de las primeras acciones que realizaron en el municipio fue despejar la avenida principal para que la maquinaria pudiera pasar para el resto del pueblo. "La fuerza de la riada había amontonado los coches en dos o tres alturas. Si te asomabas desde el primer piso, tenías coches al alcance de la mano", afirma.

Manuel Blanco con otro compañero en el parking de Catarroja. / M. G.

"La primera marea fue de agua y la segunda, de solidaridad", sentencia Blanco. Hacía dos días que había sucedido el desastre y había numerosos grupos de jóvenes con la pala en mano que acudían en pandillas de cuatro o cinco personas a limpiar. "Me decían que sus casas no habían sido dañadas y venían a ayudar", recuerda. En esta avanzadilla iban nueve bomberos y una flota de tres vehículos: una autobomba rural pesada, una unidad especial de emergencias y una unidad de mando de jefatura.

En Catarroja no hay alumbrado público y cuando cae la noche no hay un alma en la calle, en muchas ocasiones solo los bomberos achicando agua. "Los primeros días es verdad que había llegado poca ayuda. Entendemos la indignación, no se puede justificar la violencia, pero la desesperación es total", advierte.

Manuel Blanco Fernández llegó ayer de Valencia y aún recuerda el aplauso de los vecinos en la oscuridad de la noche. "Los vecinos estaban a una con nosotros. Allí no había agua ni comida salvo la que cada uno tenía en su casa de antes de la DANA. Al segundo día de estar allí vino un hombre que había conseguido barras de pan y Eva, la señora de Catarroja que estaba siempre con nosotros, dijo que primero íbamos a comer nosotros que llevábamos todo el día trabajando. Nos negamos, pero insistieron. Dan lo poco que tienen y nadie rechistaba". Manuel Blanco asegura que aún resuenan en su cabeza los aplausos de los vecinos la noche en la que se iban. Un gesto que emocionó a todos los bomberos de la provincia. No solo han limpiado barro, abierto puertas o achicado agua, también han ofrecido su abrazo en el momento más necesario.

Un trabajo que desde el lunes sigue la segunda tanda de bomberos del Consorcio, que salieron a las cinco de la mañana. Son 14 efectivos en cinco vehículos: dos furgones de servicios varios y tres unidades de jefatura de mandos.

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