La primera mujer sevillana empoderada vivió hace 5.000 años
Hallazgo arqueológico
Investigadores de la US emplean una técnica pionera para descubrir el sexo de la persona enterrada en una tumba de la Edad del Cobre
El yacimiento se encuentra en Castilleja de Guzmán
Alertan de la acumulación de basura y escombros en el tholos de Montelirio
Una lideresa que rompió el techo de cristal hace 5.000 años en Sevilla. Se trata de la Señora del Marfil, el nombre otorgado a la mujer de la Edad del Cobre hallada en el término municipal de Castilleja de Guzmán y de la que recientemente se ha averiguado que fue una persona muy influyente de aquella época. Para ello, investigadores de la Hispalense han empleado una técnica muy novedosa, ideada en Austria y basada en el esmalte de los dientes. Es la primera vez que se aplica en España.
Los resultados del estudio, publicados en la prestigiosa revista Scientific Reports (del grupo Nature), han tenido gran repercusión internacional. Los miembros del equipo de la Universidad de Sevilla (US) que se ha hecho cargo de la investigación han salido en las portadas de las ediciones digitales de la CNN, la BBC o en agencias como Reuters, Associates Press y France Press. Un eco mediático que contrasta con el aspecto que presenta la zona donde se encuentra la mencionada tumba, oculta bajo tierra después de que en 2008 acabaran las excavaciones.
Los investigadores de la US comenzaron a analizar el hallazgo arqueológico en 2011. El grupo está liderado por Leonardo García Sanjuán, catedrático de Prehistoria en la Hispalense. Este experto lleva 20 años estudiando los grandes sitios prehistóricos andaluces: Antequera y la extensa zona comprendida entre Valencina de la Concepción y Castilleja de Guzmán. Esta última, situada en pleno Aljarafe, la componen 450 hectáreas, una extensión similar -en palabras de García Sanjuán- a 900 campos de fútbol. "Se trata del yacimiento del III milenio antes de Cristo más grande de la Península Ibérica y uno de los mayores de Europa occidental", indica el catedrático de la US.
"Sociedades complejas tempranas"
En esta zona arqueológica, declarada Bien de Interés Cultural (BIC) -aunque ningún cartel lo advierta-, se encuentra la tumba de la Señora del Marfil, perteneciente a la Edad del Cobre. García Sanjuán incide en que se trata de una época (entre 3.200 y 2.300 años antes de Cristo) en la que, en sentido estricto, no se puede hablar de civilizaciones, al no existir aún ciudades ni un concepto de Estado. Son "sociedades complejas tempranas".
"Es una era de muchas transformaciones sociales en el Mediterráneo", refiere este experto, que abunda en que, a diferencia de una civilización, en aquellas sociedades de la Edad del Cobre no hay reyes (o soberano similar), sino líderes. La diferencia entre ambos es que en el caso del primero se trata de un cargo heredado, que pasa de padres a hijos, mientras que en el segundo se logra por méritos propios, como carisma, destreza o buena gestión.
De esta época apenas se tienen datos del papel político que ostentaron las mujeres en esas sociedades, ya que la arqueología no ha conseguido, hasta el momento, definirlo de manera precisa, de ahí que el descubrimiento logrado con la investigación de la Señora del Marfil acapare tanto interés. "El resultado conecta con las visiones actuales sobre el avance de la mujer en la sociedad", señala el catedrático.
La excavación de 2008
La referida tumba se excavó hace 15 años. En los trabajos se halló un corredor (formado por muros de pizarra, traída de algún lugar de Sierra Morena o de Aznalcóllar, la localidad más cercana con este material) y dos cámaras de dimensiones similares. Una se encontraba vacía, mientras en la otra apareció un esqueleto humano rodeado de elementos presentados como ofrendas funerarias. Entre ellos se incluía un puñal con empuñadura decorada con un pomo de ámbar y un gran colmillo de marfil, procedente de un elefante africano, que rodeaba la cabeza de la difunta. El marfil también estaba presente en piezas de menor tamaño, que han acabado por darle nombre a esta lideresa con 5.000 años de antigüedad.
Los primeros estudios que se hicieron del esqueleto apuntaban a que se trataba de un probable varón. Una hipótesis poco sólida, en tanto que los huesos estaban muy fracturados y la pelvis (que en la edad madura sí distingue entre hombre y mujer) también apareció en malas condiciones. La morfología del cráneo era lo único que sirvió para pensar que la persona allí enterrada era un hombre, conclusión no demasiado fiable.
En el esmalte de los dientes
El grupo de investigadores de la US tuvo conocimiento de una nueva técnica desarrollada en la Universidad de Viena para identificar el sexo en restos humanos con tanta antigüedad. Se basa en el análisis de los pétptidos (moléculas) en el esmalte dental. Fue Marta Cintas Peña, profesora del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Hispalense, especializada en estudiar el papel de la mujer en las primeras sociedades, la que se puso en contacto con los expertos austriacos.
Hasta el corazón de Europa acudió Raquel Montero Artus, otra integrante del grupo de investigación, quien trasladó un molar de la persona difunta hallada en la tumba de Castilleja de Guzmán para descifrar si era de sexo masculino o femenino. Y ahí llegó la sorpresa. El análisis detectó la presencia de un gen propio del cromosoma X. Se trataba de una mujer. Y de una mujer con mucho poder social. Una empoderada de la época.
A esta segunda conclusión se llega por los objetos funerarios que rodeaban su cuerpo y también por la contextualización de su tumba, a 80 metros del Tholos de Montelirio. Este enterramiento se descubrió en 2007 y, según García Sanjuán, constituye "una ventana para conocer la Edad del Cobre, como en su día ocurrió con la tumba de Tutankamon y la civilización egipcia". Esta "catedral funeraria" la componen un corredor y dos cámaras de distintos tamaños. La más pequeña está destrozada (fue expoliada seguramente por los romanos), mientras que la segunda se conserva en buen estado. En ella aparecieron 20 esqueletos humanos, de los que 15 corresponden a mujeres.
Tanto ellas como la Señora del Marfil (cuya tumba es anterior a la de Montelirio) guardan un rasgo en común: el alto nivel de mercurio en los huesos, un metal que contiene el cinabrio, empleado como pigmento en la decoración y del que han aparecido restos tanto en el enterramiento de la lideresa de 5.000 años como en Montelirio. Su alta presencia en los esqueletos hace pensar que el mercurio fue inhalado o consumido por las difuntas en prácticas mágicas o rituales, debido a los efectos que acarrea: convulsiones, espasmos y pérdida de consciencia. Por tanto, se trataría de personas con un papel muy relevante en aquellas sociedades, similar al de una sacerdotisa, figura que ostentaba entonces gran poder de influencia.
Otras estructuras funerarias
También hay otro aspecto a destacar en el caso de la Señora del Marfil. En el entorno han aparecido 134 estructuras funerarias que guardan una separación con su tumba de 25 metros. Dicha distancia puede interpretarse como símbolo de respeto a una persona que ejerció la supremacía. Supondría, por tanto, una representante de las primeras élites pre-estatales que surgieron hace cinco milenios. Un fenómeno muy interesante que se produce, además, en una zona que puede considerarse como el germen de la Sevilla actual, ocupada entonces por un golfo marino.
"La zona arqueológica comprendida entre Valencina y Castilleja de Guzmán era el Manhattan de la Edad del Cobre, pues se encontraba situada encima de un golfo que unía Europa con África y el Mediterráneo con el Atlántico", comenta García Sanjuán. Como ejemplo de la relevancia prehistórica de esta cornisa del Aljarafe sirvan los materiales hallados en las tumbas mencionadas: ámbar, marfiles de elefantes africanos y asiáticos y hasta una lámina de oro decorada con motivos oculados, la máxima divinidad de la época.
Sin señales y con escombros
Esta importancia, sin embargo, queda anulada a la vista de quien se acerque a la zona donde se encuentra el Tholos de Montelirio y la tumba de la Señora del Marfil. El terreno está rodeado con una valla desvencijada y oxidada que es fácilmente penetrable. Los monumentos se encuentran actualmente cubiertos de tierra de forma precaria, ya que tras su excavación la Junta de Andalucía no propuso ningún proyecto de conservación. Ni siquiera un cartel alerta de que es una zona arqueológica con catalogación de BIC, otorgada en 2010.
A ello hay que añadir el gran volumen de escombros de obras y basuras que se acumulan a pocos metros del Tholos de Montelirio y que, pese a los ruegos realizados al Ayuntamiento de Castilleja de Guzmán, no se han recogido. Un yacimiento más valorado a escala internacional que por las administraciones implicadas en su conservación.
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