El primer 'restaurant' de Sevilla

El Rastro de la Historia

El Pasaje de Oriente, fundado en el siglo XIX, fue el negocio por el que se introdujo en Sevilla la cocina francesa y la restauración moderna

El Pasaje de Oriente, en la calle Albareda, 22.
El Pasaje de Oriente, en la calle Albareda, 22. / DS
Silverio

19 de junio 2024 - 05:00

La antropóloga y especialista en gastronomía Isabel González-Turmo ha señalado alguna vez a El Pasaje de Oriente como el primer restaurante de la historia de Sevilla. Es evidente, que desde muchos siglos atrás, en la ciudad existían fondas, mesones y figones de distintas categorías en los que se podía comer y beber (como los del siglo XVI estudiados en profundidad por la doctora en Arquitectura María Núñez González), pero El Pasaje de Oriente fue el primer restaurant en el sentido moderno de la palabra, siguiendo la moda fijada por Francia y, más concretamente, por el negocio pionero de este estilo en España, Lhardy, fundado en Madrid en 1839 por Emilio Huguenin Lhardy.

Aunque las fuentes consultadas no señalan la fecha concreta de su fundación, sí sabemos que El Pasaje de Oriente nació en el segundo tercio del siglo XIX. Concretamente en la calle Sierpes 76, con trasera en Jovellanos 5 Manteros, 3 (lo que hoy sería Sierpes 64, Jovellanos 5 y General Polavieja 1-3). Desde sus inicios el restaurante se convirtió en un lugar de refrencia de la ciudad y sus muros acogieron hitos de importancia como la fundación del Sevilla F. C., el 14 de octubre de 1905. También multitud de banquetes de homenajes a políticos, escritores y artistas (Eduardo Dato, Salinas, Juan de la Cierva, etcétera), algo que era muy común a finales del XIX y principios del XX. De El Pasaje de Oriente llamaba la atención no solo sus menús a la francesa y su bodega internacional, sino también el esmero del servicio y lo selecto del menaje, la cristalería y la mantelería. Al igual que Lhardy en Madrid pronto se convirtió en uno de los lugares favoritos de la burguesía sevillana.

Un momento muy importante en la historia de El Pasaje de Oriente fue su traslado en 1914 a la calle Albareda, 22, a un edificio de nueva construcción que fue encargado al prestigioso arquitecto jerezano Francisco Hernández-Rubio y Gómez, profesional de moda en aquellos años y autor de edificios como la Casa Sundheim (en la Palmera) o Villa Pepita (en Nervión). Hernández-Rubio diseñó un edificio de estilo modernista con influencias de la Secesión vienesa, su fachada de piedra con motivos florales y sus grandes salones le dieron este negocio la prestancia que requería. Por desgracia, como ocurrió con otros edificios de gran valor histórico-artístico, El Pasaje de Oriente fue derribado en la década de los 70 tras años de abandono. En su lugar hoy podemos ver el rutinario edificio que acoge unas dependencias de Hacienda y el parking público de la calle Albareda.

Para muchos de los investigadores, como Juan José Cabrero, la edad dorada de El Pasaje de Oriente fue a partir de 1918, cuando Paul Busquet y Ribes cogió su traspaso. En una publicidad del negocio de esa época se advierte que El Pasaje de Oriente, además de restaurant, se había convertido en muchas cosas más: cátering (el primero de Sevilla), tienda gourmet, heladería, pastelería, charcuterie, rôtisserie (algo así como el shoarma de hoy en día)... "Servicios para banquetes, lunchs, refrescos y comidas a domicilio y provincias", reza el anuncio, que también presume de algunas de sus exquisiteces: "cervezas del país y del extranjero", "café de Puerto Rico", "té de Ceylan", "champán de los más afamados", "helados todo el año y a todas horas", "quesos helados", "caramelos de los Alpes", "pastas finas" y un largo etcétera. Además se ofrecen un salón de fiestas para 300 personas y numerosos reservados familiares. Era tanta la fama de El Pasaje de Oriente que montó una gran sucursal en el recinto de la Exposición Iberoamericana de 1929 mientras esta se desarrolló.

Como curiosidad El Pasaje de Oriente acogió, el 10 de febrero, la reunión en la que los hermanos mayores de las cofradías de Sevilla decidieron no salir a la calle en la Semana Santa de 1932, tras los violentos ataques que había sufrido la Iglesia con el advenimiento de la II República.

En la misma década de los años 30 El Pasaje de Oriente cerraría sus puertas poniendo punto y final a una de las etapas más brillantes de la gastronomía en Sevilla.

stats