"Siempre voy a llevar una mascarilla en el bolsillo"

Fin al uso obligatorio de mascarillas en Sevilla

El fin de la obligatoriedad del uso de mascarillas en interiores divide a los sevillanos en el primer día de aplicación de la norma

La mayoría de negocios mantienen la protección en sus empleados

El primer día sin mascarillas, en imágenes

CCOO insta a las empresas a negociar los protocolos de prevención para priorizar la salud de los trabajadores

Imágenes del primer día sin mascarilla en interiores
Varias personas con mascarilla y sin ellas en las escaleras mecánicas de El Corte Inglés de la Plaza del Duque. / Juan Carlos Muñoz

Concha y su cuñada Eva llegan a la puerta de El Corte Inglés de la Plaza del Duque. Se paran. Meten la mano en su bolso, sacan una mascarilla y se la ponen antes de pasar. Una práctica que desde este miércoles ha dejado de ser obligatoria, pero ellas prefieren mantener "por un tiempo más". "Siempre voy a llevar una mascarilla en el bolsillo", asegura una de ellas.

El Consejo de Ministros aprobó el martes el real decreto que suprime dos años después la obligatoriedad de llevar cubreboca en interiores. Una determinación que ha aparecido este miércoles reflejada en el Boletín Oficial de Estado (BOE), con lo cual, la nueva normativa ya es oficial, aunque con excepciones. Los centros sanitarios, las residencias y el transporte público son algunos de los lugares en los que seguirá siendo indispensable llevarla. En los espacios de trabajo, serán las empresas las que decidan si sus trabajadores continúan llevándolas o no. Con los clientes, la situación es diferente. "Nadie puede obligar a ponérsela", comenta un responsable de esta gran superficie en el centro de la ciudad. "La indicación para nosotros es que las llevemos puestas siempre y cuando el cliente se nos acerque con ella", añade.

Personas sin mascarillas en El Corte Inglés de la Plaza del Duque.
Personas sin mascarillas en El Corte Inglés de la Plaza del Duque. / Juan Carlos Muñoz
Varias personas salen con mascarilla de una tienda de ropa en el centro de Sevilla.
Varias personas salen con mascarilla de una tienda de ropa en el centro de Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

Para el presidente de la Federación de Comercio y Servicios del Centro de Sevilla, Alcentro, Antonio Pérez, todo queda ahora en manos de la "responsabilidad individual" de cada uno. "La retirada de la obligatoriedad del uso de mascarillas en los espacios interiores es una buena y esperada noticia después de dos años y creo que en la mayoría de los comercios será bien acogida", relata. Eso sí, aboga por mantener precauciones porque "tenemos que aprender a vivir con el virus". "Nosotros vamos a colaborar en todo lo que se nos pida para que no haya perjuicios y es lógico que desde Alcentro recomendamos a todos nuestros asociados que presenten síntomas sospechosos o sean contactos de positivos que se aíslen y mantengan su uso, pero tenemos que empezar a pensar en llevar una vida normal", apostilla.

Pérez recalca que el sector del comercio ha sido "un gran perjudicado" de la pandemia y destaca su comportamiento "ejemplar siempre con vistas a que el consumidor se sienta seguro".

Entre los sevillanos, la opinión sobre mascarilla sí o mascarilla no, está dividida. El miedo, el respeto y la precaución hacen que muchos no se desprendan aún de su mascarilla. El cansancio tras dos años con ella es, para otros, motivo más que suficiente para olvidarse de su uso, aunque no de llevarla encima.

En el mercado de la Encarnación, en el centro de la ciudad, se ve de todo. "Igual entra un grupo grande y nadie la lleva que de momento miras a tu alrededor y ves a todo el mundo con ella puesta", afirma el carnicero del puesto Hermanos Rodríguez. Personalmente, la lleva puesta. "Me he acostumbrado, no sé si me protege más o menos, pero de momento la voy a seguir llevando", afirma. Desde su negocio ha visto "de todo", sobre todo, en los últimos meses. "Me asusta levantarme hoy con la noticia de que ya se pueden dejar de usar y que ya hoy mismo venga tanta gente sin ella. Es un riesgo elevado porque es la única medida que nos quedaba. Ya nadie respeta ni el uso de geles ni las distancias. Yo creo que debería haberse mantenido un poco más", añade.

Dos clientes con mascarilla en el mercado de la Encarnación.
Dos clientes con mascarilla en el mercado de la Encarnación. / Juan Carlos Muñoz
Dos dependientes, sin mascarilla en un puesto sin clientes.
Dos dependientes, sin mascarilla en un puesto sin clientes. / Juan Carlos Muñoz

También en la frutería Andrés y Loli siguen usando mascarilla. "La mayoría de la gente ha venido también con ella y los que no la traían se la han puesto por vergüenza", afirma el frutero. Sostiene que "de momento" va a seguir usando el cubreboca "un poco más". Entiende que su situación personal así se lo exige. "Tenemos contacto con personas mayores y vulnerables y es una obligación por protegerlos a ellos", explica mientras atiende a un cliente, de 73 años, y que prefiere mantener el anonimato, también protegido con mascarilla, en su caso, FFP2. "La voy a seguir manteniendo en lugares cerrados. Creo que esto es una decisión política más y que sólo se ha pensado en la economía sin tener en cuenta la salud", afirma rotundo.

Entre los que no la llevan, la frase más repetida a preguntas de la periodista es: "la tengo en el bolsillo". Diego Oliver es también frutero en el mercado y atiende su puesto sin mascarilla después de dos años. "Por supuesto que me la pondría si hubiera alguna aglomeración, pero nosotros llevamos dos años con ella desde las tres de la mañana que vamos a Mercasevilla y, mientras pueda, si no es obligatoria, la voy a empezar a dejar de usar", manifiesta. Misma opinión que comparte Eduarda, otra clienta que entra en el mercado sin mascarilla. "No digo que no me la vaya a poner más, pero esto es espacioso y no lo veo tan necesario", sostiene.

En Rituals, situado en la calle Sierpes, que ofrece todo tipo de artículos de cosmética y de cuidado personal, el contacto con el producto es directo y "la gente estaba deseando poder entrar sin mascarilla", afirma la dependienta Eva Moreno. "He tenido que estar detrás de algunos clientes en más de una ocasión porque querían entrar sin mascarilla para poder oler determinados artículos. Ahora imagino que serán ya pocos los que vengan con ella", afirma, al tiempo que destaca que esta nueva situación le da un poco de "reparo" pese a que ella, al igual que el resto de trabajadores del establecimiento, han decidido mantener el uso obligatorio del cubreboca.

La peluquería y estética es otro de los sectores con más riesgo por la dificultad de mantener distancias en los que los clientes pueden entrar sin mascarilla. "Pertenecemos a un gremio complicado porque tenemos mucha cercanía con el cliente durante un tiempo prolongado", señala el presidente de la Asociación de Peluquerías y Estética de Sevilla (APES), Alejandro Lebrón, que representa a 250 peluquerías, barberías y centros de estética. Afirma que, en su mayoría, los empelados de estos centros mantendrán la medida de protección y que a los clientes sí se le dará libertad. "El virus sigue y hay que seguir siendo prudentes. Nosotros hemos respetado muchísimo todas las medidas desde el principio con mucha ventilación, toallas y capas desechables y limpieza exhaustiva y, por el momento, recomendamos mantener el uso de mascarilla", defiende.

El peluquero Antonio Boza desinfecta el sillón antes de pasar a un nuevo cliente.
El peluquero Antonio Boza desinfecta el sillón antes de pasar a un nuevo cliente. / José Ángel García

Como ejemplos, Antonio Boza, dueño de Peluquería Boza, en la calle Trabajo, es de los que ha tomado la decisión de seguir manteniendo la mascarilla en el interior del establecimiento porque "entra y sale mucha gente" aunque deja a "responsabilidad del cliente" su uso. No se aventura a calificar o no de precipitada la medida. Señala que la "cosa va mejor" y entiende que "la gente tiene muchas de quitársela". Sin embargo, reconoce que "habrá que ver los resultados". En la misma tesitura se encuentra Carmen García, propietaria de Mari Carmen Peluqueros, en Sevilla Este. Las tres trabajadoras del centro han decido mantener el uso del cubreboca y recomendarán también su uso a la clientela. "Aunque no podemos obligar ya a nadie", destaca Carmen, que ha decidido colocar un cartel en la puerta para que, al menos, se mantenga la mascarillas en los próximos días, dice la peluquera, "de muchos clientes en Sevilla por la proximidad de la Feria". Carmen destaca que ninguna empleada se ha contagiado en toda la pandemia y que en el centro se han llevado a "rajatabla" las medidas. "La limpieza ha sido exhaustiva y no hemos ni comido juntas para no compartir mucho tiempo el mismo espacio sin mascarilla", asegura.

Varias personas mientras entrenan en el gimnasio Viding La Rosaleda en Sevilla.
Varias personas mientras entrenan en el gimnasio Viding La Rosaleda en Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

En el gimnasio Viding La Rosaleda, en la capital sevillana, no se ha dado ningún brote de Covid-19 desde que comenzó la pandemia, ya que todos ellos han llevado "unas medidas muy exhaustivas", cuenta el director del centro, José Manuel Rosales. Por el establecimiento se puede ver cartelería con recomendaciones para los clientes con medidas de prevención tales como mantener distancias, usar gel hidroalcohólico o desinfectar las máquinas tras su uso. Las mascarillas han sido obligatorias en todo el establecimientos para el cliente hasta hoy, que queda limitada a la zona de vestuarios para todos, "por no poderse asegurar ahí las distancias" -afirma Rosales-, y para los empleados, en todo el local.

Bibiano Hijón, en primera línea, junto a su hermano en el restaurante La Flor de mi Viña.
Bibiano Hijón, en primera línea, junto a su hermano en el restaurante La Flor de mi Viña. / Juan Carlos Muñoz

Para Bibiano Hijón, del restaurante La Flor de Mi Viña, es el momento correcto de dar un paso hacia adelante y eliminar la obligatoriedad del tapaboca con el objetivo de "normalizar el virus". "Aquí nadie ha venido ya hoy con mascarilla, usted es la única. Somos los únicos en el local que la seguíamos usando por lo que hemos decidido quitárnosla, aunque la llevamos encima por si se da la circunstancia de que nos la tengamos que poner", afirma.

Joaquín Venegas, en su farmacia en Pino Montano.
Joaquín Venegas, en su farmacia en Pino Montano. / M. G.

En la Farmacia Pino Montano, su dueño, Joaquín Venegas, acoge positivamente que para la entrada de estos negocios siga siendo obligatoria la mascarilla. "Es absolutamente natural que la farmacia este incluida entre los sectores que mantienen la obligatoriedad, puesto que como establecimiento sanitario perteneciente al Sistema Nacional de Salud y siendo herramienta básica de éste, somos otro punto donde confluyen muchos pacientes, y un foco de transmisibilidad para aquellos que pueden presentar una alta vulnerabilidad. No es más que una norma de sentido común y civismo", explica.

A su juicio, la medida llega "en su justo momento", teniendo en cuenta la evolución epidemiológica. En cualquier caso, advierte: "al ser esta nueva situación modulable nos sirve de experimento en cuanto a la propagación y transmisibilidad del virus, pero si mantenemos las medidas mínimas junto a la buena conducta poblacional previsiblemente perdurará en el tiempo".

"Sin duda es una buena noticia, no es más que el reflejo de que la situación epidémica está llegando a ser controlada", concluye.

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