Las preuvas y otras horteradas del 31D
El Macero
Cada vez más ayuntamientos organizan un adelanto de las 12 campanadas
Las sillas de los conciertos del Alcázar recuerdan a las de los chiringuitos playeros
Minerva, la diosa del gobierno local
No me lo nieguen. A estas alturas de las fiestas navideñas ya estarán cansados de reuniones, comilonas y ese espíritu de impostada felicidad que se destila por las actuales fechas. Y esto es sólo el empiece de lo que deparan las últimas 24 horas del año, cuando todo el mundo se desea lo mejor para los venideros 12 meses. Sin duda alguna, el cambio de dígito que se produce la próxima noche ultraconcentra -como el famoso Fairy- los momentos de mayor horteridad posible. Desde los atuendos, pasando por ciertas retransmisiones televisivas y terminando con el confetí que se esparce hasta el amanecer en esas fiestas donde el alcohol adulterado le hará pasar un 1 de enero de obligado olvido.
En estos tiempos donde todo se adelanta (la Navidad comienza ya prácticamente en Todos los Santos) y en el que estamos obligados a ser felices por narices, cada vez hay más ayuntamientos que han puesto en práctica la moda de celebrar las uvas por duplicado. Esto es, a su hora habitual (las doce de la noche) y antes, ya sea en jornadas previas al 31 de diciembre o en la misma tarde de este día. Se cortan calles, se organizan espectáculos con DJ, se simulan zambombas (algunas constituyen un auténtico insulto a esta tradición jerezana) y se dan las 12 campanadas fuera de su día y hora para que el público las disfrute en plena parranda, sin las ataduras familiares de la Nochevieja.
Estas preuvas vienen a ser como la versión laica de la Misa del Pollito (denominación de Carlos Navarro), cuando a los curas les dio por adelantar a la tarde del 24D la Misa del Gallo ante la baja afluencia de feligreses a altas horas de la noche. Los munícipes debieron percartarse de que la presencia de paisanos en las plazas principales de los pueblos comenzaba también a menguar a las 00:00 y optaron por atraerlo a una hora más temprana. O lo hicieron por motivos de seguridad. O simplemente para que las arcas de los bares tuvieran dos jornadas para estar bien repletas. La original y la copia.
A lo 'Bienvenido, Míster Marshall'
Y con estos mimbres se nos han quedado unas fiestas navideñas tan ficticias como la nieve de los parques temáticos que se multiplican estas fechas, en los que sus organizadores se empecinan en traernos unos paisajes nórdicos a tierras de sol y calor (como Villar del Río en la célebre Bienvenido, Mister Marshall). Ahí están la tarde buena (con su polémica concentración en Sevilla Este) y la tarde vieja. Horas en las que, sin eufemismo alguno, se sale a poner a prueba la capacidad del hígado mientras se pierde (a veces hasta el extremo) el mínimo sentido del ridículo. La efusividad y las exageradas muestras de cariño son nota común en las horas previas a la Navidad o de la despedida del año.
En este periódico se ha publicado la lista de municipios sevillanos donde las preuvas ya se han convertido en tradición, como Écija, Dos Hermanas o Utrera. En esta localidad del Bajo Guadalquivir se lanzan campanas al vuelo en sus dos iglesias principales, la de Santa María y Santiago. Otros pueblos se han incorporado este año. En todos, como nota común, suele haber actuaciones de DJ y esas bolsas de cotillón que contribuyen a hacer el ganso (se admite también el femenino) más de lo recomendable.
En la Plaza Nueva de Sevilla, por ahora, no se ha organizado (a Dios gracias) unas preuvas. De momento. Ya tuvo bastante el gobierno de José Luis Sanz con las críticas que le cayeron la semana pasada a raíz de la tarde buena en la explanada de Sevilla Este. No hay campanadas por adelantado en el centro de la ciudad. Ni necesidad existe de semejante parafernalia. El programa navideño de Sanz ya está más que colmatado. Hay de todo. Desde mappings a conciertos en el Alcázar. Por cierto, no pasaron desapercibidas las sillas propias de velador de chiringuito playero colocadas en el palacio mudéjar para el concierto de Ainhoa Arteta. Pocas veces lo excelso y lo cutre han estado tan cerca. Al menos, la temperaturas de esta época evitaron que las posaderas de los presentes quedaran estampadas con el sudor, como ocurre en los meses de canícula. Mucha chaqueta y mucho abrigo largo sobre un mobiliario tan básico. Y tan poco apropiado. Sólo faltaban las sombrillas de KAS naranja y el olor a sardinas asadas.
Consejos para la Nochevieja
Sillas al margen y a pocas horas de despedir 2024, recordemos las horteradas más comunes de la Nochevieja. La ropa interior roja resulta totalmente prescindible. No es fea, pero tampoco necesaria. Eso sí, evite el uso del tanga. Los empachos culinarios de estos días juegan malas pasadas. No conviene que tengan de aliado tan escaso tejido en las partes pudendas. Sigamos. La pajarita. Sólo apta para conjuntos de prendas masculinas que la requieren. Si no es así, hará creer que se ha escapado de un circo. O que lo han contratado para actividades de ocio infantil, tan comunes en cumpleaños y comuniones que simulan bodas. Deje los riesgos para otro día.
Por último, olvídese de la muy molesta gamberrada de descorchar la botella de champán y regar con tal líquido a los presentes. Además de ser de mal gusto (por mucho que la repitan en la televisión) es muy probable que acabe con enfados y algún que otro alzamiento de manos. Por cierto, no caiga en la tentación de servir este carbónico en copas de plástico. Aunque estén de moda, saque la mejor cristalería para la ocasión. Para versiones ficticias ya tenemos las preuvas. Y para momentos cutres, las sillas del Alcázar.
No cometa excesos. Ni con la bebida, ni con la comida ni con las muestras de cariño. Así se ahorra dolores de cabeza y situaciones bochornosas. Recuerde que el 1 de enero es un día idóneo para deambular por la ciudad. Esa relativa soledad sólo apta para ciertos paladares.
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