La mujer del presunto violador del parque reconoce que lo denunció por atarla a la cama y hacerle fotografías
Los peritos confirman que los barbitúricos que tomó la víctima en un intento de suicidio no generaron un “índice de toxicidad letal” y que la joven falleció como mínimo dos o tres horas después de la agresión.
sevilla/María del Carmen R. G., la mujer del presunto violador del parque de María Luisa, Francisco Morillo Suárez, ha reconocido este miércoles en el juicio que se sigue contra su esposo, que en el año 2006 presentó una denuncia contra él por haberla atado a la cama y hacerle fotografías mientras se hallaba semiinconsciente, aunque ha añadido que se trató de un “hecho puntual”.
A preguntas de la Fiscalía, que le fue enumerando una a una las once denuncias que en los 17 años de convivencia la mujer ha presentado contra su pareja, María del Carmen ha admitido que la relación no siempre era pacífica y ha corroborado que nunca ratificó ninguna de esas 11 denuncias, dos de las cuales fueron por quebrantar una orden de alejamiento y otra, en 2013, por una agresión con un cuchillo que la mujer ha afirmado que “no recuerda”. En 2014 y en diciembre de 2015, tan sólo unos meses antes del crimen del parque, que tuvo lugar en la noche del 23 de febrero de 2016, también lo denunció por “agarrarle por el cuello”.
La testigo, que se ha acogido a su derecho a no declarar cuando la fiscal del caso, Eva Mas, le ha preguntado por si su marido había utilizado la red de contactos sexuales Badooo por las fotografías con sexo duro y penetraciones anales encontradas en el ordenador de su casa, ha afirmado que su marido “es bueno, de bueno es tonto”, ha llegado a aseverar, lo que ha provocado la sorpresa entre el público asistente al juicio dada la gravedad de los hechos que se le imputan y por los que se enfrenta a una pena de prisión permanente revisable.
Sobre el día de autos, la esposa de Francisco Morillo ha dicho que aquella tarde se tomaron entre los dos casi una “botella de ron” y discutieron, por lo que cuando se marchó de su casa “iba como una cuba”, aunque también ha dicho que en casa no lo ha visto consumir cocaína.
Según la testigo, su marido, del que desconocía que frecuentara el parque de María Luisa ni que hubiera mantenido relaciones homosexuales en el mismo, regresó a casa entre las diez y media y las once de la noche y no le vio “ninguna prenda ensangrentada”.
Testimonio de los forenses
En la tercera sesión del juicio también comparecieron los médicos forenses que practicaron la autopsia a la víctima, Sara D. M., de 31 años, y los funcionarios del Instituto de Toxicología que analizaron las pruebas biológicas recogidas del escenario del crimen, donde se recopilaron 43 vestigios y en 20 de ellos se halló el perfil genético del acusado, mezclado con el de la víctima, como ocurrió en varios pañuelos de papel y la ropa interior de la fallecida. Aunque no se halló semen en ninguna de las muestras, sí que se localizaron “restos epiteliales” del acusado. Además, en los puños de la bicicleta que usaba Francisco Morillo y en el portabidones de la misma se encontró el ADN de la víctima.
Los peritos aseguraron que a pesar de la ingesta de barbitúricos de la joven, que había intentado suicidarse aquella tarde, “no había un índice de toxicidad letal”, puesto que se correspondía con uno o dos comprimidos de cada sustancia y no se trató de una “ingesta masiva” como sucede en los casos de suicidio real.
Los expertos del Instituto de Toxicología confirmaron que la agresión sexual se produjo “como mínimo dos o tres horas antes, puede que incluso cuatro horas” antes de la muerte y certificaron que la muerte se produjo por la gravedad de las lesiones provocadas, lo que causó un shock hipovolémico en una persona que además “no podía defenderse porque estaba bajo los efectos de los sedantes”, lo que no significa que la víctima no sintiera dolor ante la agresión, aclararon.
Los forenses que practicaron la autopsia ratificaron que la muerte se produjo por el shock hemorrágico derivado de la agresión y situaron la data del fallecimiento entre las cuatro y media y las seis y media de la mañana del 24 de febrero.
Uno de los momentos más duros de la sesión se produjo cuando los forenses mostraron al tribunal una de las fotografías de las lesiones que tenía la víctima, tras lo cual el presidente del tribunal acordó un receso tras sentirse indispuesto momentáneamente.
La fiscal del caso preguntó a los forenses sobre los efectos de los barbitúricos que había tomado Sara, llegando a preguntar si por la somnolencia y el estado de letargo en el que se hallaba era “como un muñeco de trapo” ante su agresor, a lo que los expertos respondieron señalando que la joven “no podía reaccionar”, aunque ignoran si podía haber pedido ayuda. En lo que sí coincidieron es en que “probablemente se habría salvado de haber sido atendida inmediatamente” porque la muerte tuvo lugar varias horas después de esa agresión.
Los peritos propuestos por la defensa señalaron que la ingesta de barbitúricos por parte de la víctima afectaron el nivel de consciencia de la joven, y en caso de no haber estado bajo su efecto podía “haber pedido ayuda o llamar por teléfono”, aunque también coincidieron en que si no se hubiera producido esa agresión sexual “no se habría producido la muerte”.
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