La presión vecinal lleva a la Policía a cerrar seis bares

Los agentes precintan los locales por venta ilegal de alcohol, música en directo sin licencia y hora de cierre. Las sanciones se imponen tras advertir los inspectores de las infracciones.

Uno de los locales precintados por la Policía Local el pasado fin de semana en el entorno de la Alfalfa que anoche seguía clausurado.
Uno de los locales precintados por la Policía Local el pasado fin de semana en el entorno de la Alfalfa que anoche seguía clausurado.
Diego J. Geniz Sevilla

24 de noviembre 2014 - 05:03

La presión de los vecinos de la Alfalfa contra la movida que entorpece su descanso empieza a surtir efecto. El Ayuntamiento, a través de la Policía Local, clausuró entre la noche del pasado jueves y el sábado seis establecimientos en el entorno de esta zona, principalmente en la calle Pérez Galdós, epicentro de las molestias. El precinto de dichos locales se debió al incumplimiento de diversas ordenanzas, sobre todo las relacionadas con el ruido y la venta de alcohol. Las sanciones, que incluyen otras de tipo económico, se imponen después de que los inspectores visitaran los negocios y advirtieran de las infracciones cometidas.

Los vecinos de la Alfalfa empiezan a ganar la batalla contra las molestias para conciliar el sueño. Después de décadas en las que la movida se había adueñado de esta zona sin respetar las ordenanzas municipales que salvaguardan el descanso de los residentes, la presión ejercida a principios de octubre -cuando llegaron a amenazar con denunciar al Ayuntamiento por incumplimiento- el gobierno local se ha tomado al pie de la letra las referidas normativas y ha ordenado el despliegue de un dispositivo policial los fines de semana. La operación ha dado sus primeros frutos. En dos noches se han cerrado seis bares en la zona, según detallaron fuentes municipales.

El motivo de que se hayan precintado estos locales es el incumplimiento de la normativa sobre ruido que los vecinos venían años denunciado -con llamadas infructuosas al 112- y que hasta ahora, en vísperas de unos comicios locales, no se han atendido. Entre dichas infracciones se encuentra la venta de bebidas alcohólicas para la calle, sobrepasar la hora de cierre y el desarrollo de actividades sin que tengan licencia para ello. En esta última causa se incluye el cierre de La Carbonería, donde se organizaban actuaciones musicales en directo sin tener permiso. Por tales motivos se les ha impuesto una sanción económica -que oscila, según las ordenanzas, entre los 600 y 3.000 euros- y se ha ordenado el precinto de los locales, un cierre que dura entre uno y dos meses.

Este periódico ha conocido que entre los bares que se han clausurado -además de La Carbonería- se encuentran El Berlín, La Espuela , El Cubanito y La Rebotica. Estos establecimientos habían sido advertidos, según el Ayuntamiento, por inspectores de Medio Ambiente sobre las infracciones cometidas. Una vez abierto el parte de denuncia, los dueños de los negocios contaban con un plazo de 15 días para presentar alegaciones. Concluido dicho periodo es cuando se procedió al precinto.

Lo que no cabe duda es que tras años en los que había existido una casi nula actuación policial para combatir los efectos de la movida en la Alfalfa (a principios de octubre sólo había 11 agentes para combatir el botellón), en sólo dos noches se han precintado seis locales que llevaban bastante tiempo cometiendo las infracciones ahora denunciadas. Toda esta actuación responde a la presión vecinal contra el ruido de los vecinos, que se organizaron en la plataforma Alfalfa Degradada. Tras varias reuniones con el Ayuntamiento se ha desarrollado un operativo que ya da sus primeros frutos.

Silvia Carrión, una de las representantes de este colectivo, confirmó este domingo que los botellones han disminuido bastante en el enclave gracias al dispositivo policial que se activa los fines de semana. No obstante, los problemas de ruido que padecen los vecinos no se han solucionado por completo, un objetivo más complicado debido a los numerosos locales juveniles existentes en esta zona acústicamente saturada (ZAS), en los que entra y sale gente continuamente. "Peleas, gente gritando y coches con la música alta son frecuentes aún por la madrugada", explica Silvia Carrión, quien pide al Ayuntamiento que haga cumplir la ordenanza de ruido al respecto. Unas molestias a las que son especialmente sensibles el elevado número de personas mayores que viven en la zona.

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