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"Mi hijo me preguntó por qué en Santa Justa había fotos de Madeleine y no de su hermano"

La Policía cree que su marido mató a su hijo y luego se suicidó, pero no hay ninguna pista casi seis años después · Tuvo que repartir fotos de su hijo por las comisarías porque no las tenían en color

Isabel García Chamizo sostiene un cartel con los rostros de su marido y su hijo.
Fernando Pérez Ávila

20 de febrero 2011 - 05:03

A Isabel García Chamizo la llamaron hace unos días de un programa de televisión. Su caso recuerda al de las dos gemelas suizas desaparecidas en Córcega. No quiso ir. "Ya he ido otras veces. Y siempre he hablado menos de un minuto, apenas he podido decir nada y lo que han buscado ha sido hacerme llorar y explotar mi dolor". De hecho, advierte que si concede esta entrevista es con un único objetivo: que alguien pueda identificar a su marido, Antonio Monge Rodríguez, que desapareció 13 días después que su hijo, Josué Monge García, que por entonces tenía 13 años.

Josué desapareció del domicilio familiar en Dos Hermanas el 1 de abril de 2006. Desde hace tiempo, la Policía Nacional ha cursado a Interpol una orden internacional de búsqueda y captura de Antonio Monge, al que se le acusa presuntamente de matar a su hijo. "Conforme pasa el tiempo, la hipótesis que más fuerza tiene para la Policía es que mi marido mató a mi hijo y luego se quitó la vida. Yo estoy casi convencida, al 95%, de que mi hijo no está con vida, pero me quedan las esperanzas propias de una madre".

Isabel García atiende a este periódico en la estación de Santa Justa, el mismo edificio que un día vio lleno de carteles con la foto de Madeleine McCann. "Eso fue muy doloroso para mí. Venía con mi hijo pequeño, que entonces tenía 11 años, y me preguntó por qué la estación estaba llena de fotos de esa niña y no de su hermano. ¿Qué le dije yo? Que el dinero era lo que mandaba, que yo no me podía permitir nada si nadie me ayudaba".

De hecho, esta mujer tuvo que encargarse de repartir folios en color con las caras de su hijo y de su marido por las distintas comisarías y cuarteles de Andalucía. "Fui un día a Málaga porque un niño quería escaparse de un centro de menores y dijo que era Josué. Incluso se abrazó a mí fingiendo. Puse una denuncia por este asunto y les pedí a los policías que me dejaran ver las fotos que tenían. Eran unas de la base de datos, en blanco y negro, en las que apenas se podía reconocer a nadie. No estaban puestas en las paredes ni las llevaban en los coches. Así que un día cogí y me puse a repartir carteles por las comisarías de los pueblos de Cádiz, Málaga y Huelva".

Se queja de que apenas ha tenido ayuda de nadie. Acudió al Defensor del Pueblo, al subdelegado del Gobierno y al Ayuntamiento de Dos Hermanas, que tras dos visitas le imprimió un cartel en color, "y hasta le pusieron el sello del Ayuntamiento". No pudo permitirse una búsqueda mayor. Su marido, que la maltrató reiteradamente durante más de 20 años tanto física como psicológicamente, le dejó una hipoteca a la que hacer frente. "Yo dependía económicamente de mi marido, así que tuve que buscar trabajo. Hasta que no pasen diez años no darán a mi marido por muerto y entonces podré cobrar una pensión de viudedad. Mi hijo pequeño no podrá cobrar la de orfandad porque entonces ya tendrá más de veinte años".

Isabel cuenta con la ayuda de su madre para salir adelante. "Mi fuerza son mis otros dos hijos y Dios". Pero en la búsqueda siempre ha estado sola. "Hasta hace dos años no me informaron de que yo tenía derecho a un abogado". De su boca sólo sale agradecimiento a los policías del grupo de Homicidios que llevan su caso, pero critica a los responsables de la Jefatura de la Policía Nacional. "Mi hijo desapareció un Lunes Santo y todos los jefes estaban de vacaciones. Hasta el lunes siguiente no se empezó a investigar la desaparición".

Ahora, casi seis años después, la Policía sigue mirando los más de 3.000 pozos que hay en Dos Hermanas. Cuando ve las noticias de otros casos, dice que entiende el dolor que están atravesando los padres. "En el caso de Mari Luz apareció el cuerpo de la niña y ahora se juzga al presunto asesino. En el de Marta al menos se sabe quién es el asesino. En mi caso no se sabe nada de lo que ha pasado y eso es un martirio constante. Prefiero no leer nada ni ver la tele, porque me duelen noticias como las de aquel empresario que dio una recompensa para encontrar el cadáver de Marta. Ya podía haber puesto algún nombre más, de los que ya no se habla, como los niños de Canarias, Yeremy y Sara, o Josué".

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