Policías autonómicos, guardianes de caminos
La unidad de la Policía Nacional adscrita a la Junta patrulla por campos y montes para detectar puntos de riesgo de incendios de cara al verano
Este periódico acompaña a un vehículo policial en un itinerario por la Ruta del Agua, los Lagos del Serrano y el Corredor Verde del Guadiamar
La Policía Autonómica perdió 250 agentes en una década
"Que no se puede hacer fuego aquí, ¿verdad?", pregunta una mujer en los pinares de Aznalcázar al ver llegar el Land Cruiser de la unidad de la Policía Nacional adscrita a la Junta de Andalucía. "Señora, usted lo ha dicho todo", responde, apeándose del coche, el inspector Tomás Rodríguez, jefe del Grupo de Medio Ambiente de esta unidad, comúnmente llamada Policía Autonómica, en Sevilla.
"Ahora mismo lo apago, pero no me irán ustedes a multar por esto, ¿no?". La mujer ni espera a que le respondan, vuelca su soporte para barbacoa y arroja las brasas al suelo, para sorpresa de los agentes. El inspector se lleva las manos a la cabeza. Más de un incendio forestal ha debido iniciarse así. Rápidamente, la señora vierte una jarra de agua sobre el carbón incandescente. Los agentes la ayudan a terminar de apagarlo con arena.
El vehículo de la mujer está aparcado junto al lugar que ha elegido para encender la barbacoa, un merendero en el que se puede parar a comer y beber, pero nunca a hacer fuego. Hay unas zonas habilitadas para barbacoas a escasa distancia, si bien es frecuente que senderistas y campistas enciendan fuego fuera de ellas. Los agentes toman nota de la matrícula y le explican a la señora que tiene a unos metros un área destinada a aparcamiento de vehículos. La mujer explica que está esperando a su marido y que, en el momento en que éste regrese, así lo harán.
El Grupo de Medio Ambiente de la Policía Autonómica trabaja en la protección de la naturaleza con un amplio abanico de funciones y supuestos. Uno de sus principales cometidos es la prevención de incendios forestales. Para ello recorren con frecuencia las zonas de mayor riesgo de la provincia detectando peligros e irregularidades. Este periódico acompañó a una patrulla el pasado jueves, con un recorrido por la Ruta del Agua hasta llegar a los Lagos del Serrano para luego dirigirse a Aznalcóllar y bajar por el Corredor Verde del Guadiamar y terminar en el Vado del Quema. Antes hubo un pequeño briefing en la sede de la calle Bergantín, en Los Bermejales, donde el jefe provincial, José María Serrano, muestra orgulloso la medalla de Andalucía que recibió la unidad el pasado 28 de febrero.
Ya sobre el terreno, los agentes suelen dar parte de aquellos aspectos que puedan ser mejorados, como la suciedad o la acumulación de maleza en determinadas zonas, que pueden constituir un gran riesgo de incendio en el momento en que suban las temperaturas. También se informa de algunas irregularidades, como la existencia de bloqueos en los caminos que son utilizados como vías de evacuación. En un simple paseo en coche por la zona es fácil ver varios de estos senderos cortados por bloques de piedra o incluso con algún vehículo sin uso que, cruzado en la vía, ejerce de obstáculo.
"Los mismos propietarios de las fincas de por aquí cortan el camino para evitar robos o que se meta gente en sus parcelas, pero lo cierto es que constituyen un problema. En caso de incendio, por ahí no podrían pasar los camiones de los Bomberos", explica uno de los policías. De todas estas cuestiones, los agentes informan a las autoridades para que, con la llegada del verano, el monte esté en la mejor de las situaciones posibles.
Comienza la patrulla por la Ruta del Agua, dejando a un lado la finca propiedad de Sergio Ramos, que ya fue objeto de un expediente por una construcción que alteraba el paisaje. En este camino que rodea el pantano del Gergal está prohibido el paso de vehículos a motor, salvo que se cuente con autorización para ello. Uno de los que la tiene es el guarda de la finca del jugador, con el que los agentes se encuentran en la ruta. El trabajador está detenido en mitad de la vía hablando por teléfono, encima de una moto de campo. "Te dejo que tengo aquí a la Policía de la Junta", le dice a su interlocutor.
No lleva el DNI encima, pero los policías lo conocen. Es habitual que se sirvan de lugareños para obtener información de la zona, imposible de obtener si no se reside allí. Aún así, apuntan los datos que luego comprobarán en la oficina. Le preguntan por la posible presencia de furtivos, pero el hombre lo niega. "Aquí no hay furtiveo, llevo cinco años en esta zona y no lo he visto". Es jueves y se pueden cazar perdices. La patrulla se encuentra con varias aves, que cruzan la vía ante el todoterreno, pero no con cazadores. Cuando se despiden, el hombre les dice: "por aquí es habitual que vengan los de la Policía Autonómica". Los policías se ríen. "Si esos somos nosotros".
Para un profano en la materia, el cacao del guarda es más que entendible. El nombre de unidad adscrita a la Junta no está tan extendido como el de Policía Autonómica, aunque ésta no sea exactamente eso. Quienes la componen son policías nacionales que dependen funcionalmente de la Junta de Andalucía, y que se dedican al ámbito de competencias que tiene la administración autonómica. Además de la protección de la naturaleza se encargan del control del juego ilegal, de los espectáculos públicos, de la reventa de entradas y de los menores en situación de desamparo, entre otros aspectos. El grupo de Medio Ambiente trabaja además contra las parcelaciones ilegales. Ahora mismo hay un caso abierto en Dos Hermanas, en la zona llamada Cantaelgallo.
El camino prosigue por los alrededores del Gergal, en una ruta ideal para la práctica del ciclismo de montaña, con continuas subidas y bajadas y con un firme en buen estado. Se aprecia la sequía en el embalse, que está casi vacío. Rebasa la Cantina, el patrullero sigue hacia arriba y se encuentra de frente con dos motoristas de cross, que están practicando para una competición. Los agentes les explican que el paso de vehículos a motor por ese tramo está prohibido. No lo sabían. "Pensamos que sí, incluso le preguntamos más atrás a un hombre que nos dijo que podíamos pasar". Los agentes les advierten. "Si les volvemos a ver por aquí, tendremos que proponerles para sanción". "No se preocupen, no volveremos a pasar", responden los motoristas. Uno de los policías le explica el recorrido por el que sí pueden llegar hasta Guillena.
Más adelante hay un coche aparcado en una zona prohibida. Debe tratarse de un pescador, que no se encuentra en las inmediaciones. Se apunta la matrícula para luego proponer al propietario del vehículo para sanción. El patrullero atraviesa fincas de reses bravas. Están abiertas para no cortar el tránsito, pero sí cuentan en sus entradas con lo que se conoce como paso canadiense, un sistema de barreras en el suelo que impide pasar a los animales porque se quedarían atrapados. Los policías charlan con los empleados de las fincas, que siempre aportan información valiosa.
Los Lagos del Serrano es la próxima parada. "Esta sí es una zona de riesgo. El año pasado hubo un incendio aquí y hubo que evacuar varias viviendas". Los policías se conocen bien la zona. Dan detalles de los dueños de las fincas, de la existencia de pozos ilegales e incluso cuentan que en una de las propiedades hay un cabrero que es un ocupa. Es justo donde se desarrolló el incendio de julio de 2022, cuyos estragos son visibles en una zona de pinar.
Los agentes se entrevistan con el propietario del camping Sierra Brava. Le piden el plan de autoprotección del establecimiento. Todo está en regla. El empresario se queja de la competencia ilegal de un quiosco que han abierto junto al lago, en el que cada fin de semana se acumulan las autocaravanas, que legalmente no podrían acampar en esa zona. "Si yo aquí les cobro y allí abajo no, se van allí. Entre eso y el precio de la luz, estoy pensando cerrar el camping después de 25 años abierto".
El año pasado se ahogaron dos personas en los Lagos, donde el baño está prohibido. La afluencia a esta zona durante los fines de semana es masiva. Y esto se traduce en barbacoas y colillas. Este jueves por la mañana no hay nadie, ni siquiera pescando. El patrullero da la vuelta y llega olor a quemado. Los policías buscan el origen. Están acostumbrados a detectar humo rápidamente para acudir cuanto antes al incendio. Tal como lleva el olor se va. "Nos han visto y han apagado lo que fuera", dice uno de los agentes.
Los policías se paran en unas colmenas. "Cada una de ellas deben llevar una matrícula apuntada, tiene que haber una distancia hacia el camino transitado más cercano, un depósito con agua cerca y un cartel que indique la presencia de las abejas. Casi todas cumplen todo, menos lo de los carteles, porque es habitual que haya robos entre apicultores, así que muchas veces nos dicen que les han quitado los carteles pero en realidad no los pusieron para no dar pistas". En este lugar quedan seis colmenas, antes había medio centenar pero los agentes descubrieron que la mayoría eran robadas. "Hay que defender al apicultor siempre, pero claro, si roba las colmenas no".
La ruta continúa hacia Aznalcóllar, para recorrer el Corredor Verde del Guadiamar, escenario de una de las mayores catástrofes naturales de España, de la que se cumplirán 25 años el próximo 25 de abril. Lo primero que llama la atención en la zona es el desbroce y limpieza de la misma, precisamente para evitar la acumulación de maleza de cara al verano. Hay algún senderista y algún ciclista, muy pocos. Cuentan los agentes que tienen conocimiento de que sí pasan vehículos a motor por las noches y que se utiliza la vía como camino alternativo para las actividades ilícitas.
Al llegar a los bajos del puente de la A-472 llama la atención la presencia de un coche aparcado. "Esto es algo de drogas, seguro", dicen los agentes. En efecto, cuando se bajan se encuentran con tres jóvenes que fuman porros al sol junto al río Guadiamar. Sólo le encuentran estupefacientes a dos de ellos, a los que se les incauta la droga y a los que se les levanta un acta y se propone para sanción.
"Qué injusta es la vida, ¿eh?", repite una y otra vez uno de los denunciados. "Hemos terminado de trabajar y estamos aquí sin hacer daño a nadie". Los policías no entran en el debate. "Sólo estamos persiguiendo lo que es ilegal", les explican, mientras que le piden al dueño del vehículo que quite el coche y lo lleve hasta la zona reservada para aparcamiento, que está muy cerca.
La ruta termina en el Vado del Quema, que apenas lleva agua. Cuentan que ya hay preparativos para la romería del Rocío y alguna anécdota durante el plan Romero, en el que algunos de los efectivos de Sevilla se envían a Huelva para reforzar la presencia en la aldea. Uno de los agentes de esta unidad fue el que tramitó el caso del buey abandonado a su suerte por una hermandad sevillana. La lucha contra el maltrato animal es otra de las funciones de la Policía Autonómica.
Los policías cuentan que tuvieron que detener a un pastor que agredió a uno de los agentes. E invitan a los periodistas a hacer una guardia en verano, con largas jornadas en el monte a 45 grados. El plan de prevención de incendios forestales pasa por recibir la información de las torretas de vigilancia y reaccionar cuanto antes para evacuar y para investigar el origen de los fuegos. "Nosotros siempre llevamos una nevera con agua y frutas, porque como surja un incendio no podemos parar a comer", dicen. En el maletero hay un arcón con prismáticos y cuerdas, por si hay que remolcar a algún coche atrapado. Hombres prevenidos valen por dos.
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