El policía que miraba a Padilla

Día de la Policía Local

Entre los agentes locales condecorados este año figuran varios que salvaron vidas y se jugaron la suya para detener a algún delincuente.

Los agentes condecorados, ayer en el restaurante La Raza, con el concejal Juan Bueno y el director general de Seguridad, José Antonio de la Rosa.
Los agentes condecorados, ayer en el restaurante La Raza, con el concejal Juan Bueno y el director general de Seguridad, José Antonio de la Rosa.
Fernando Pérez Ávila

22 de noviembre 2013 - 05:03

Francisco Javier Santos Arteaga es un policía local que el pasado 26 de mayo evitó que un hombre acabara con la vida de su esposa, a la que había asestado varias puñaladas. En aquella intervención, que hizo en colaboración con un policía nacional, se lesionó la muñeca. "Para mí ser policía local en Sevilla es el mejor trabajo del mundo. Los médicos que me operaron me dijeron que me olvidara de eso, que no me iba a poder volver a montar en una moto. Pero yo miraba a Padilla y lo veía a torear con un parche en el ojo, y me juré que yo volvía a montarme en una moto de la Policía", relató este jueves este agente, en un desayuno informativo con agentes de la Policía Local celebrado en el restaurante La Raza.

Santos Arteaga es condecorado este viernes durante la celebración del Día de la Policía Local, que se celebra en Fibes. En este acto serán distinguidos 32 policías locales de Sevilla, uno de Villamanrique de la Condesa, cuatro policías nacionales y tres ciudadanos por su colaboración con la Policía Local. Los agentes que protagonizaron los servicios más llamativos relataron este jueves sus experiencias a la prensa.

Entre los condecorados hay un oficial, Adrián Trashorras, que detuvo a un hombre que intentaba violar a una adolescente de 15 años en Sevilla Este. Este agente ya fue distinguido el año pasado por arrestar a un joven que arrojó a su mujer del coche en marcha a la vuelta de la Feria de Abril.

Uno de los servicios más tensos lo protagonizó José María López, que el 20 de marzo abortó junto con su compañero José Hidalgo un atraco a un banco en Santa Clara. Uno de los atracadores portaba una escopeta y estuvo a punto de producirse un tiroteo. "Si ese tipo hubiera levantado un poco más el arma, posiblemente habríamos tenido que disparar. Esperamos y salió bien, tiró el arma y logramos reducir a los dos atracadores", explicó el policía, que relató que la formación y la experiencia son claves para afrontar estas situaciones.

"La decisión de abrir fuego o no nada más que la tiene uno, por mucho que después tenga que dar explicaciones. Tienes que decidir si esperas a que él dispare o no. Yo en ese momento era el más fuerte del mundo, luego me desahogué en mi casa, con mi mujer y con mi hijo".

Lázaro Fernández salvó a una niña de 2 años que estaba atrapada en el incendio de su casa en Villamanrique de la Condesa. Intervino junto a su compañero Manuel Urbina y el agente de Villamanrique Victoriano Díaz. "Sentí angustia e impotencia, porque no conocía la casa, pensaba que era un bebé y luego resultó que tenía dos años. Incluso después de que la rescatáramos estaba angustiado. Hasta que no salió el médico del 061 de la ambulancia con la niña en brazos y vi que ésta llamaba a sus padres no me tranquilicé", contó este policía, quien tiene marcado a fuego en su memoria el caso del niño ahogado en la plataforma de hidropedales Pedalquivir.

Igual de meritoria fue la intervención de Daniel González, que salvó la vida a una joven británica que sufrió un paro cardíaco cuando corría el maratón de Sevilla. O la de David Moure y su mujer, María Dolores Candil, que salvaron la vida a una niña de poco más de un año que sufrió un desvanecimiento y unas convulsiones en San José de la Rinconada. O la del oficial José Luis Franco, que junto con el ciudadano Ignacio Quijano abortó el atraco a una mujer en un cajero de la calle Vermondo Resta. O la de Iván Medina y Francisco Manuel Sánchez, que evitaron el suicidio de una mujer en Kansas City. O las de tantos y tantos otros que no siempre reciben medallas por un trabajo que, como recuerda el policía que miraba a Padilla para luchar por volver a patrullar en su moto, no siempre consiste en poner multas de tráfico, pese a que alguno de los denunciados le diera alguna vez hasta las gracias.

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