La pobreza que el relator de la ONU vio en Sevilla

El enviado de las Naciones Unidas mantuvo un encuentro con Cáritas y visitó el Polígono Sur

La palabra que más escuchó en sus entrevistas fue “abandonados”

Deterioro en el Polígono Sur, el barrio que visitó el relator de la ONU.
Deterioro en el Polígono Sur, el barrio que visitó el relator de la ONU. / Juan Carlos Vázquez

El relator especial de las Naciones Unidas sobre la extrema pobreza y los derechos humanos, Philip Alston, visitó Sevilla el 31 de enero. Fue una de las paradas que hizo en su viaje de dos semanas por España para elaborar la declaración que presentó en Madrid el 7 de febrero. Estuvo además en otras zonas como el campamento de inmigrantes de Lepe (Huelva), la Cañada Real de Madrid y lugares de Extremadura y Galicia, entre otros puntos de España.

Toda la información recabada en su viaje le sirvió para elaborar un informe en el que constata que el país tiene "un alto nivel de paro, un desempleo juvenil crónico, una crisis de vivienda de proporciones inquietantes, una profunda pobreza generalizada, disposiciones de protección social en gran medida inadecuadas, un sistema educativo segregado y cada vez más anacrónico, políticas fiscales que brindan muchos más beneficios a los ricos que a los pobres, y una mentalidad burocrática profundamente arraigada en muchas partes del Gobierno, que valora a los procedimientos formalistas por encima del bienestar de las personas".

No se queda ahí. Philip Alston concluye que durante su visita a España "quedó muy claro que la recuperación después de la recesión, que tan positiva ha sido para algunos, ha dejado atrás a muchas personas, y que se ha hecho muy poco por la mayoría de los miembros de ese enorme grupo". El relator es muy crítico con la clase política, a la que pide un "compromiso significativo" para poder sacar a los más pobres de su situación de necesidad.

Philip Alston, a la derecha, junto al secretario general de Cáritas Diocesana de Sevilla, Pedro Ruiz Morcillo.
Philip Alston, a la derecha, junto al secretario general de Cáritas Diocesana de Sevilla, Pedro Ruiz Morcillo. / Cáritas Diocesana

"España es un país con gran historia, un líder mundial en algunas áreas y un baluarte cultural. Pero hoy España debería mirarse de cerca en el espejo. Lo que verá no es lo que desearía la mayoría de los españoles. La autoimagen de una sociedad familiar cercana enraizada en unos valores profundamente compartidos y una fuerte solidaridad social se ha visto gravemente fracturada por una crisis económica y la implementación de políticas neoliberales", explica el enviado especial de la ONU, que no avisó de su visita a las autoridades locales para tener así una perspectiva menos condicionada.

Sí mantuvo encuentros con varias asociaciones y entidades que se dedican a la ayuda a los más necesitados. En Sevilla, el relator se reunió con varias personas que están dentro del programa de atención de Cáritas, en un encuentro celebrado en el Centro Diocesano de Empleo, en Palmete. Y también estuvo en el Polígono Sur, considerado el barrio más pobre de España atendiendo a los indicadores de renta media por hogar. Allí visitó un colegio en el que la casi totalidad de los alumnos son gitanos y constató las dificultades de este colectivo para conseguir el éxito escolar.

La visita al Polígono Sur la hizo de la mano de la Fundación Secretariado Gitano, organización que también le acompañó durante su estancia en el poblado chabolista más grande de España, la Cañada Real de Madrid. Estaba previsto que estuviera también en Los Pajaritos, el segundo barrio más pobre de España y que fue durante tres años el primero hasta ser superado por las Tres Mil Viviendas, pero finalmente no lo hizo por cuestiones de tiempo.

El relator de la ONU, durante su visita al Polígono Sur.
El relator de la ONU, durante su visita al Polígono Sur. / Fundación Secretariado Gitano

En su declaración incluyó numerosas pinceladas de lo que vio en Sevilla. Con los testimonios recabados aquí fue apuntalando su informe e intercalando los datos con los casos que conoció. Por ejemplo, para ilustrar que "las tasas de pobreza son alarmantemente altas" y que casi el 30% de los menores está en riesgo de exclusión social, sacó a relucir el de una "madre viuda que sólo había podido encontrar 18 horas de trabajo a la semana, insuficiente para mantener a sus hijos".

Alston se reunió "con muchas personas que pasan apuros para salir adelante", muchas de las cuales perdieron todos sus ahorros durante la crisis y "otras se encuentran en una situación en la que tienen que elegir entre poner comida sobre la mesa o calentar su casa". Demasiadas afrontan la posibilidad de ser desalojadas, "incapaces de encontrar una vivienda asequible", continúa el relator.

Y apunta un caso concreto: "Hablé con una madre viuda en Andalucía que sólo había podido encontrar 18 horas de trabajo a la semana, insuficiente para mantener a sus hijos". El relator confiesa que la palabra que más veces escuchó en sus dos semanas por España fue "abandonados". Asegura que muchas personas tienen motivos para sentirse así porque "los beneficios de la recuperación económica han ido a parar en gran medida a las empresas y las personas más ricas".

El enviado de la ONU dice que las instituciones han fallado a las personas que viven en la pobreza. "Está muy claro que los derechos sociales y económicos rara vez se toman en serio (...) Las personas enfrentan costes de vivienda prohibitivos (...) El sistema para brindar asistencia social está quebrado. Si bien debería desempeñar un papel importante en la reducción de la pobreza, es notablemente ineficaz: son las familias acaudaladas las que se benefician más de las transferencias de efectivo que las familias pobres. El sistema está fragmentado, es imposible de navegar y no llega a las personas desfavorecidas que más necesitan la ayuda".

Un momento del encuentro con Cáritas en el Centro Diocesano de Empleo.
Un momento del encuentro con Cáritas en el Centro Diocesano de Empleo. / Cáritas Diocesana

El relator denuncia "la burocratización del sistema de asistencia social como una de las principales causas de exclusión", en el que los requisitos excesivos de presentación de documentos actúan como obstáculos a las ayudas. Vuelve a poner un ejemplo de Sevilla: "conocí a una mujer que había huido de un marido abusivo, pero que no podía acceder a la vivienda porque todavía no tenía documentos oficiales de divorcio".

En el capítulo de la educación, Alston hace referencia a su visita a un colegio del Polígono Sur, "con un alumnado 100% gitano, donde el 75% de los estudiantes abandonan los estudios antes de completar la escuela secundaria y las familias reciben muy poco apoyo, a pesar de vivir en una de las zonas más pobres del país". El relator explica que España proporciona educación gratuita, pero "esto no cubre el gasto de transporte, comida, libros y material escolar". Otra madre explicó a Alston que el año pasado no pudo pagar ni un solo libro de texto.

El enviado de la ONU destacó el papel de Cáritas, organización que cita varias veces en su declaración y de cuyos informes ha obtenido algunos de los datos. "Me quito el sombrero con su labor. Gracias a ella, muchas personas pueden ir sobreviviendo cada mes", dijo en el encuentro que mantuvo con las personas en situación de exclusión social.

"Los servicios sociales no sirven para nada"

José y María del Carmen son un matrimonio con dos hijos menores de edad que atraviesa enormes dificultades para llegar a fin de mes. Los dos están en el paro con alrededor de cincuenta años y encontrar trabajo con esa edad les resulta prácticamente imposible. Curiosamente, en ocasiones no han sido seleccionados para algunos trabajos porque tienen currículos brillantes. Ambos tienen estudios superiores, están lejos del perfil de la persona que vive de ayudas públicas o subvenciones, pero en los últimos años se han visto obligados a recurrir a la ayuda de Cáritas.

Ella estuvo presente en la reunión que mantuvieron algunas personas atendidas por esta entidad con el relator especial de la ONU para la pobreza, Philip Alston. El pasado miércoles atendieron a este periódico en una cafetería de la localidad en la que residen. Eso sí, con nombres ficticios y con el compromiso de que no se les identificara por la imagen. "Por nosotros no es, sino por nuestros hijos. Ellos no tienen ni idea de lo mal que lo estamos pasando y queremos que siga siendo así".

"Al principio, a la reunión íbamos a ir los dos, pero luego se decidió que los dos contaríamos lo mismo y que era mejor que fuera sólo uno de nosotros para dar cabida a más personas que fueran de otro perfil, para que así el relator pudiera tener una perspectiva más amplia del problema", explica María del Carmen. Cuenta que todos los presentes contaron brevemente su historia y luego se abrió un turno de palabra.

"La verdad es que cuando estás allí ves situaciones extremas y te dices que tú no estás tan mal. Por ejemplo, había una mujer maltratada que llevaba a sus hijos todo el tiempo y que temía que su marido la matase. O una chica embarazada y madre ya de tres hijos que el marido tenía 30 años y un cáncer de colon, y no podía trabajar ni tampoco le daban una invalidez porque es muy joven", dice esta mujer. Mientras los presentes hablaban, Alston tomaba notas en su libreta. Cuando terminó la ronda de exposiciones, quedaba un poco de tiempo y nos dieron la oportunidad de seguir hablando. "Y hablé yo". María del Carmen aprovechó ese momento para denunciar la inutilidad de los servicios sociales.

"No sé en el resto de España, pero los de Andalucía desde luego que no sirven para nada". Expuso su caso y algunas de las situaciones surrealistas a las que se ha tenido que enfrentar. Como no llegaba a pagar la hipoteca de la casa, acudió a los servicios sociales pidiendo una ayuda. Allí le explicaron que tenía que dejar la vivienda y así podría optar a un alquiler social. "Es decir, no me daban una ayuda de 200 euros, que es lo que me hacía falta, pero sin embargo sí me querían pagar un alquiler de 600. Y teníamos que irnos de la casa. No lo entiendo. Eso no sirve para salir de la pobreza, sino para mantenerte en ella".

En el caso de los bonos de comida, lo máximo que recibe son 125 euros cada dos meses. Es decir, 62 euros al mes para cuatro personas. La familia tenía acceso al bono social de Emasesa, por el que sólo pagaba impuestos y el resto de la factura del agua lo tenía bonificado. Sin embargo, José encontró trabajo por un mes y perdió el derecho a esa ayuda. Al mes siguiente volvió a estar desempleado. "Pero ya no teníamos el bono social".

Igualmente, para optar a algún tipo de ayudas, suele tomarse como referente la declaración de la renta del año anterior. "Si alguno ha trabajado durante ese periodo, pues los ingresos son mayores. Pero es que cuando necesitamos la ayuda es en el momento actual, no en el año anterior". El matrimonio cuenta que es muy difícil salir de la situación de pobreza y lamenta que la mayoría de las contrataciones de los ayuntamientos sean a dedo y atendiendo a una red clientelar, por no hablar de una serie de errores sospechosos que los apartaron de sus trabajos. "Y cuando nos contratan temporalmente para seis meses, parece que nos están haciendo un favor".

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