Los pobres de Sevilla comían habitualmente ostras en el siglo XVI

La excavación arqueológica en las Atarazanas ha arrojado interesantes resultados sobre los alimentos más comunes en Sevilla entre los siglos XIII y XVIII

Restos aparecidos en las catas arqueológicas de las Atarazanas de Sevilla.
Restos aparecidos en las catas arqueológicas de las Atarazanas de Sevilla. / Juan Carlos Muñoz
J.a.· P. S (Efe)

03 de octubre 2020 - 20:54

Las clases más humildes de Sevilla en los siglos XV y XVI consumían habitualmente ostras, un alimento que formaba parte de su menú cotidiano por su bajo precio, junto a otros moluscos como las chirlas, los caracoles y las cabrillas.

Este es uno de los resultados de un estudio del Laboratorio de Paleontología y Paleobiología del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) tras una intervención arqueológica en las Reales Atarazanas de Sevilla que permitió descubrir acumulaciones de basura datadas entre los siglos XIII y XVIII, cuando en este lugar había pescaderías, viviendas, una cárcel y un cuartel.

Según Eloísa Bernáldez, responsable de este laboratorio, "la basura es una caja negra de la naturaleza que la formó" y una "chivata" con la que se pueden reconstruir los usos y costumbres de las personas que la acumularon, qué comían o cómo domesticaban los animales.

No obstante, la paleobasura tiene limitaciones, ya que el 95 % de los desechos han desaparecido por acción de la naturaleza o del propio ser humano y, por ejemplo, según explica Bernáldez en una información facilitada por la Junta de Andalucía, "si analizáramos nuestros cubos de basura dentro de un tiempo, podríamos encontrar fragmentos de huesos o raspas de pescados, pero no habría rastro de pan o patatas, y esto no quiere decir que no formen parte de nuestra dieta".

Los restos de las conchas de las ostras encontrados en las Atarazanas son de un tamaño muy inferior al de otros lugares de Europa en ese momento histórico, lo que se explica en que el crecimiento de la población en Sevilla tras el descubrimiento de América y la demanda de este molusco supuso un freno para su desarrollo.

De la intervención en las Atarazanas de Sevilla, se concluye también que los perros y los gatos pudieron formar parte de los menús de la época y que tras el descubrimiento de América se introdujo en la alimentación de los sevillanos la carne de pavo.

Los paleobasureros también han descubierto algún "secreto", como que, a pesar de los preceptos islámicos, en el entorno de la catedral de Sevilla fueron encontrados restos de cerdos entre las ruinas de casas musulmanas del siglo XII.

Eloísa Bernáldez señala en su artículo "Basureros arqueológicos: 8.000 años de historia nos esperan" que en la época islámica "el registro de cerdo es igual que en siglos posteriores, cuando los cristianos se establecen en etas tierras. ¿Será porque en el periodo islámico la mayor parte de la población es la autónoma, que continúa con sus costumbres?".

El Laboratorio de Paleontología y Paleobiología ha investigado también el navío francés Fougueux, que se hundió en 1805 frente a la costa de San Fernando (Cádiz), y ha encontrado un hueso de vaca contaminado con plomo, una contaminación que podría provenir de los desechos que los artesanos vertían a la aguas dulces que después se utilizaban par regar huertas, cuyos vegetales alimentaban a las reses.

Esto explicaría que siglos atrás ya existía entre los humanos el plumbismo, la intoxicación por plomo.

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