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La plaza donde el silencio es blanco, el ruido también

calle rioja

La Palma de Sevilla. Dos Sevillas en una caja de zapatos. La bohemia y comercial de Regina, la conventual y palaciega de Gerona. Las dos confluyen en San Juan de la Palma

Una vista de la plaza de San Juan de la Palma, junto a la iglesia del mismo nombre. / Juan Carlos Vázquez
Francisco Correal

06 de octubre 2021 - 06:42

La irregularidad de su espacio le da un aire de compás. No es San Juan de la Palma un triángulo equilátero; puede serlo escaleno o isósceles. Una puerta que se hace ventana; una palmera que se hace bosque. Hay botellines en el bar San Juan de la Palma y también en la tienda paratodo La Palma de San Juan. En esta plaza desembocan las calles Regina y Gerona. La primera, pasada la aduana de Madre Purísima en el primer tramo de lo que se llamó Viriato, pasa a ser en la base de la iglesia calle Feria. San Juan de la Palma es por tanto portada de Feria los 365 días del año, incluido el Domingo de Ramos que sale a la calle la Amargura, el Silencio Blanco. La contraportada estaría en la Resolana.

El ruido también es blanco. Un coche de ese color con música de los Chichos en la radio. El bar se sigue llamando La Plazuela, aunque el encargado ya no es Fernando, el que estaba cuando presentamos un libro que bautizó Rafael de Cózar. Tampoco está Pablo del Barco en su casa-galería. Se fue a su Burgos natal a buscar las esencias de Sofía Loren en El Cid de Anthony Mann. Hay alboroto de albañilería en la plaza, consultas por móviles de tabiques, medidas y ladrillos. El parque infantil junto a la palmera central está vacío. Es el recreo de los mayores, que pasan por esta plaza con andar quedo. El medio es el mensaje y la calzada condiciona al mensajero. Hasta el del medio de los Chichos canta sin agobios en la radio del coche que se pierde a la altura de la Casa de los Artistas, que todavía conserva un rótulo de Pericet. En la plaza vive una Lola que se va a los Puertos todos los días. Su casa está entre el palacio de Dueñas donde nació Antonio Machado y la iglesia donde se casó su hermano Manuel. En 1873 llegó la Primera República, en 1874 nació Manuel (calle San Pedro Mártir, como Rafael de León y Alejandro Sawa) y en 1875 Antonio.

El final de Regina es portada de Feria 365 días al año. Resolana es la contraportada

Los bancos de hierro de la plaza están muy solicitados. Al mediodía la sombra cotiza más que el sol, como en los toros. Un alto en el camino para leer, pensar o departir con la persona de confianza. En el bar Dueñas hay mesas en la calle. Sede de las tertulias de Cuadernos de Roldán y lugar donde se cultiva la afición al ajedrez. Al lado, hay una casa de Aníbal González. En noviembre se cumplen siete años de la muerte de la duquesa de Alba. A partir de entonces ya podía Martín Cartaya hacer pública la foto en la que Cayetana aparece bailando con su maestro Enrique el Cojo, un maestro del baile, sevillano de Cáceres, que tenía su estudio en la calle Espíritu Santo.

Pasan dos chicas con un plano de la ciudad. Pasear por una ciudad desconocida tiene que ser tan fascinante como recorrer un cuerpo nuevo. La ciudad, como pueblo grande, es la más perfecta analogía del cuerpo humano. Tiene sus manos y sus pies; sus codos y sus rodillas; sus músculos y sus cartílagos; sus axilas y sus omoplatos. Ruge y calla, ora y bosteza como dijo el poeta, silba y aplaude. Late su corazón, rige su cabeza. Le cambiaron ese cabello anacrónico de las antenas de televisión y ahora luce una calvicie de alturas desiguales.

Pronto llegará el bullicio infantil. Los pequeños jornaleros del pupitre. Gerona y Regina son casi perpendiculares. Las separan escasos metros, pero el público que las recorre es completamente distinto; no se sabe si una es para el ocio y la otra para el negocio; si Regina, por sus tiendas, es más bohemia, y Gerona conserva cierto aire conventual. Dos Sevillas en una caja de zapatos. Una tiene tráfico rodado, la otra es peatonal, camino del mercadillo del Jueves, seis días de espera y al séptimo regateó. Un joven lleva un cirio y unas flores, presumiblemente para el convento de Santa Ángela de la Cruz en la casona donde nació Fernando Villalón, el poeta y ganadero de la generación del 27.

Todavía hay quien se detiene ante la imagen del Cristo de los Afligidos, en una de las ventanas de la iglesia. Los bancos guardan el dinero, las consignas las maletas y este nazareno guarda para sí todos los dolores. Hay quien ni repara en que ahí está el hombre que puso en marcha la hora del tiempo moderno, el que irritaba a escribas, fariseos y sumos sacerdotes, piedra de escándalos.

Dos jóvenes le hacen una foto a un sucedáneo de escudo nobiliario colocado en la puerta del Archivo de Protocolos.Se lee Harto de Tó. El existencialismo castizo. Base por hartura. Salen los escolares y empiezan a cerrar las tiendas. Pepe, el hijo de Pepita la montañesa, ha terminado su jornada matinal en El Taller de la Copia y camina por la calle Guadiana, nombre del río al que todos los veranos ve desembocar en su paraíso de Vila Real de Santo Antonio, frente a Ayamonte. Por la tarde vuelve a abrir. Imprenta y copistería, material escolar y un escaparate renovable. La Galaxia Gutenberg junto a la Cruz Verde del histórico motín.

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