Una plantilla envejecida y precaria
¿hacia dónde va la universidad?
La Hispalense y la UPO alertan de la pérdida de una promoción de profesores por los recortes de la crisis
"Hay una generación de profesores que se ha perdido con la crisis. No hay cantera". El vicerrector de Profesorado de la Universidad Pablo de Olavide (UPO), Francisco Manuel Martín, se muestra contundente. La falta de personal joven en la base de la pirámide del profesorado universitario tendrá "consecuencias en el futuro". Hay un problema de relevo generacional.
Los recortes por parte del Gobierno central y del Ejecutivo andaluz durante los años de la crisis, especialmente a partir de 2013, cuando la tasa de reposición llegó a ser del 0% (y del 10% en 2014) y no se podían convocar plazas públicas, lo que impidió la promoción del personal docente e investigador, ha provocado un envejecimiento de la plantilla, la falta de un relevo generacional, la fuga de talento y el empobrecimiento de la capacidad productiva de las universidades públicas. Esto ha hecho que se incrementen de forma notable los contratos temporales y a jornada parcial. Éste no es un problema exclusivo de las dos universidades públicas sevillanas, la Universidad de Sevilla y la Universidad Pablo de Olavide (UPO), sino de todo el sistema universitario público español.
En la última década, la plantilla docente de la Hispalense ha descendido a pesar del aumento del número de titulaciones de grado y posgrado, así como del alumnado. En el curso 2016-2017, había 4.177 profesores en la Hispalense y más del 32% tenía un contrato temporal, según datos de la institución académica.
La UPO sí ha visto incrementada su plantilla en los últimos años, pero no al ritmo esperado. La crisis económica pilló a la Olavide con apenas diez años de vida, "en plena infancia", recuerda su vicerrector de Profesorado, Francisco Manuel Martín. Las políticas de ahorro frenaron su crecimiento. "Había un techo de gastos que no podíamos rebasar y aunque tuviéramos el dinero, la ley nos impedía contratar personal. Acabábamos de nacer, nuestros profesores eran jóvenes, no había jubilaciones, y tampoco salían plazas públicas", indica Martín.
Actualmente, la UPO tiene "una de las tasas de funcionariado más baja de España, en torno al 23%" y más del 48% de la plantilla tiene un contrato a tiempo parcial. Muchos de estos últimos son de profesores sustitutos interinos o profesores asociados, una figura que se ha incrementado de forma alarmante con la crisis.
En su origen, la figura de profesor asociado se pensó para que un profesional en activo pudiera mostrar a los estudiantes universitarios la realidad de la profesión para la que se estaban formando. La dedicación horaria de estos docentes es reducida y su nómina también. Ante la falta de convocatorias públicas y el bajo coste que suponía este tipo de profesores con contratos a tiempo parcial y temporales, las universidades empezaron a abusar de ellos.
Hoy, la UPO cuenta con 392 profesores asociados, unos 90 más que hace diez años, lo que representa casi el 38% de la plantilla total. "No es nuestra culpa. Los recortes nos obligaron a buscar alternativas", argumenta el vicerrector Martín. "Echamos manos de los profesores asociados porque era nuestra única opción. Cobran poco y aceptan el trabajo porque les gusta la docencia y a muchos les beneficia profesionalmente estar vinculados a la Universidad. Lo normal es que el 13% ó 14% de la plantilla sean profesores asociados, en la UPO superamos ese dato de forma significativa".
La situación en la Hispalense no es diferente. En diez años, los profesores asociados con un contrato en régimen laboral han aumentado casi un 60,5%. En 2013, en plena crisis, había 594, el máximo registrado en el esta Universidad. El vicerrector de Profesorado de la Hispalense, Juan Carlos Benjumea, aclara que este aumento no sólo se debe a los efectos de la crisis. Durante la transición de las licenciaturas a los grados, en los que las carreras universitarias pasaron de cinco a cuatro años, hubo un periodo en los que los dos planes de estudio estuvieron vigentes y se recurrió a los profesores asociados, que no exigían un compromiso laboral permanente, para cubrir las asignaturas duplicadas. "Pensábamos que cuando finalizara esta transición habría menos carga de trabajo, pero no fue así. Luego surgieron los másteres y los trabajos fin de grado, que han impedido prescindir de los profesores asociados".
Otra consecuencia de las políticas llevadas a cabo en los últimos años ha sido el envejecimiento de la plantilla. La edad media del profesorado de la Universidad de Sevilla y de la Pablo de Olavide ha aumentado diez años en la última década. En 2006, en la Hispalense, el 36% de los docentes tenían entre 40 y 49 años, hoy, el grueso del profesorado tiene entre 50 y 59 años. En la UPO, al ser una universidad más joven, la media de edad oscila entre los 40 y 49 años, pero hace diez años ésta estaba entre los 30 y 39.
La universidad en general se enfrenta a un importante desafío: no hay relevo generacional. En la Hispalense, los docentes menores de 30 años representan el 0,57% de la plantilla, sin embargo, más del 15% tiene más de 60 años, y el 5% supera incluso los 65. Hace 10 años, los menores de 30 años suponían el 3,46%.
El pasado curso escolar 2016-2017 (últimos datos disponibles), no había ningún ayudante ni ayudante doctor menor de 30 años. En concreto, sólo existían 24 docentes entre 20 y 29 años y 22 de ellos eran profesores sustitutos interinos y los otros dos, profesores asociados.
"No solamente se ha perdido una promoción de profesores, sino que, además, el parón de cuatro años sufrido no se puede reactivar inmediatamente", indica Juan Carlos Benjumea, vicerrector de Profesorado de la Universidad de Sevilla. "Un profesor no se improvisa, necesita una media de ocho años para prepararse y competir por una categoría indefinida. Si tú haces un parón de cuatro años, hablamos ya de 12 años y no todo el mundo espera. Se ha perdido todo un tramo de edad que vamos a arrastrar durante mucho tiempo".
La figura del ayudante, el personal más joven, el primer eslabón de la carrera académica, prácticamente ha desaparecido. Mientras que en 2006 había 163 ayudantes en la Universidad de Sevilla, diez años después sólo hay dos, uno de ellos incluso con más de 40 años. En la Universidad Pablo de Olavide, la situación es peor. Esta categoría ya no existe, no hay ayudantes en la plantilla docente, sin embargo, en 2006 esta figura representaba casi el 10% del personal.
Los ayudantes son jóvenes con contratos no superiores a los cinco años que acaban de presentar su tesis o están a punto de hacerlo, quieren complementar su formación docente e investigadora y colaboran con las tareas prácticas. Una vez acreditados, pasan a ser ayudante doctor. "Los ayudantes son muy costosos porque imparten pocas horas de clase. No compensaban y tuvimos que eliminarlos, aunque eso implicara mermar la cantera", admite Francisco Manuel Martín.
La crisis también ha generado nuevas categorías precarias, como la de profesor sustituto interino y la de contratado doctor interino. Ni la Universidad de Sevilla ni la Olavide contemplaban en sus estadísticas de hace 10 años ninguna de estas dos figuras.
La categoría de ayudante doctor también se ha visto afectada. Ésta es la puerta para acceder al primer contrato estable dentro de la carrera académica, el de profesor contratado doctor, que tiene el mismo nivel salarial que el titular universitario, es fijo pero no funcionario. La falta de convocatorias de plazas ha provocado que muchos profesionales se queden aquí atascados. Para dar salida a estos profesores, según explica Juan Carlos Benjumea, en Andalucía se creó la figura de contratado doctor interino.
"Hemos tenido que suspender la oferta de empleo público durante varios años, no podíamos sacar plazas. Pero había ayudantes doctores que terminaban sus cinco años y estaban acreditados. ¿Qué hacías con ellos? ¿Los echabas a la calle? Por eso llegamos a la soluciónin extremis de contratarlos como doctores, la plaza para la que tenían que concursar, pero de manera interina, hasta que pudiéramos sacar la plaza a concurso", explica. "El problema que se plantea ahora es que puedo sacar las plazas, pero ellos no quieren concursar, quieren obtenerla directamente porque, si no la logran, se pueden quedar en la calle".
En la Universidad Pablo de Olavide hay una bolsa de unas 190 personas esperando una plaza fija, según confirma el vicerrector de Profesorado, Francisco Manuel Martín. "Tenemos a gente acreditada que no puede promocionar porque no salen sus plazas, la mayoría ayudantes doctor. Son cinco años ya taponados. Ahora están empezando a salir las plazas de aquellos que se acreditaron en 2013. El tapón es enorme". En otros casos, la cualificación de estos profesionales es superior a la requerida para contratado doctor, la primera categoría estable que ofrece la Universidad. "Tenemos profesores sustitutos interinos con muchos méritos que están acreditados para titular universitario", subraya Benjumea, de la Universidad de Sevilla.
Esto ha provocado una fuga de talento, según reconocen los vicerrectores de las dos universidades públicas sevillanas. "Las perspectivas de prosperar aquí son nulas. Los buenos docentes e investigadores se van porque saben que aquí tardarán muchos años en lograr un contrato estable", destaca Francisco Manuel Martín, de la UPO.
"Claro que se ha producido una fuga de talento", añade Juan Carlos Benjumea, de la Hispalense. Antes, existía los que se llamaba Acuerdo de Estabilización Investigadora. Los estudiantes que terminaban tenían un buen currículum y querían hacer carrera académica, buscaban programas competitivos a través de becas para conseguir un contrato que les permitiera realizar la tesis y alcanzar un currículum interesante. Cuando estaban listos se les ofrecía en la Universidad una plaza para que concursase, pero cuando el sistema se paralizó afectó a todos, también a ellos. "¿Dónde están estos jóvenes? Se han ido. Buscaron una oportunidad fuera, incluso de España. No podían esperar cuatro años a que se abriera la posibilidad de una plaza. La pena es que esto no se puede cuantificar, no aparece en las estadísticas", afirma con resignación.
Benjumea se lamenta de la "poca repercusión" que ha tenido este asunto en los medios y en la sociedad en general durante estos años. No obstante, admite que desde 2016 se aprecia una mejoría, que se ha intensificado en 2017. Los sustitutos interinos han descendido en la Universidad de Sevilla un 22,7% en dos años, mientras que el personal ayudante doctor se ha incrementado en un 38,5% desde 2015 y los profesores con vinculación permanente, en un 2,5% .
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