Plan Estratégico de Sevilla 2030: De los edificios bioclimáticos a una Feria más inclusiva
El futuro de la ciudad
El proyecto tiene repercusión en todos los ámbitos sociales
El Plan Estratégico 2030 recoge para su desarrollo 36 líneas estratégicas que han de guiar todos los proyectos que se lleven a cabo los próximos diez años. Algunas de estas premisas ya se han implantado -o se ha intentado- recientemente. Es el caso de los centros educativos abiertos, medida a través de la cual se pretende que los colegios acojan, más allá del horario lectivo, actividades culturales, deportivas y de convivencia que contribuyan en las zonas más desfavorecidas a la inclusión de las familias con menos recursos y, sobre todo, a integrar las escuelas en los barrios y con ello reducir las tasas de abandono escolar y de absentismo.
Otra de las medidas a poner en marcha concierne a la arquitectura bioclimática, fundamentada en elementos procedentes de la tradición constructiva como el uso de plantas, el agua, el tipo de material y los colores, a lo que se añade la innovación tecnológica en este asunto. Para este fin, se sugiere la implantación de proyectos piloto en espacios como el PCT Cartuja. Aquí también debe destacarse la lucha por “descarbonizar” la ciudad, con el impulso de las energías renovables que reduzcan de manera considerable las emisiones de carbono, a través de un menor uso de los combustibles fósiles. Una eficiencia energética que ha de estar muy presente en todos los ámbitos de “la vida urbana”: desde los edificios públicos y privados al alumbrado.
En este apartado se hace especial hincapié en la gestión de las zonas verdes, en la que se apuesta por el río -tanto el cauce vivo como el histórico- como espacios que deben ser “optimizados”, es decir, de aprovechamiento urbano bajo la premisa de la “sostenibilidad”. También se apunta a Tablada como el parque metropolitano donde aumentar la superficie verde, lo que libra a esta zona de cualquier proyecto de urbanización o especulación inmobiliaria.
Dicho concepto también prima en los planes de movilidad, que han de tener al peatón como “elemento prioritario”. En este apartado se apuesta por los vehículos no motorizados, con especial énfasis en la bicicleta.
Otra de las estrategias que llama la atención del plan es el concepto de Sevilla como Smart Community, que sustituye al de Smart City, lo que supone ofrecer a los ciudadanos servicios eficaces a través de la gestión digital, para lo que se impulsará la Administración Local 4.0, que conlleva una descentralización y modernización tecnológica.
Resulta igualmente curioso el tratamiento que se le otorga al patrimonio, en el que se indica que ha de trabajarse “desde criterios de autenticidad y evitando la banalización”. Se hará especial incidencia en “aspectos no muy frecuentados”, es decir, aquellos edificios que se encuentren fuera del enclave monumental de referencia (Giralda, Catedral y Alcázar), como es el caso de la Sevilla náutica e industrial.
Destaca aquí la definición que se le da a la Semana Santa (de la que no se hace alusión religiosa alguna) como “referencia en la imagen y la autoimagen de Sevilla”. El texto así la explica: “Acontecimiento que supone un hito de convivencia en el espacio público, la ciudad trabajará para preservar su carácter de celebración abierta y segura para el disfrute colectivo”. Llama la atención la inclusión de la palabra “segura”, en alusión a los incidentes que se han venido sucediendo desde la Madrugada del año 2000.
El plan tampoco deja fuera la Feria de Abril, a la que denomina como “la otra celebración clave de la primavera sevillana” y para la que se proponen medidas que contribuyen a hacerla “más inclusiva y accesible” con la adopción de acciones que garanticen, eso sí, “su ambiente singular”.
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