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Un pijama para Tarantino

José Antonio pidió a la República que lo liberasen y un avión para mediar ante Franco. Sevilla, cantera de estudiosos de la Falange.

Francisco Correal

17 de julio 2016 - 05:03

Cuando estaba preso en la cárcel de Alicante, José Antonio Primo de Rivera pidió a la República que lo liberasen y le facilitaran un avión para ir hasta Burgos y mediar ante los militares rebeldes. Llevaba un programa de reforma agraria, de obligatoriedad de la enseñanza religiosa, disolución de todas las milicias y un duro varapalo contra "las clases privilegiadas y ociosas", a las que culpaba del fin de la dictadura que encarnó su padre, el general Miguel Primo de Rivera.

En el primer trimestre de 2017 aparecerá un estudio sobre José Antonio del historiador Joan Maria Thomàs, uno de los mayores especialistas en la historia de la Falange. "Extrañamente, los falangólogos somos muy pocos", dijo en unas jornadas celebradas en la Universidad de Sevilla sobre La España del Frente Popular. Thomàs lo atribuye a "razones probablemente políticas y a la urticaria y alergia que nos produce, pero no tiene sentido tratándose del movimiento fascista más longevo de Europa". Falange se funda en octubre de 1933 y se extingue en abril de 1977.

Este profesor catalán cree que en Sevilla está una de las mejores canteras para estudiar este fenómeno. Están los maestros Alfonso Lazo, José Manuel Macarro y Fernando del Rey Reguillo, y, entre los discípulos, Santiago Navarro de la Fuente o José Antonio Parejo. Este último, coordinador de las Jornadas, ha estudiado las fichas de todos los que formaron Falange en Sevilla.

Parejo ve en la historiografía y en el "gran público" una resistencia ante la realidad de ese movimiento. Un desdén del que culpa por un lado a Rousseau "y su idea de que el ser humano es bueno por naturaleza", y, por otro, a los continuos ejercicios de caricaturizar ese movimiento en la literatura, "todos los años los profesores recomiendan a los alumnos la lectura de El niño con el pijama de rayas", y en el cine, desde El gran Dictador de Chaplin a Malditos Bastardos, de Tarantino. "Se olvida que por cada Premio Nobel que se exilió había otro que apoyaba al fascismo".

En las elecciones de febrero de 1936 la Falange no sacó ningún diputado. En Sevilla, José Antonio Primo de Rivera obtuvo 942 votos y Sancho Dávila 847. "Ese desastre electoral fue su pistoletazo de salida". Aglutina muchos militantes de Acción Popular, el partido de Gil Robles, y se va a convertir en un partido interclasista y de masas. "El fascismo necesita su tiempo; en Italia aparece rápidamente con Mussolini; con Hitler surge con más lentitud, y la Falange está en un punto intermedio". Niega la premisa según la cual la Falange no era sino "un movimiento de señoritos con bigote, una herramienta del capital o de la burguesía para explotar a la clase trabajadora".

En el fichero de Falange encuentra a muchos antiguos militantes de UGT y de CNT. En Sevilla le constan tres toreros -dos más que acompañarían en el paseíllo a El Algabeño-, pero también 105 jornaleros, 200 obreros o 454 estudiantes. Con un indudable componente de populismo. "En Sevilla, la Falange le impone una multa a los terratenientes porque aprovecharon el 18 de julio para no pagar los jornales".

Lo bueno de Parejo, según Fernando del Rey, es que no trabaja con fuentes convencionales. El profesor Thomàs compara el tránsito de José Antonio a Franco con el paso antropológico de la juventud a la madurez, "algo parecido a lo que ocurrió con el PNV y los fundadores de la Eta".

El historiador Santiago Navarro estudia las relaciones del Frente Popular con la Iglesia. Nunca llegó a España desde Buenos Aires el sustituto del nuncio Telleschini, que cesa en su cargo el 9 de junio de 1936. Un tema apasionante para los periódicos que éstos vivieron con pasión. "En las primeras Cortes de la República había 47 periodistas porque cada partido tenía su cabecera", dice Concha Langa. Los diferentes vaivenes, fueran el golpe de Sanjurjo o la Revolución de Asturias, acarrean cierres de rotativos. "Toda la prensa tuvo una relación difícil con la República".

Los libros sobre José Antonio se siguen vendiendo, dice Joan Maria Thomàs. "Su fascinación penetró incluso en la izquierda. Con un culto a la personalidad superior a los de Calvo-Sotelo, Julio Ruiz de Alda o Ramiro Ledesma". ¿Y si le llegan a facilitar el avión? "Franco lo habría metido en la cárcel otra vez".

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