Unos 'picasso' que saben a 'goya'
Calle Rioja
Preludio. La Asociación de Escritores Cinematográficos se presentó en sociedad en Huelva y treinta años después escenificó en sus premios ese hermanamiento con el festival decano.
JAVIER Paisano, presidente de Asecan (Asociación de Escritores Cinematográficos de Andalucía), me pidió que entregara uno de los premios de la gala del cine andaluz, en la categoría de mejor libro de cine. En casa tengo más libros de cine que películas, desde las memorias de Orson Welles y John Huston a las de Mariano Ozores. Conocí bien el caso de la película Rocío, con la que su director, Fernando Ruiz Vargas, obtuvo el premio del primer festival de cine de Sevilla y posteriormente la cinta fue prohibida, secuestrada y su director optó por el destierro a Portugal, país donde falleció.
La historia de las tribulaciones de esa película es el contenido del libro El caso Rocío. El premio lo recibieron Ángel del Pozo, editor de Aconcagua, y Ángel del Río, uno de sus autores. Al formar parte de la nómina de quienes entregaban los premios, me correspondían dos butacas en la quinta fila. Acudí sin acompañante, con lo que le gusta el cine a mi mujer. En las memorias de Stefan Zweig habla del caso de espionaje del coronel Redl, película protagonizada por Klaus Maria Brandauer que vimos en el mismo cine antes de conocernos.
La butaca de acompañante la ocupó una joven actriz nominada a los Goya. Natalia de Molina subió al escenario en representación de David Trueba, director de Vivir es fácil con los ojos cerrados, galardonada con el premio a la mejor película española. Sin producción andaluza, aunque andaluces son los escenarios del rodaje en Almería y los ojos de Natalia, granadina de Linares.
A mi izquierda, separados por el pasillo, se sentó Antonio Dechent, mejor actor por A puerta fría. Se fundió en un abrazo con Paco Tous, que se lo dio. Uno de los tres componentes de la compañía Los Ulen. Los otros dos estaban en la gala: Mayte Sandoval, la comisaria burgalesa de El mundo es nuestro, sentada junto a Belén López, premiada por su papel en la última de Gracia Querejeta; y Pepe Quero, que se sentía monsieur Hulot en Mon oncle como tío de Natalia de Molina. Las actrices andaluzas son la gasolina de la nueva savia del cine español, defienden el trabajo de la hija de Elías Querejeta y del hermano de Fernando Trueba.
Sonsoles Ferrín impulsó desde la cadena Ser, en la edición andaluza de A vivir que son dos días, el programa Se rueda en Andalucía, que hace José Víctor García. Alberti: "Yo nací, respetadme, con el cine". Me une con Sonsoles una vivencia cinematográfica: vimos hace años en la misma sala, ella con la cinéfila Fuensanta Ramírez, Los puentes de Madison.
Música de Manolo Marvizón en la primera fila de Chicarreros. Subió Pilar Távora al escenario por su documental Gitanos andaluces. En una copistería vi su nombre junto al de Tirso Calero en un manuscrito titulado Botas de barro. El hijo de Antonio Onetti, uno de los mejores guionistas del país, que representa a la SGAE en Andalucía, también se llama Tirso. El tirón del teatro. Antonio Gonzalo es riojano, como Azcona, pero hace mucho cine en Andalucía. Películas con símbolos de la tierra, como Casas Viejas o Blas Infante, o con intérpretes andaluces. El sevillano Miguel Rellán protagonizó su largometraje El terrorista y a Pilar del Río, periodista y viuda de Saramago, le dio un papel en la película Demasiado para Gálvez, adaptación de la novela de Jorge Martínez Reverte. Gonzalo le contaba a Ángel del Río, hermano de la mujer del Nobel portugués, que Manuel Vázquez Montalbán le confesó que el personaje que interpreta Victoria Abril en Asesinato en el Comité Central lo escribió pensando en Pilar.
María Alfonsa Rosso celebraba el éxito de esta cosecha, piropos con sabor a epitafio que Belén López le dio al Centro Andaluz de Teatro. Subían al escenario las hermanas Lucía y Mercedes Hoyos. Asecan, organizadora de la gala, se presentó en sociedad hace treinta años en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, galardonado por su trayectoria al cumplir cuarenta. Un festival decano, como el equipo de fútbol de esa ciudad. El primer altavoz de esta asociación cuyos fundadores Rafael Utrera, Juan Fabián Delgado y Enrique Colmena estaban en la gala. El galardón lo entregó José Luis Cienfuegos, director del festival de Sevilla que irá de pesca al de Berlín. Le conté a Natalia, mi fortuita acompañante, la sobrina del cómico de la legua, que uno de mis mejores recuerdos del festival choquero fue encontrarme al abrirse un ascensor con Fernando Rey, que iba como el Quijote de Gutiérrez Aragón.
Manuel Martín Cuenca subió tres veces al escenario. Reivindicó la nieve y el viento como patrimonios de Andalucía y en su trasiego de almeriense que rodó en Granada, glosó la colaboración de un malagueño de la calle San Luis de Sevilla, boquerón del Pumarejo, un sastre llamado Antonio de la Torre. Terminó la gala y empezaron los canapés. Más de uno miró los platos de chacina del antiguo patio de la Audiencia con ciertas precauciones. Juan Espadas y Antonio Muñoz echaron en falta dos gobiernos: el local y el autonómico. ¿Cine andaluz? La presidenta estaba en San Sebastián fuera de concurso. El corto Solsticio no era de Torrijos.
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