El perro ya no muerde en el Jardín Francés
calle rioja
Patrimonio. Los bisnietos del francés que encargó una casa a Aníbal González tienen que entregar las llaves al Ayuntamiento antes del 20 de marzo por requerimiento expropiatorio
Hoy, 1 de marzo, comienza la cuenta atrás de una hermosa historia con más de un siglo de vivencias. El 20 de marzo, los herederos de J.P. Martin, un jardinero de los Alpes franceses que llegó a Sevilla a finales del XIX, tendrán que entregarle al Ayuntamiento las llaves del Jardín del Francés, nombre que permaneció durante todo este tiempo como contraseña familiar.
A duras penas se distinguen las letras del cartel J.P. Martin Horticultor. La casa se la encargó a Aníbal González, que empezó a construirla en 1910 y la entregó en 1912. El primer propietario no imaginaba que su nieta, Marta Martin, sevillana nacida en Clermont-Ferrand, se iba a emparentar con el arquitecto que hizo la casa. Aníbal González se casó con Ana Gómez-Millán, hermana de José Gómez-Millán, cuñado de aquél, primogénito de una saga de arquitectos y padre de José Luis Gómez-Millán Gener, el marido de la francesa sevillana a la que cariñosamente su padre, el segundo J.P. Martin, llamaba Poupée, muñeca en francés, aunque en el barrio todo el vecindario la conocía como "la Pupe".
El Jardín del Francés es la punta del iceberg de los terrenos que inicialmente, en tierra de nadie, compró J.P. Martin, uno de los muchos apellidos franceses que como Ferrand o Peyré llegaron a Sevilla atraídos por el auge del ferrocarril. "Aquí se estableció el primer vivero de Sevilla, que estuvo en funcionamiento hasta 1966. Ese año muere mi abuelo y cuatro meses después mi tío Jaime, los que llevaban el vivero. Llegaron a estar al cuidado de los jardines del Alcázar".
Estos datos los facilitan casi al alimón dos personas cuya infancia, como el limonero de Machado, son recuerdos del patio de esta casa con jardín. La muerte de sus hermanos José Luis y Adrián -su madre murió en 2002; su padre, en 2010- ha convertido a Jaime y Pablo Gómez-Millán Martín en los veteranos de la familia. Jaime nació en esta casa en 1951 y vivió en ella hasta que se casó en 1975. Pablo vino en un parto doble en 1955. "Yo nací en la clínica y mi hermana Cristina en la casa. Ella murió con veinte meses".
En la pared que da al patio donde todavía cuando hace bueno hacen reuniones familiares hay una foto de sus padres con los ocho hijos. Poco después se incorpora a la conversación María José Gómez-Millán Martín, quinta y melliza del sexto, Ignacio. Ella se siente doblemente intervenida, porque con su marido lleva las riendas del bar Citroën, local histórico de la Sevilla de la Exposición del 29.
El Jardín del Francés se construyó en las afueras, puro campo, y la evolución de la ciudad lo ha convertido en uno de los nuevos centros. Situado entre las calles Mallén y Céfiro, fue objeto de sucesivas expropiaciones que diezmaron sus dimensiones. "El Ayuntamiento dice que lo va a utilizar para equipamientos sociales", dice Pablo. "Estamos en los Tribunales, porque nos ofrecen unas cantidades irrisorias". Muertos el bisabuelo y el abuelo, dos J.P. Martin, queda otro familiar con estas credenciales. Es un primo de estos hermanos, hijo del hermano de su madre, que trabaja en el hotel Los Seises. Además de J.P. Martin, permanece el cartel de Perro Muerde. "Ya no hay ni perro. Al perro lo recogió mi padre de la calle, le curó una pata herida y le puso Dyc, como el whisky". Atraviesan la casa unos gatos negros y vertiginosos.
Algunos de los hijos y sobrinos vivieron en el edificio de doce plantas que se construyó en 1968 para financiar el traslado de los Talleres Florida. Del vivero sólo queda el recuerdo y el arbolado casi de autor del desangelado patio: una sófora oriental, también llamado árbol de la miel o de las pagodas, "creo que es el único que hay en Sevilla", un magnolio, unos limoneros. "Dos cedros del Himalaya los tuvimos que cortar porque estaban enfermos". En la casa todavía vive Claudio, el pequeño de los ocho hijos de la foto familiar. La casa quedó como último mohicano urbanístico de una finca mucho más extensa. Muy cerca está la estación de Santa Justa, símbolo de aquel icono del transporte. "Mi madre es sevillana y nació en Francia y mi abuela era francesa pero nació en Andalucía, concretamente en Marmolejo, porque su padre trabajaba en Andújar en la construcción del tren Cádiz-Madrid".
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