Los peores días de una familia muy arraigada en el barrio

Los parientes de la joven piden al Gobierno que les preste ayuda psicológica

El padre y el tío de Marta del Castillo salen de su casa para dirigirse a la reunión con el subdelegado del Gobierno.
El padre y el tío de Marta del Castillo salen de su casa para dirigirse a la reunión con el subdelegado del Gobierno.
F. Pérez Ávila

29 de enero 2009 - 05:03

El padre y el tío de la menor desaparecida abandonaron a toda prisa la sede de la Subdelegación del Gobierno y se dirigieron al coche de la familia, aparcado en la mediana de la avenida de Isabel la Católica. Cabizbajos y sin responder a las preguntas de la prensa, sólo Javier Casanueva, tío y portavoz de la familia, pidió a los periodistas tiempo y los convocó un rato después en las puertas de su casa de la calle Argantonio.

En la misma silla que ocupó su cuñado el día anterior, Javier quiso hacer un nuevo llamamiento. "Si me estás viendo, Marta, no va a pasar nada, te esperamos con los brazos abiertos". La familia se aferra a la idea de una desaparición por algún trauma sufrido por la menor, algo que le haya ocurrido y le haya hecho marcharse sin comunicar nada a nadie, ya que desde el principio descartan la teoría de la fuga voluntaria.

"La Policía nos transmite buenas vibraciones, nos dice que no nos pongamos en lo peor, que seamos optimistas y que todo va a salir bien". Pero son ya cinco días soportando una presión excesiva y hasta los más enteros empiezan a venirse abajo. La familia solicitó ayer ayuda psicológica a la Subdelegación del Gobierno. "El segundo día todavía aguantamos, pero ya vamos por el quinto y esto no se puede soportar".

Los padres se encuentran muy afectados. Antonio del Castillo todavía logró hacer un esfuerzo para salir de su casa a eso de las cinco de la tarde y llevar el coche hasta la Plaza de España para entrevistarse con el subdelegado del Gobierno. Eva Casanueva, la madre, permanece sedada y pasa prácticamente todo el día postrada en la cama. Su hermano Javier se encarga de atender a todos los medios de comunicación, pasa las horas entre los directos de las cadenas de televisión, las entrevistas de las radios y atendiendo los cientos de llamadas que recibe en su teléfono móvil.

La familia está muy arraigada en la barriada de Tartessos, un núcleo residencial ubicado entre la calle Arroyo y la vía del tren próxima a la estación de Santa Justa. En el edificio que ocupa el número 3 de la calle Argantonio no sólo viven los padres de Marta, sino también los abuelos maternos. El abuelo se encarga de ir a la farmacia a por medicinas mientras la abuela también se encuentra muy afectada. Ayer, esta mujer besaba los carteles con las fotografías de su nieta pegados en el portal mientras la llamaba entre lágrimas.

Antonio del Castillo, el padre de Marta, es un trabajador que pertenece a una subcontrata de la industria aeronáutica. Su esposa, Eva Casanueva, es funcionaria de la Administración pública. "No somos gente de dinero, lo único que parece que puede descartarse es el móvil económico", dice el portavoz de la familia. Esta teoría apenas tiene fuerza entre los investigadores, ya que nadie se ha puesto en contacto con los padres de la joven para pedir un rescate ni nada parecido. Marta, que cumple 18 años el próximo mes de julio y cursa Cuarto de Secundaria en el colegio San Juan Bosco, es la mayor de tres hermanas.

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