Calle rioja
Francisco Correal
El filósofo de Cerro Muriano
"Ella ha sido realmente la heroína", subraya Antonio, el amigo al que Kika llamó el pasado domingo para intentar salvar su vida ante el desvanecimiento de su marido mientras pilotaba el ultraligero que acabó estrellándose en las inmediaciones del club de campo RACA en Sevilla. 24 horas después del siniestro aéreo, todos los involucrados en el auxilio de la improvisada piloto no esconden la incredulidad por lo ocurrido y por la hazaña llevada a cabo por esta mujer, que ya ha sido pasada a planta en el Virgen del Rocío.
El desconcierto fue lo que predominó en las primeras llamadas. Así lo ratifica Fran González en declaraciones a una emisora de radio. El controlador aéreo que ayudó a la superviviente a descender el avión narra cómo no sabían nada tras los primeros avisos. Al tratarse de un ultraligero, no tenían constancia de él, ya que no son aviones controlados. "Cuando ella llama la primera vez, con un ataque de histeria, nadie sabe quién llama, dónde está y qué pasa, hasta que descubrimos qué ocurría", relata.
Confiesa que la experiencia que vivieron desde la sala de control fue increíble. "Ha ocurrido lo contrario de lo que suele pasar en los accidente aéreos". Según el controlador, cuando se produce un siniestro relacionado con aviones, hay una cadena de eslabones que se unen para que al final acabe en un accidente. Sin embargo, comenta que en este caso ha ocurrido una cadena de sucesos que han hecho que al final la persona acabe con vida. "Ha sido algo espectacular", recalca.
Antonio, el amigo de Kika, describe la dureza de los momentos por los que pasaron, sobre todo el principio: "Habíamos estado con ellos en el aeródromo de Trebujena y al regreso a nuestra base en Alcalá del Río aterrizamos todos menos el avión de José y Kika. Ya en el suelo, recibí una llamada telefónica de Kika diciendo: 'Antonio, ayúdame. José está muerto. No sé pilotar", relata.
Todos coinciden en que ella ha sido realmente la heroína, al estar durante más de una hora volando en un aparato que nunca antes había manejado. "Ha estado volando con su pareja al lado incapacitada y teniendo ella que controlar el avión en una situación muy difícil. Ha sido capaz de volarlo y bajarlo hasta las proximidad del aeropuerto en una situación muy complicada a 10.000 pies de altitud", cuenta Antonio, quien ayer prefirió "no molestarla". "Queríamos ir todos los compañeros del campo de vuelo a darle un abrazo, pero estaba en observación. Sabemos que está bien porque hemos visto una fotografía suya en buen estado aparente", comenta el amigo.
Fernando Vera, cabo de la Guardia Civil, narra que bajó del helicóptero en alta rotación, es decir, muy cerca del suelo en marcha, al ser la manera más rápida de caer. "Ella estaba intentando alejarse del fuego, estaba con casi todo el cuerpo fuera, la incorporé y me la eché a la espalda. A cinco o seis metros fue la primera explosión y luego a unos 40 o 50 metros la segunda. Fue cuando ya la tenía segura del todo", explica Vera. Ninguna de las explosiones afectaron al guardia civil ni a Kika. La arboleda en la que había impactado el ultraligero atajó las posibles consecuencias. "En ese momento no pasa nada por la mente, sólo que hay que sacarla cuanto antes y alejarla del avión", detalla Vera.
"Cuando uno está en la sala de control, no está solo. Yo tuve a mi alrededor a compañeros, supervisores, el jefe de sala... Todo el mundo se volcó en esta situación. Fue un trabajo de equipo", destaca el controlador, que añade que ha sido todo de película y que es impredecible una emergencia de este tipo, a pesar de la formación que reciben.
Sorprende cómo Kika pudo controlar los mandos del aparato gracias a todas las indicaciones. Nunca había pilotado un avión, aunque sí tenía tras ella las nociones propias de haber volado muchas horas con su difunto marido. Tranquilizarla, aseguran todos, fue fundamental. "Sabemos lo que es una situación de pánico en vuelo que te hace perder la conciencia situacional. Es muy difícil que una persona reaccione bien como lo ha hecho ella". Sin ser obligatorio que el acompañante del piloto de un ultraligero tenga que tener conocimientos sobre cómo pilotar, sí es aconsejable. "No es lo habitual, pero a la vista de lo ocurrido, sí sería recomendable", concluye Antonio.
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