Una pelea en un piso ocupado acaba en otro crimen en Los Pajaritos
sucesos | apuñalan tres veces a un joven de 26 años
José Ocaña, de 26 años, muere apuñalado presuntamente por Omar Mimi, un ciudadano marroquí de 35, al que le había alquilado ilegalmente una vivienda de la calle Carena
Los vecinos del número 4 de la calle Carena, una pequeña vía peatonal de Madre de Dios, se despertaron ayer con un reguero de sangre por todas las escaleras del edificio, desde la cuarta planta hasta el portal. José Ocaña Candela, de 26 años, había sido apuñalado a primera hora de la mañana presuntamente por Omar Mimi, un hombre de origen marroquí de 35 años, al que la víctima le había alquilado ilegalmente una vivienda. "Le dio tres puñaladas, una en el pecho, otra en el abdomen y otra en la espalda", indicaba un menor de edad en el lugar de los hechos, a la vez que señalaba en su propio cuerpo los puntos de las heridas.
Ocaña, tras ser apuñalado, consiguió salir de la vivienda, llegar hasta la calle y andar algunos metros hasta la esquina de la calle Codorniz, donde cayó de rodillas al suelo, dejando detrás un largo rastro de sangre, según explicaban algunos vecinos de la zona. "El pobre dejó las huellas de las dos manos en la pared", afirmó una mujer con un niño pequeño en brazos.
A pesar de la gravedad del incidente y de las pocas horas transcurridas, en el barrio la vida era la de un sábado más. Un vendedor ambulante vendía su mercancía, que pregonaba por un megáfono, en una furgoneta. La presencia de los periodistas despertó la curiosidad de algunos, que se concentraron para relatar lo ocurrido, lo que habían oído. Un niño contaba los hechos como si fueran el argumento de una película. No parecía impresionado.
El homicidio ocurrió sobre las seis de la mañana. A esa hora se inició una discusión entre la víctima y el presunto homicida que terminó con éste asestándole al menos tres puñaladas al primero. Las primeras investigaciones de la Policía Nacional, que detuvo inmediatamente al presunto autor del crimen, apuntan a que la pelea se pudo originar por una cuestión económica. La víctima había ocupado dos viviendas que se habían quedado vacías en el edificio, las dos de la cuarta planta. En el cuarto izquierda vivía él con dos personas extranjeras a las que había realquilado el piso. El de la derecha estaba ayer vacío, pero los vecinos aseguran que es constante el reguero de mujeres de origen africano durante la madrugada. Quienes residen en el piso roban la luz con enganches ilegales y toman el agua de una pila que hay abajo, junto al portal.
Los investigadores creen que la víctima reclamó alguna cantidad económica a su inquilino. Este pudo ser el origen de la discusión, que terminó con el inquilino magrebí dando muerte a su casero ilegal. La víctima salió del piso y bajó las cuatro plantas del bloque, dejando a su paso un reguero de sangre. Se dirigió a la calle Codorniz y allí cayó malherido. Unos vecinos lo montaron en un coche y lo llevaron al hospital, al que llegó ya muerto. Nada pudieron hacer los médicos por reanimarle. "Dicen que no deberían haberlo tocado, que tendrían que haber esperado a la ambulancia. Perdió mucha sangre", se lamentaba un vecino.
Ocaña se desangró cuando intentaba huir. Al mediodía todavía se podían observar los restos de sangre. Y eso que los vecinos se habían encargado de limpiar las escaleras y la calle con lejía. Aun así, quedaban las marcas de los dedos refregadas en una esquina y unas gotas en el suelo. La Policía Nacional llegó unos minutos después y encontró al presunto agresor en la vivienda. Los agentes lo detuvieron y lo trasladaron a las dependencias de la Jefatura Superior de Policía, donde será sometido a un interrogatorio en las próximas horas. El Grupo de Homicidios se encargará de la investigación del crimen, el segundo registrado en este barrio en lo que va de 2017 y el tercero en el último año natural.
El cuerpo de José Ocaña fue trasladado al Instituto de Medicina Legal, donde se le practicó la autopsia, y después al nuevo tanatorio de Nervión, en el polígono Carretera Amarilla, a menos de un kilómetro de donde ocurrieron los hechos. Este periódico ofreció a la familia de la víctima la posibilidad de dar su versión de lo ocurrido, pero ésta declinó la invitación.
Nada parecía presagiar horas antes lo que sucedió. "Ayer mismo por la noche, pocas horas antes, los vi a los dos juntos ahí sentados bebiendo. Se llevaban bien y vivían juntos". Otra vecina relata que la noche fue una pesadilla. "¿Que si he escuchado algo? Desde las cuatro de la mañana", explicaba, muy afectada por lo ocurrido. "Esta noche ha sido una pesadilla. Horrible. Ha sido como una película, yo no quería salir de casa", continuaba la mujer, que vive en el barrio desde hace más de 50 años. "Lo he llorado más que si fuera mi hermano, con el daño que nos ha hecho", admitía, aludiendo a los continuos problemas de convivencia generados por los ocupas.
En el edificio donde ocurrieron los hechos, algunos vecinos preferían no hablar de lo sucedido. "Nos lo hizo pasar muy mal", comentaba una señora. "Una noche aporrearon la puerta de la vecina que vive en el bajo. No había derecho a eso, ¿no se los podían haber llevado antes?".
Marcado por la delincuencia, la droga y las malas compañías
A José Ocaña Candela lo conocían todos en Los Pajaritos. Era el menor de una familia de cuatro hermanos y se ha criado en la calle Codorniz, a escasos metros de donde ayer perdió la vida y donde continúa viviendo su madre. Algunos incluso lo recuerdan como un buen chico que llevaba el pan a las vecinas pero que terminó torciéndose ya desde muy joven. En el año 2009 fue detenido por la Policía por cometer varios semaforazos, es decir, los robos a conductores mientras están detenidos en un semáforo. Solía abordar a mujeres y amenazarlas con algún pincho o navaja, o directamente golpearlas para quitarles el bolso. Por entonces, con sólo 18 años, ya había sido detenido 18 veces por la Policía. Sus andanzas habían comenzado cuando era menor y ya nunca se corrigió. En su historial figuran detenciones por sirlas, atracos, robo de vehículos. Se relacionó con delincuentes del barrio y cada vez fue a peor. Era amigo de Bayron Castro, aquel chico que golpeó con una muleta a un vigilante del Sánchez Pizjuán y terminó muriendo por una autopuñalada en el pecho que se dio en las barbacoas del Carranza, en Cádiz. Cometió robos junto a delincuentes muy conocidos de Los Pajaritos, todos fichados por la Policía. Últimamente ocupaba pisos y los realquilaba.
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