La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lección de Manu Sánchez
En época de coronavirus los animales están recuperando el terreno perdido frente al hombre. Hace unos días se pudo ver a varios ejemplares de patos campando a sus anchas por varias zonas de Sevilla, como Triana, Los Remedios o la Avenida de la Constitución. En el palacio real en uso más antiguo de Europa, el Real Alcázar de Sevilla, parte de su fauna se adentra por zonas hasta ahora vedadas por la presencia de humanos.
El Real Alcázar de Sevilla debería estar estos días recibiendo un auténtico aluvión de visitantes. Cuando se habla de la curva y del pico de la pandemia del COVID-19, la de visitantes del recinto estaría ahora en plena subida para llegar a su cima en el mes de mayo, cuando más turistas se acercan a conocer esta joya patrimonial de la Humanidad.
Pero las circunstancias son muy distinta. El Real Alcázar cerró sus puertas el viernes 13 de marzo, días después de que se diluyeran las habituales colas de turistas. Desde entonces, sólo acude al palacio el personal indispensable: mantenimiento, limpieza y seguridad.
Otra cosa muy distinta es lo que ocurre con los animales que viven en los jardines. Si habitual era ver algún pavo real merodeando junto a la cafetería, situada en los bellos jardines del palacio, durante estos días estos bellos animales han tomado otros espacios que deberían estar repletos de turistas chinos, japonés, italianos o franceses.
El patio del crucero, perteneciente al Palacio Gótico, el de la montería, vestíbulo del Palacio del Rey Pedro I y lugar donde se encontraba el famoso corral de comedias que fue pasto de la llamas, amanecen hoy poblados de pavos reales. Guardianes insospechados de este gran conjunto de palacios, joya municipal, orgullo de los sevillanos y patrimonio de la humanidad.
Temas relacionados
También te puede interesar
Lo último
No hay comentarios