La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lección de Manu Sánchez
El adiós de Cayetana de Alba
Una leyenda urbana cuenta que se podría atravesar España pisando sólo las fincas propiedad de la Duquesa de Alba. Verdadera o falsa, se puede afirmar con rotundidad que se trata de una de las terratenientes mayores de España, con más de 34.000 hectáreas bajo su control, lo que equivale a casi dos tercios del Parque Nacional de Doñana, por poner algún ejemplo. Latifundios que enturbiaron uno de sus días más felices, el de su reconocimiento como Hija Predilecta de Andalucía, cuando un sindicato de jornaleros provocó incidentes al considerar que su fortuna se había acumulado a base de la humillación de los humildes.
Los terrenos destinados a la explotación agraria están administrados por sociedades participadas con miembros de su familia y domiciliadas todas en el Palacio de Liria, sede de la Fundación Casa de Alba, que se creó en 1975 con el objetivo de conservar, mantener y mejorar el patrimonio histórico-artístico de la Casa de Alba, tanto inmobiliario como de sus colecciones. Sólo por las 16 fincas que poseía en Córdoba y las seis de Sevilla recibían ayudas de la UE de casi dos millones de euros al año. De hecho, se cuenta que los beneficios de sus empresas, que se alimentan con donaciones a la Fundación Casa de Alba, por lo que dejan de pagar un porcentaje de impuestos, se han mantenido gracias a las subvenciones agrícolas.
Su riqueza es imposible de calcular, sobre todo, porque se desconoce el patrimonio que cobijan la veintena de palacios de su propiedad, entre ellos el de Dueñas, en Sevilla, y el de Liria, en el centro de Madrid, las dos residencias donde solía pasar la mayor parte del tiempo. A ellos se suman otros de reconocido valor, como el segoviano Castillo de Coca, cedido al Ministerio de Agricultura a cambio de su restauración, o el de Alba de Tormes. Además de los palacios de Monterrey, en Salamanca, máximo exponente del plateresco español; el de Arbaizena, en San Sebastián; el de Coria, en Soria; Piedrahita, en Ávila; Montereo en Orense o la finca Las Cañas de Marbella, donde solía pasar gran parte de sus vacaciones estivales en compañía de sus nietos, estancias que alternó con sus descansos en Ibiza.
Aunque fue en el verano de 2011 cuando pudo conocerse el alcance de su legado más valioso al decidir donar en vida una parte de su fortuna personal a sus hijos. De esta manera pretendió despejar los obstáculos que impedían que sus hijos viesen con buenos ojos sus planes matrimoniales con Alfonso Díez, un funcionario 25 años más joven de ella con el que acabó casándose meses después. A su primogénito, Carlos, le legó la Fundación Casa de Alba, además de una colección de títulos y uno de los mayores latifundios, el de El Carpio. A Alfonso le dejó en herencia parcelas rústicas y la finca del antiguo castillo de El Tejado, del siglo XIV. A Jacobo, otras fincas rústicas. A Fernando, la mansión Las Cañas de Marbella y otras propiedades agrícolas. A Cayetano, el palacio de Arbaizenea, de San Sebastián y un gran latifundio en Sevilla. Y a Eugenia, la mansión de Ibiza, además del cortijo La Pizana, que le regaló su madre cuando se casó con el torero Francisco Rivera. Cada uno de sus nietos recibió una finca en el campo, pero la sorpresa fue la de su nieto Fernando, el primogénito, heredero del Palacio de las Dueñas.
Sólo esta casa de Sevilla está valorada en unos 30 millones de euros, según algunas tasaciones. Y el palacio de la calle Princesa de Madrid rozaría esa cantidad, ya que el suelo se cotiza a una media de 6.000 euros por metro cuadrado que, multiplicados por los más de 3.500 de Liria,ascienden a una cifra astronómica, pues en la valoración habría que tener en cuenta su importancia histórico-artística. Liria fue construido en el siglo XVIIIpor Ventura Rodríguez y sus jardines son de Sabatini.
la crisis y sus empresas
Algunas aproximaciones cifran en más de 3.000 millones de euros la fortuna de los Alba, de los cuales más de 650 millones corresponden a los inmuebles y las fincas. Gran parte de este patrimonio pertenece a la Fundación Casa de Alba, que englobaría propiedades como los palacios de Liria y Monterrey, además de los cuadros y la biblioteca. La gestión de estas propiedades sería heredada por el primogénito, duque de Huéscar. Muchos activos se encontrarían fuera de la fundación.
La crisis hizo que algunas de las empresas de la Casa de Alba, que ha inscrito oficialmente su marca en la oficina de patentes, atravesaran problemas de liquidez, lo que propició cierto movimiento del patrimonio. La duquesa intentó controlar sus activos hasta el fin de sus días, con la ayuda de sus hijos mayores. Sin duda, el reparto del resto del legado y la herencia que recibirá su marido –que ya renunció a cualquier beneficio– alimentará ahora otras leyendas.
Cartas de Colón, joyas exclusivas y una Biblia de 1430
La mayor dificultad para el tasador reside, sin duda, en las innumerables obras de arte que poseía la aristócrata. No se conoce el catálogo completo. Sin contar con la valiosa pinacoteca, las vitrinas de su imponente biblioteca y el archivo histórico del Palacio de Liria custodian 21 documentos autógrafos del descubridor de América. Los expertos creen que una sola de las cartas de Cristóbal Colón podría alcanzar en subasta unos 6 millones de euros. Una minucia en el mar de más de 30.000 volúmenes de valor disparatado que tiene la Casa Ducal. La famosa Biblia de Alba, de 1430 y que fue la primera traducida al romance, tiene un valor que supera los 2,5 millones de euros, según los libreros especialistas. Cayetana contaba con una colección de joyas que incluye piezas de valor incalculable, como una diadema de Eugenia de Montijo, de propiedad exclusiva.
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