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Un patrimonio digno de un reconocimiento mundial

El arquitecto Honorio Aguilar ha pedido al Ayuntamiento que tramite la declaración de Patrimonio Mundial

El sol entra por el óculo situado sobre el ábside de la iglesia de San Román. / M. G.
J. Parejo

10 de septiembre 2017 - 07:30

Un valioso patrimonio que merece un reconocimiento y una protección. Sevilla cuenta con un gran número de construcciones mudéjares, fundamentalmente religiosas, para las que el arquitecto Honorio Aguilar ha propuesto formalmente al Ayuntamiento tramitar la declaración de Patrimonio de la Humanidad. La luz era en su origen el elemento definidor de estos espacios, como detalla el arquitecto en su tesis doctoral Iluminación natural y soleamiento en las iglesias mudéjares de Sevilla, con la que obtuvo la calificación de sobresaliente cum laude. Mientras espera alguna respuesta del gobierno municipal, otro grupos políticos ya se han dirigido a él para llevar esta interesante propuesta al Pleno.

En Sevilla quedan en pie un buen número de aquellas iglesias primitivas que se construyeron tras la Reconquista de la ciudad mezclando la arquitectura cisterciense con las aportaciones de los artesanos locales. Son las denominadas iglesias alfonsíes, de las últimas décadas del siglo XIII y primera mitad del XIV, así como las reconstruidas tras el terremoto de 1356, por lo que la mayor parte datan de la segunda mitad del siglo XIV. "Toda la ciudad está determinada por la disposición este-oeste de esos templos. Se orientaban hacia los santos lugares. Hoy casi todas han perdido la iluminación natural y el soleamiento por la creación de capillas barrocas, espacios yuxtapuestos, retablos o cortinas que tapan los ábsides. La luz era su elemento definidor. Las misas eran al amanecer y el sol entraba por el altar incidiendo directamente en los fieles".

Prácticamente la mitad de las iglesias que se mantienen conservan la mayor parte de los elementos de la arquitectura gótico-mudéjar del tipo parroquial sevillano. Los dos ejemplos más importantes, como señala Aguilar, son Omnium Sanctorum y, sobre todo Santa Marina: "En la primera se recuperaron todos los elementos mudéjares y la segunda es la que más ha respetado el espíritu. Permanece prácticamente sin decoración, se conservan todos los huecos de iluminación natural en el ábside poligonal cubierto con bóveda de cantería, los situados en las naves laterales y sobre los arcos apuntados que separa la nave central de las laterales, todas cubiertas con artesonados de madera, y los grandes rosetones de la fachada principal. Además las capillas yuxtapuestas a las naves laterales no distorsionan la tipología". San Esteban es otro templo de la primera etapa constructiva y en San Vicente, San Pedro, San Marcos o San Andrés se pueden encontrar todavía casi todos los elementos. En Santa Catalina también se observan importantes vestigios. Santa Lucía, que se encuentra desacralizada, guarda también buena parte de sus elementos.

Otras iglesias se encuentran más alteradas, como San Gil, aunque es de las más antiguas, o San Román, San Lorenzo y San Isidoro, en la que el terremoto de Lisboa destruyó su capilla mayor y se volvió a levantar con planta cuadrada y en estilo barroco. La Ermita de San Sebastián, hoy parroquia del barrio del Porvenir o San Lázaro son otros ejemplos aunque con características propias. Iglesias que han desaparecido y eran mudéjares son las antiguas parroquias de Santa Cruz y la Magdalena, la de San Miguel, que se encontraba en la Plaza del Duque, o la del Salvador, sobre la que se levantó la actual construcción barroca, similar a lo sucedido con San Ildefonso o Santiago. Variaciones sobre este tipo presentan Santa Ana de Triana y San Martín, con cubiertas abovedadas.

Además de la arquitectura religiosa, en Sevilla hay grandes ejemplos de edificios civiles de estilo mudéjar, como el palacio del Rey Don Pedro del Alcázar y la Casa de Pilatos, el palacio de los Marqueses de la Algaba, la Casa de Olea, la Casa de los Pinelo, las Dueñas, aunque gran parte de estos edificios son construcciones del XVI y XVII que se construyen con elementos del lenguaje mudéjar, como ocurre en la mayoría de los conventos sevillanos. También son ejemplos de la arquitectura gótico-mudéjar los humilladeros de la Cruz del Campo o San Onofre.

Como el Real Alcázar ostenta ya la catalogación de Patrimonio Mundial, Aguilar sugiere que la tramitación más efectiva consistiría en extender la declaración actual del Alcázar de Sevilla al resto de los edificios mudéjares existentes.

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