Los patinetes destronaron al Rey de las Bicicletas
Calle Rioja
Expectación. La Resolana, arteria fundamental en la Cabalgata de los Reyes Magos, verá pasar esta tarde a la serpiente multicolor de la Vuelta Ciclista a España
Sevilla/HACE diez años que no gana un español la Vuelta Ciclista a España. Fue Alberto Contador en 2014. Cuarenta hará el año próximo que no gana el Tour de Francia un francés, que lo ganó por última vez en 1985 Bernard Hinault, con Mitterrand como presidente en el Eliseo. Nadie es profeta en su tierra. En este tiempo les ha dado tiempo a ganar dos Mundiales de Fútbol y organizar unos Juegos Olímpicos. Cuando el genio de Pinto, Alberto Contador, ganó la prueba todavía existía en la Resolana esquina con Perafán de Ribera la tienda El Rey de las Bicicletas, que ahora es una moderna tiene de ventanas y otros utensilios domésticos que está cerrada por vacaciones hasta el 2 de septiembre, festividad literaria de san Pepe Caballero Bonald.
Ahora en Resolana hay una tienda de patinetes y en el último mandato de Monteseirín empezó a construirse el carril-bici. Hoy es el único día que los ciclistas tienen licencia para no pasar por él. Esta herramienta de la movilidad ya está incorporada en la mayoría de las ciudades. Ahora gobierna el PP en Sevilla, pero en honor a la verdad el carril-bici fue un proyecto que empujó de forma tenaz Izquierda Unida cuando sustituyeron a los andalucistas como socios del alcalde socialista. En una entrevista de hace casi una década, cuando Contador ganó la Vuelta, Paula Garvín me decía: “Torrijos hizo otras cosas, pero lo del carril-bici lo hice yo”. Los dos encabezaron sendas candidaturas a la alcaldía. Ella es comunista y nació en Villacarrillo, provincia de Jaén. Torrijos es hijo de Amalia Torrijos, que en Coripe fue la primera mujer que rigió los destinos de una alcaldía en la República. Su hijo es vecino del barrio de Santa Cruz y para demostrar que no era socio de Pineda ni del Mercantil todos los días llegaba en bicicleta al Ayuntamiento y la colocaba en su despacho cual Victoria de Samotracia.
El artífice en la sombra del carril-bici de Sevilla fue un vecino de la Alameda que se llama José García Cebrián. Los ciclistas pasarán hoy demasiado rápido por la Resolana, más incluso que la Cabalgata de Reyes Magos cuando Manolo Sainz y Pedro Lissén empiezan a meterle prisa al cortejo. Verán sin duda la majestuosidad de la Torre de los Perdigones, Giralda industrial que presidió la portada de un libro sobre empresas centenarias de Sevilla. Alguno reparará en algún hueco de la serpiente multicolor en un edificio de facciones nobles. Son los Altos Colegios, así llamado por la elevación a la que fue construido para librarse de riadas e inundaciones. Su primer director fue Faustino Álvarez, que da nombre a una calle paralela a Feria. La primera piedra se puso en presencia de la reina regente Victoria Eugenia de Habsburgo-Lorena en presencia de su hijo, un niño de seis años que desde que nació era el rey Alfonso XIII.
La bicicleta es un elemento cotidiano de la vida de la ciudad. Paco Vélez Nieto fue el editor de un libro titulado Poetas en bicicleta. Miguel Delibes de Castro, hijo del académico y novelista, biólogo muchos años al frente del parque de Doñana, es autor de un titulado Cuaderno del carril-bici, un diario divertidísimo, ameno y muy didáctico de sus excursiones e incursiones en bicicleta por Sevilla y escapadas a su Valladolid natal, la Sedano burgalesa donde se conocieron sus padres y la guinda de un viaje en bici por las Azores. Cuando lo cité en la plaza de España y lo senté en el banco de su Valladolid natal, llegó en su bicicleta, que aparcó como si fuera su particular Rocinante.
Lo que sigue tal cual en los alrededores de Resolana es el mejor punto de avituallamiento, el puesto de calentitos de la Familia Alfonso, que está ahí desde 1927 (ocho años antes de que se disputara en 1935 la primera edición de la Vuelta Ciclista a España). En 1964, el año que coronan a la Macarena, ganó la Vuelta Ciclista a España el gran Raymond Poulidor, inseparable de su estigma de Pou-Pou, porque nunca consiguió ganar la gran prueba de su país. El eterno segundo, como quedó en el Tour de los años 1964, el mismo que ganó en España, 1965 y 1974. Poulidor nació en abril de 1936, unos meses después que el actor Alain Delon. La bici ha dado grandes obras maestras al cine: Ladrón de bicicletas, de Vittorio de Sica, o Muerte de un ciclista, de Juan Antonio Bardem. Y la obra teatral de Fernando Fernán-Gómez Las bicicletas son para el verano, que llevó al cine Jaime Chávarri.
Hay un podio de sevillanos en bicicleta. De los pioneros, cuentan que era el medio en el que se movía por la ciudad Ramón Carande. Inseparables de su bicicleta son el arquitecto Antonio Ortiz, el socio de Antonio Cruz en el estudio de Santas Patronas; la pintora Concha Ybarra; el novelista y ex librero José Luis Rodríguez del Corral, ganador de la edición que dio el cierre al premio La Sonrisa Vertical que patrocinaba una firma de calzados con un jurado que presidía Berlanga; el ingeniero Indalecio de la Lastra; el fotógrafo Rafael Debén; el dramaturgo Antonio Álamo. De las ciclistas sin carril-bici, cuando éste era una quimera de ecociclistas, estaba Carmen Llopart, una defensora de las causas ciudadanas que siempre estuvo cerca de los proyectos políticos de Manuel Clavero. Diego Carrasco ha sido un ciclista tardío que pedaleaba cuando iba a jugar sus partidos de fútbol. Fue finalista en 1991 del premio Herralde de novela con la deliciosa obra El tesoro japonés. Le ganó un ciclista figurado, Javier García Sánchez, autor de una novela titulada El Alpe d’Huez. Mamen Otero siempre llegaba en bicicleta cuando la primavera de 1982 empezó a emitir Radio 16 en el barrio de san Lorenzo.
Si alguno de los ciclistas que pase hoy por la Resolana, entre el arco y el bar Plata, entre la Basílica y el Parlamento Andaluz, tiene una avería o contratiempo, en la calle Antonio Susillo, paralela a Relator y perpendicular a Feria, hay una tienda de reparación, alquiler y compra de bicicletas que regenta Milagros, una argentina de Comodoro-Rivadavia, la Argentina más meridional. Con las bicis pasa como con los toros, son los colombianos los que mejor las entienden. Hay curas que van a sus iglesias a decir misa en bicicleta: Álvaro Pereira o Javier Rodríguez, sobrino del histórico periodista televisivo Cirilo Rodríguez, de la época de Ocaña, Fuente y Poulidor. Un Tamames ganó la Vuelta en 1975, el año que muere Franco. No fue Ramón, el economista, sino Agustín.
En la calle Feria, muy cerca del Vizcaíno, en el corazón del Jueves, hay un garito que conserva el antiguo nombre de La Bicicletería. Tapia y un servidor íbamos en nuestras respectivas bicicletas a trabajar al Polígono Calonge, donde se encontraba Diario 16 Andalucía. La cuesta que lo separaba del Polígono Store, sobre la nuez ferroviaria donde el ciclista Antonio Ortiz y su socio Antonio Cruz hicieron la estación de Santa Justa, era puntuable para el premio de la montaña. Me robaron dos bicis en la puerta del Be-Bop, el local de jazz que estaba en la calle Sol, junto a la iglesia de San Román de la que todavía salían los Gitanos. Años ochenta, cuando un francés ganó la Vuelta Ciclista a España en 1984 (Eric Caritoux) y otro francés ganó un año después el Tour de Francia (Bernard Hinault) y hasta ahora.
El párroco de Omnium Sanctorum, Pedro Juan Álvarez Barrera, a punto de estrenar su destino en el Salvador, lleva a pie una bicicleta por la calle Peris Mencheta. Es para el portero de la Casa Sacerdotal. Dos hermanas de la Cruz charlan con un ciclista que las aborda en la calle O’Donnell, muy cerca de la estatua de Pastora Imperio y de la nueva tienda de ropa Ojú Qué Calor. Hay un poema de José Hierro que terminaba: “Ojú qué frío… los andaluces”. Llega la Vuelta Ciclista a Sevilla y el alcalde es duda para el domingo.
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