Los paseos andaluces de 'Manolete del Perú'

"Un amigo me dijo que dar el pregón de la Feria de Abril es más importante que ganar el Nobel", confesó hace ya una década Mario Vargas Llosa en un efectivo intento de ganarse el corazón de la platea del sevillano Lope de Vega. Entonces, cuando el premio de la Academia sueca le era todavía esquivo, una resistencia que se prolongaría años, el autor tomaba la alternativa como el primer miembro de la comunidad latinoamericana que pronunciaba el pregón taurino. "Una corrida no conquista a la inteligencia, sino a las sensaciones, al igual que sucede con la poesía y la música", proclamó en una emotiva jornada en la que se sinceró con el auditorio y recordó que en su infancia soñaba con ser conocido como Manolete del Perú.

Pero el tiempo ha demostrado que este aficionado a la lidia no es sólo del Perú: también pertenece, por afinidades y devociones, a Andalucía. Las visitas han sido constantes, y muchas las oportunidades en que los andaluces amantes de las letras han podido encontrárselo. El autor tuvo un protagonismo destacado en la sede sevillana de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), donde se le dedicó un curso a principios de los 90, pero a la capital se ha acercado en otros momentos memorables. Se le ha visto desde un balcón del barrio de Santa Cruz, disfrutando de la belleza de la Semana Santa, y se le recuerda en su interpretación de Las mil y una noches en Tres Culturas, junto a Aitana Sánchez-Gijón. Puede considerársele una presencia frecuente dentro de la programación de la Fundación Caballero Bonald, que le otorgó su premio de ensayo por El viaje a la ficción, ha sido testigo de la espectacularidad de los caballos jerezanos, y Granada le nombró honoris causa el pasado año, cuando su lúcido discurso cargó contra la corrección política. Andalucía es uno de los territorios vivos de su imaginario: igual, con suerte, el destino quiere que algún día aparezca en una de sus novelas.