El paseo de Torneo: Un paisaje devastado
Las zonas peatonales junto al río creadas para la Expo presentan un estado lamentable por la dejadez del Ayuntamiento durante 25 años.
Solerías rotas y arrancadas, vegetación que crece sin control, suciedad, pintadas, desplome de muros, barandillas que han desaparecido, indigentes apostados, monumentos arrasados, raíces que rompen el pavimento, grandes agujeros, peldaños peligrosos... No por recurrente deja de ser actualidad el estado en el que se encuentra el paseo peatonal de la calle Torneo y, más abajo, el del Rey Juan Carlos I. Esta zona, ganada para la ciudad hace 25 años tras el derribo del muro y la eliminación del tráfico ferroviario, se ha convertido en uno de los males endémicos de la ciudad que ningún alcalde puede solucionar aunque se anuncien inversiones. Lo cierto es que las prisas durante su construcción para la Expo 92 y las prácticamente nulas actuaciones de mantenimiento han convertido este enclave en pleno casco histórico en una auténtica vergüenza. Un escenario devastado, arrasado, y que carece de uso en sus muchos miles de metros cuadrados.
La gran herencia de la Exposición Universal de 1992 para la ciudad fue la recuperación del río. La remodelación de la calle Torneo supuso un inversión de casi diez mil millones de pesetas, sufragados por el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía. La actuación comprendió una serie de grandes obras: la nueva calle para el tráfico, los paseos ajardinados, el paso inferior hacia Arjona, la consolidación de la margen del río, la urbanización de Chapina, los aparcamientos cubiertos, la nueva estación de autobuses, y los jardines de San Lázaro y San Jerónimo.
Las zonas peatonales de Torneo, como las propias del Paseo del Rey Juan Carlos I, han sido muy castigadas desde después de la Expo, a principios del siglo XXI, por la botellona. Tanto en el nivel de Torneo como en el tramo inferior, eran miles de jóvenes los que se concentraban para beber al reclamo de las terrazas y bares de copas existentes. El deterioro del mobiliario, la vegetación y los materiales propios de la construcción ya se hacían patentes. Desde entonces, han sido prácticamente nulas las inversiones de los diferentes ayuntamientos dedicadas a mantener un paseo que tendría que ser uno de los principales reclamos turísticos de Sevilla.
Un paseo da cuenta del lamentable estado en el que se encuentra la zona. El riesgo de caídas es evidente en todos y cada uno de los tramos. Las losetas arrancadas son la tónica general, unidas a la vegetación y a las hierbas que han crecido ante la falta total de cuidado y mantenimiento. El banco que sirve de mirador corrido al río y los niveles inferiores de la calle Torneo cuenta con importantes desplomes, pérdidas de piezas significativas y ha sido cubierto en muchos tramos por plantas, lo que hace imposible que pueda cumplir su misión.
El lugar que ocupaba la puerta Cartuja, uno de los accesos al recinto de la Expo que se encontraba frente a la calle Baños, es hoy una vasta extensión en la que se mezclan las pesadas losas de granito rojo con el hormigón. En este punto, un viandante exclama: "¡Qué pena de espacio desaprovechado!". Ése es uno de los grandes problemas. Ningún gobierno municipal ha sido capaz de darle un uso. La misma persona lanza una idea: "Yo me traería aquí la Feria del Libro y los mercadillos de artesanía. Hay sitio más que de sobra y así dejarían de montarse siempre en la Plaza Nueva, en San Francisco o en el entorno de la Catedral".
Son muchas las personas que practican deporte en el paseo. Algunos valientes se atreven a correr por la parte superior pese a los evidentes desniveles, que tampoco escapan al carril bici que discurre paralelo y que fue construido años después. La falta de pintura, las grietas, o la invasión de las raíces de los plátanos están a la orden del día. Las alcantarillas para la evacuación de agua están, en su mayoría, sin las rendijas de protección. Hay grandes agujeros que en otro tiempo acogieron instalaciones y permanecen restos de hierros anclados al suelo que fueron mal cortados. Los restos de cristales, bolsas de comida rápida, botellas de refrescos y alcohol, también son parte habitual del paisaje.
Pasada la pasarela de la Cartuja, se encuentra una zona intermedia del paseo dominada por dos grandes laureles cuyas frondosas ramas tocan el suelo. Aquí hubo hace años una terraza de verano. Hoy es un lugar baldío, en el que los indigentes campan a sus anchas. En el centro hay una tienda de campaña. Su propietario se dispone a hacer sus necesidades cuando es sorprendido por una patrulla de la Policía Local que accede con su furgoneta. Los agentes instan al indigente a desmontar la tienda, recoger sus pertenencias y abandonar este lugar. "Es marroquí. Normalmente pasamos todos los días para evitar que se instalen muchos. Estas personas no quieren los recursos municipales. No se quieren ir al albergue municipal porque les imponen unas normas", explica uno de los policías. Acto seguido llega un camión de Lipasam para retirar la basura. Unos metros más allá se alza una de las antiguas torres ferroviarias que servían, por ejemplo, para el cambio de agujas, El edificio de ladrillo presenta un estado precario, con pintadas, cristales rotos... Desde la planta superior se asoman varias personas a contemplar el desalojo del indigente. "Creo que hay una ONG", dice el policía.
Continuando hacia la Barqueta, en el nivel intermedio, se alza la biblioteca municipal Felipe González Márquez, una de las pocas actuaciones realizadas tras el 92. La zona a pie de calle luce las polémicas farolas que Monteseirín puso en la Alfalfa y la Pescadería y que Zoido trasladó aquí. Es este prácticamente el único tramo superior que cuenta con iluminación. A continuación de la biblioteca, pero en el Paseo Rey Juan Carlos Primero, está el Parque de los Descubrimientos, una gran zona de juegos infantiles, dominada por un gran barco pirata, que es un oasis entre tanta decadencia. Por su puesto, las pintadas se hallan en todos y cada uno de los elementos del paseo.
Frente al colegio de las Salesianas, el monumento al General San Martín no se libra de los grafitis ni del vandalismo recurrente. A pocos metros se encuentra la fuente (o lo que queda de ella). La trampa de la Memoria. Fue un regalo de la ciudad de Venecia a Sevilla con motivo de la Expo. Apenas cuatro meses después de su inauguración ya se encontraba destrozada. Emasesa decidió construir una réplica del cuerpo central en el Carambolo. En su lugar original, tan sólo se conserva la alberca circular, aunque prácticamente está destruida.
El actual alcalde, Juan Espadas, ha anunciado que se ha reservado una partida para actuaciones en la zona, aunque cualquier rehabilitación que se haga debe ir más allá de un puro maquillaje o de una obra estética. 25 años después hay que volver a ganar el paseo para la ciudad y definir unos usos que garanticen su mantenimiento en el tiempo.
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