Paseíllo de Belmonte y Manolete con música de Mozart

Calle Rioja

Tradición. Los aniversarios de Chaves Nogales y Silvio se mezclan en un paseo por el Jueves con parada en la librería de Rodrigo, que habla de Belmonte y de Franco, y en una tienda donde ‘conversan’ Farruco y su cuñado Chocolate

El pintor Salustiano firmó su cartel de Semana Santa en uno de los puestos del mercadillo

El mercadillo del Jueves
El mercadillo del Jueves / Juan Carlos Vázquez

Hay sevillanos que atraviesan la ciudad dando en estas calendas olímpicas un triple salto de atlantes. Colócate en el puente de Triana, junto al Altozano. Sigue una línea recta que podemos llamar la longitudinal Aníbal González (1876-1929), que une la Capillita del Carmen que diseñó este arquitecto con las Torres Norte y Sur de la Plaza España. Con las aguas del Guadalquivir como alfombra azul. El 7 de agosto fue el aniversario del nacimiento de Manuel Chaves Nogales (1897-1944). Han pasado 127 años, como la histórica marca de Seat. Como regalo de cumpleaños, uno encuentra un ejemplar de su libro ‘La ciudad’ (con el que consiguió una beca del Ayuntamiento) en el librero de la glorieta Rodríguez Marín, en la plaza de América. Una glorieta que preside el nombre del ursaonense que fue un ilustre cervantista y llegó a dirigir la Academia de la Lengua. Francisco Rodríguez Marín (1855-1943), es de una generación anterior, pero muere un año antes que Chaves Nogales. La glorieta, don dos sonetos encomiásticos, uno con la firma de Rafael Laffón, está entre los pabellones Real, Mudéjar y Arqueológico. El primero fue sede de la Junta de Andalucía en la transición de Plácido Fernández Viagas a Rafael Escuredo.

La pirueta de este doble triple salto de Aníbal González y Chaves Nogales, nombres hermanados en la plaza de América, uno muerto en el exilio exterior de Londres, otro en el exilio interior (a veces más duro) de Sevilla, surgió en realidad paseando por el Jueves, el mercadillo de la calle Feria. Era 8 del 8, un nuevo aniversario del nacimiento de Silvio Fernández Melgarejo, Silvio a secas, coloso de La Roda de Andalucía (exiliado intrauterino). Un día antes de su nacimiento en 1945, coincidiendo con los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, Chaves Nogales debería cumplir 48 años, pero no pasó de los 47. Los que Silvio cumplirá el año de la Expo 92. Su mano derecha, batería, letrista, mánager, valido, enfermero, condottiero Pive Amador ha aparecido en una fotografía con Silvio y Juanita Reina. Dice que fue en el día mundial del Beticismo que en 1988 organizó Jesús Quintero. 8 del 8 del 88, un desfile de infinitos. Ese mismo día abrió sus puertas una ferretería-grifería de la calle Feria cerca de la Cruz Verde donde nacen los puestos del Jueves hasta la calle Regina.

Chaves Nogales nace en 1897, cinco años después que Juan Belmonte, el torero del que escribió su insuperable biografía. La punta taurina del iceberg de su impresionante obra periodística. Belmonte es de 1892, un siglo antes de la Expo. El mismo año que Franco. ¿Cuál de los dos vende más libros?, le pregunto a Rodrigo, con su puesto en Feria esquina con Conde de Torrejón. Me dice que Belmonte “con mucha diferencia”, aunque su coetáneo ferrolano siempre cuenta con algún lector interesado en la historia. “Sus biografías se venden bien, las de Luis Suárez, Paul Preston o Bartolomé Bennassar”. Con mucha gente en las playas, tiene en la mesa un ejemplar de ‘La verdad de mis relaciones con Franco’, de Alfredo Kindelán. Un militar atípico: nació en Cuba, combatió en África y en la guerra civil, fue aviador, académico y autor de un puñado de libros. “Igual que a Queipo, Franco no lo podía ver ni en pintura, pero no se pueden comparar. Él sí podrá pasar del infierno de Dante al purgatorio. Queipo nunca”. Un cliente le pide algo de filosofía. “Ya no hay ortegas ni marañones, lo más parecido que te puedo ofrecer es esto”. Y le vende un ejemplar de ‘Ética para Amador’, el libro que Fernando Savater le dedicó a su propio hijo. El filósofo aficionado a los caballos, martillo de terroristas, que ganó el Planeta y fue finalista con una historia de Voltaire el año que lo ganó Vargas Llosa.

El Jueves crea extrañas compañías. En un mismo puesto uno coge un retrato de Manolete y otro se detiene en un disco con música de Mozart. Dos artistas separados por casi dos siglos muertos a edad muy temprana. Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), nace en Salzburgo y muere en Viena con 35 años. La capital donde Taylor Swift ha suspendido sus tres conciertos por las amenazas de un atentado yihadista. Manuel Rodríguez López, Manolete (1917-1947), nace en Córdoba y muere con 30 años en la plaza de toros de Linares. Nació el año de la revolución rusa que recreó Chaves Nogales y trajo su propia revolución en el arte de Cúchares. Bergamín decía que Joselito era como Mozart y Belmonte como Beethoven, pero en la calle donde nació Juan Belmonte los caprichos de una tienda del Jueves han hermanado a Mozart con Manolete. La flauta mágica con la espada mística.

Ya ha abierto sus puertas Casa Vizcaíno. Enfrente una mujer atiende en un puesto de antigüedades. “Pregunte precio, todo barato”. Se mezclan las maravillas con las bagatelas, la orfebrería con la chamarilería. Una foto de reducido tamaño atrapa al viandante. Son Farruco y Chocolate. “Eran cuñados”, dice la tendera o anticuaria sin abandonar su senequismo comercial. En lo suyo, tan grandes como Mozart o Manolete. Inmortales. En otro puesto hay un libro sobre la historia del torneo de Wimbledon junto a una novela de Manuel Vicent, ‘Son de mar’, que se llama igual que sendos restaurantes de Laredo y Gandía, uno en el Cantábrico, otro en el Mediterráneo del Tranvía a la Malvarrosa que noveló Vicent, la única vez que encontré una referencia a la película de la que me habló mi madre cuando me fui a estudiar a Madrid, la italiana ‘Lección de química a las nueve’.

Javier Baquero fue fotógrafo de prensa, sigue siendo un excelente reportero gráfico y desde hace años tiene su puesto en el Jueves, donde la calle se estrecha camino de San Juan de la Palma. La semana anterior se llevó la sorpresa de que pasara por delante Salustiano. Le dio el cartel de Semana Santa para que se lo dedicara. “Ahora lo tengo enmarcado en mi casa con su firma”. El autor de la obra, como el galerista Rafael Ortiz, es asiduo en las visitas al Jueves. Así vuelve a la calle en la que pasó su infancia. Dice Pepe Morán, otro fotógrafo que frecuenta el mercadillo, amigo del pintor, que vivió donde está la tienda de libros y revistas antiguas. Junto a la frutería del pakistaní madridista. Que ayer daría saltos de felicidad con la primera medalla de oro conseguida por un compatriota. Arshad Nadeem, 27 años, de Pakistán, batió el record olímpico de lanzamiento de jabalina. Esa especialidad en la que no pudo competir Miguel de la Quadra Salcedo por el boicot de Franco a los Juegos Olímpicos de Melbourne de 1956 para protestar contra la ocupación soviética de Hungría. Una década después de la muerte de Rodríguez Marín, Chaves Nogales y Manolete. La década de la posguerra en cuyo paso del ecuador vino al mundo un rockero que pese a haber muerto el primer día de octubre de 2001, tres semanas después del 11-S, sigue siendo el rey en la tienda de camisetas de la calle san Eloy, donde estaba La Paella de Marta, tan valenciana como los libros de Vicent o los cuadros de Sorolla.  

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