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¿Qué pasa con todas las naranjas que hay actualmente por las calles de Sevilla?

Las naranjas amargas de la ciudad no son aptas para el consumo urbano, pero se reutilizan en industrias de perfumería, en la elaboración de alimento para el ganado caprino o para generar energía

Sevilla convierte sus naranjas amargas en biogás

Recogida de las naranjas amargas de Sevilla.
Judith R. Iglesias

20 de noviembre 2024 - 07:00

Sevilla es una ciudad de naranjos. Cada año, se viste del color de la fruta, mientras las flores de azahar perfuman sus calles en una imagen más propia de una postal. O de un lienzo. Así lo retrató el artista Gustavo Bacarisas en su obra Sevilla en fiestas (1915), donde estos árboles completan la escena nocturna. Sin embargo, resulta curioso que no se deba comer el alimento que ofrecen; más aún, cabe preguntarse, ¿qué destino les depara a las naranjas amargas de Sevilla?

En primer lugar, es preciso señalar que las naranjas que, habitualmente, decoran los espacios públicos de las ciudades no son aptas para el consumo humano. Independientemente de la localidad en la que se encuentren. Esto se debe a que están expuestas a entornos cargados de polución y su piel absorbe todos los gases y productos tóxicos que las rodea.

Aclarado este punto, vamos a ver a continuación qué ocurre con ellas una vez que se caen al suelo, ya que no son precisamente pocas. Según las estimaciones del Ayuntamiento, en Sevilla hay cerca de 50.000 naranjos y, durante las campañas de recogida, se retiran millones de kilos de naranjas. Una cifra con un destino algo peculiar.

Ordenanza de arbolado, parques y jardines públicos

La normativa relativa a los naranjos de la ciudad viene recogida en la ordenanza de arbolado, parques y jardines públicos en el municipio de Sevilla, que sigue la estela del artículo 45 de la Constitución Española: “Todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo”. Además, establece el deber de los poderes públicos de velar por la utilización racional de todos los recursos naturales.

En esta misma línea, la ordenanza establece que está prohibido manipular árboles y el resto de las plantas que se encuentren en la ciudad, desde cortar flores o ramas hasta partir árboles o arrancar sus frutos. Tampoco se permite grabar sus cortezas o atarles objetos. Asimismo, la manipulación de la flora sevillana podría llevar a multas de entre 50 y 299,99 euros.

Reutilizando naranjas: de la mermelada a la producción de energías limpias

En cuanto a las naranjas amargas de Sevilla, su acidez ha provocado que se empleen tradicionalmente como ornamentos. Entonces, pasan a formar parte de industrias de perfumería, destilería o, en algunos casos, se integran con fines terapéuticos. Además, se pueden reutilizar para elaborar mermelada o infusiones, a partir de sus flores

Por otro lado, como señala el Ayuntamiento de Sevilla, estas naranjas se emplean también con el fin de fabricar abonos y alimentos para el ganado caprino. Aunque lo más llamativo es quizás que sirven para generar energía. “La valorización de las naranjas procedentes del viario público supone un ejemplo de economía circular”, afirma la empresa metropolitana de aguas Emasesa, que desde el 2020 tiene un programa piloto orientado, precisamente, a la producción de biogás a partir de naranjas urbanas.

“Por cada tonelada de naranja se generan aproximadamente 500 litros de zumo y 500 kilos de cáscara. Cada 1.000 kilos de naranja producen 50kWh de energía eléctrica: el consumo de 5 viviendas en un día”, prosigue Emasesa en su página web. Para conseguirlo, exprimen las naranjas de manera industrial y el jugo lo digieren para producir metano (digestión).

De esta forma, asistimos a una cadena sin fin, en la que se da una nueva vida y función a las naranjas que alguna vez vistieron bajo una imagen de postal las calles de Sevilla.

 

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