"Si pariesen los hombres, las cosas habrían cambiado hace mucho tiempo"

Los invisibles

Por undécimo año consecutivo, va a dirigir un taller de creación literaria. Prepara su primera novela, parió un libro llamado 'Ruth' y reivindica a las escritoras olvidadas.

Soledad Galán, en un centro comercial de Sevilla Este.
Soledad Galán, en un centro comercial de Sevilla Este.

05 de septiembre 2009 - 05:03

LE gusta tanto la literatura que lo primero que hizo al salir de la iglesia donde se casó fue ir a la casa de Rafael Sánchez Ferlosio en Coria (Cáceres). Soledad Galán (Plasencia, 1972) enseña a escribir novelas, se aplica el cuento ella misma y publicó Adiós cigüeña, reivindicación del parto natural.

-¿Qué le trajo a Sevilla?

-Vine a impartir una conferencia sobre infancia y literatura, me enamoré y me quedé.

-¿Estaba en la conferencia?

-No. Nos conocimos corriendo. Nos chocamos en Nervión y surgió el flechazo.

-Infancia y literatura. ¿Adiós cigüeña es su tesis doctoral?

-Yo buscaba todo lo contrario. Lo que había en España acerca de la maternidad y el hecho de parir eran textos médicos y mucho best-seller americano. Aquí no se enseña a parir, se enseña a parir de una manera determinada con el punto de partida de la infantilización y el sometimiento de la mujer. Cuando me quedo embarazada, cuando sé que estoy encinta, llego con mis teorías nórdicas, francesas, y me choco con un muro. Me dicen que soy una hippy, que me vaya a parir a África y que yo daré a luz tumbada, como todo el mundo. Como yo no era todo el mundo, decido escribir un libro para mujeres que no son todo el mundo y que consideran el parto como un momento único, vibrante, animal, íntimo.

-¿Animal?

-La premisa básica es que las mujeres somos mamíferas que estamos preparadas para parir. Pariendo yo me siento una leona.

-"¿Es el parto una enfermedad?" La pregunta que se plantea en su libro adquiere actualidad con la definición de las mujeres embarazadas como colectivo de riesgo ante la gripe A...

-En ese tema me rijo por los criterios del doctor Longinos Aceituno, coordinador del proceso de Embarazo, Parto y Puerperio del SAS. Dice que es básica la lactancia materna. El gran problema de los ínfimos índices de lactancia materna en España no son sólo por la conciliación laboral y personal, que es una entelequia. El gran problema es la mentalidad de fondo. Con la lactancia, el bebé no se alimenta sólo con la leche, se alimenta con la mirada, con el calor de la madre.

-Creación literaria y maternidad. ¿Mundos paralelos?

-Con una salvedad. El doctor Michel Odent, que inició en París los partos en el agua, pionero del parto sin violencia, dice que si fueran los hombres quienes pariesen, habrían cambiado las cosas hace mucho. Están cambiando con el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas. El hombre no aceptaría ese sometimiento.

-¿Escribir es parir?

-Lo fundamental en el hecho de parir es la animalidad. Para escribir hay que estar libre, casi desnuda. Eso que hay dentro de ti tiene que vivir después fuera de ti. El hecho de parir es lo más parecido al acto sexual. La misma entrega, el mismo abandono, la misma complicidad.

-Cuando trajo a Soledad Puértolas, ella venía impresionada con el gol de Zidane en Glasgow. Lo recuerdo por el tremendo impacto de esas muertes de los futbolistas Puerta y Jarque con sus compañeras embarazadas...

-Ruth es amiga de Aitor, el hijo de Antonio Puerta; se dan unos abrazos increíbles cuando se ven. Cuando hablo con Mar, su madre, pienso en eso. Cuando una es madre, se enfrenta a su propia sombra, a sus miedos, y tiene que ser terrible perder al hombre que amas, al padre de tu hijo.

-¿Va a seguir el consejo de escribir una novela?

-Es lo que me dice Mari Cruz, responsable de la librería Beta, que me deje de ensayos y artículos y escriba una novela. Yo estuve al otro lado del espejo, como Alicia, pero ahora estoy con una novela. Una novela histórico-erótica.

-¿Hay escritores con sensibilidad femenina?

-Faulkner, en El ruido y la furia, tiene algo que se aproxima. También Ian McEwan; quizás Flaubert a su manera. A la inversa, sin duda, Marguerite Duras, reducida por algunos a la etiqueta de literatura erótica. Pasa con muchas mujeres. De Anaïs Nin hablan de sus relaciones sexuales. Y de Henry Miller, que hacía lo mismo, muchas veces con Anais Nin, dicen que es un escritor magnífico.

-¿Cuál es el fruto de diez años de talleres de creación literaria?

-Una evidencia: estoy convencida de que no se puede enseñar a escribir. Pero es bueno que sepan que existen técnicas y recursos. Saramago dice que el escritor es un ebanista. La primera silla te saldrá coja y sin respaldo.

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