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El enternecedor discurso del padre de Maya Villalobo: "Nos quedó pendiente ir a un partido del Betis"

El conflicto en Oriente Próximo

La Facultad de Biología de la US, donde es profesor, ha convocado cinco minutos de silencio por el fallecimiento de la sevillana en la guerra de Gaza

El docente universitario defiende que "la humanidad no tiene lados"

Maya Villlobo tenía permiso para venir a Sevilla al cumpleaños de su padre

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Minuto de silencio por Maya Villalobo. / José Ángel García

Con suma entereza. Sin rencor alguno. Con mucho agradecimiento. Así ha sido la semblanza que Eduardo Villalobo ha realizado este miércoles de su hija Maya, la sevillana de 19 años fallecida la semana pasada en la guerra entre Israel y Hamas en Gaza. Un escrito que ha leído una vez acabados los cinco minutos de silencio convocados por la Facultad de Biología de la Universidad de Sevilla (US), donde Eduardo es profesor desde 2004, tanto tiempo como la edad de su hija, enterrada el pasado 13 de octubre en un cementerio de Givatayim, a pocos kilómetros de Tel Aviv.

La convocatoria ha tenido lugar a las 12:00, momento en que estudiantes, profesores, decanos y personal de administración y servicios (PAS) de las facultades y escuelas del campus de Reina Mercedes han acudido hasta la entrada principal del edificio verde, sede de Biología. Allí han estado presentes, entre otros, el rector de la Hispalense, Miguel Ángel Castro; la vicerrectora de Estudiantes de la US, María del Carmen Gallardo; el director del Secretariado de Relaciones Institucionales de la institución académica, Andrés Luque Teruel; y el decano de la Facultad de Biología, José María Romero.

La última vez que Eduardo Villalobo vio con vida a su hija fue el 16 de abril. Aquella jornada ingresaba en el servicio militar obligatorio, al que acuden tanto hombres como mujeres en Israel, donde Maya residía con su madre. Tenía pensado volver a encontrarse con ella el pasado 13 de octubre. Esa jornada era el cumpleaños de Eduardo. El día de celebración mutó en luto. Maya había muerto en un ataque de Hamas al cuartel fronterizo que el ejército hebreo tiene en la aldea de Nahal Oz, cerca de la Franja de Gaza. Perdía la vida recién cumplidos los 19 años. En plena juventud y con cientos de proyectos por empezar.

La vida en Sevilla

Pese a no verse desde hace casi seis meses, Eduardo y su hija hablaban por teléfono cada tarde, a las 20:00. Una llamada diaria que no sonará más. Tampoco volverá a subirse en la línea 5 de Tussam, donde ambos se montaban para ir a casa de la abuela Carmen cuando Maya venía a Sevilla. No habrá Nochebuenas "con los titos", ni desayunos en el mercado de Triana, ni tapas "sin gluten" (la joven era celíaca) por el antiguo arrabal, ni días de albero y volantes en el real de Los Remedios. "A Maya le gustaba mucho la Feria porque era una chica muy alegre", recuerda su padre, quien menciona una de los deseos incumplidos por esta sevillana de doble nacionalidad (española e israelí) y con una afición futbolística muy clara en la ciudad de las dualidades: "Nos quedó pendiente ir a un partido del Betis".

Los asistentes al minuto de silencio guardado en la Facultad de Biología. / José Ángel García

Para Maya, "la amistad era una de las cosas más importantes de la vida". Así se lo han dicho estos días a Eduardo amigos de la joven en Sevilla e Israel, quienes le han asegurado que a partir de ahora, la de su hija, será "la sonrisa más bonita del cielo".

Eduardo Villalobo es uno de los colaboradores habituales de RadioUS, la aventura radiofónica de la Hispalense, en la que lleva años participando. Es profesor de Microbiología. Tras acabar el discurso de homenaje a Maya, le aguarda una larga cola de compañeros y alumnos para transmitirle el pésame y mensajes de apoyo. Abrazos y lágrimas en los ojos. Lo de este hombre es muy meritorio. Contener la emoción, sin que le tiemble la voz, mientras hace la semblanza de su hija. Con resignación, pero sin ahogarse en la pena. Con un hilo siempre de esperanza. Unas palabras con las que quiere devolver el cariño recibido la última semana: "El dolor es inmenso, pero cada abrazo y mensaje me hace sobrellevarlo mejor".

Sin rencor

José María Romero, Miguel Ángel Castro y Eduardo Villalobo. / José Ángel García

En su discurso no hay odio. Ni palabras de rencor o culpa ajena. Sólo agradecimiento y solidaridad con las miles de víctimas que ya suma este conflicto en Oriente Próximo. "Maya nunca dijo una palabra mala de nadie. Somos una familia que siempre nos acordamos de quien sufre. Sin importarnos de donde venga", afirma Eduardo, que en su intervención se muestra tajante en una aseveración. "La humanidad no tiene lados". Ni buenos ni malos. Todos iguales ante el dolor.

La convocatoria acaba. Tras media hora en la que Eduardo ha recibido el abrazo de los presentes, el campus de Reina Mercedes retoma su rutina diaria. Vuelven los alumnos y los profesores a las aulas. El personal del PAS a sus labores. Y el trasiego diario a los pasillos y zonas comunes. El placer de la vida cotidiana que la guerra ha arrebatado a Maya.

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