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Un sevillano de Valladolid, una exposición y algunas fondas

Los orígenes del turismo en Sevilla

El hotel Doña María alberga una sala del Museo del Turismo, iniciativa altruista que expone documentos olvidados y claves para conocer cómo se gestó esta gran industria en el mundo

Sevilla fue fundamental

Javier Mateos de Porras, responsable del Museo del Turismo, señala los documentos de la sala 4, ubicada en el hotel Doña María. / José Ángel García
María José Guzmán

27 de septiembre 2020 - 10:28

El turismo es un invento que ha disparado el desarrollo de Sevilla en las últimas décadas. Una actividad que ha generado la creación de su mayor industria y cuyo verdadero origen se pierde entre cifras que han ido engordando, hasta batir un récord tras otro, y ahora entre debates sobre la necesidad de repartir los huevos de esa gallina de oro en otras cestas. Pero ¿cuándo y cómo empezó a vivir Sevilla de los turistas?

Entonces ni siquiera se llamaban así, sino forasteros. La historia arranca a principios del siglo XX y tiene un claro protagonista en la ciudad, un vallisoletano enamorado de Sevilla, un sevillano de Valladolid como él se autodenominaba, que supo convencer y ejecutar las ideas del rey Alfonso XIII, otro amante de la ciudad, hasta sentar las bases de lo que hoy es la poderosa marca España.

Este pionero que impulsó la industria turística se llamaba Benigno de la Vega-Inclán.Benigno de la Vega-Inclán Hijo de militar, ennoblecido por Alfonso XIII, aficionado y coleccionista de arte, debutó en la Comisaría Regia de Turismo, primer organismo creado desde el Gobierno central para impulsar la actividad turística en España. Bohemio y de ideario liberal, fue el técnico a la sombra de los políticos que modeló la Sevilla turística de hoy. “Quitando la Catedral, la ruta que hacen muchos turistas desde el Alcázar a la Plaza de España lleva su huella”, explica Javier Mateos de Porras, promotor turístico y uno de los responsables del Museo del Turismo, una iniciativa presente en ocho países del mundo, que no tiene afán de lucro y que se dedica a divulgar la historia del sector turístico. Su objetivo, en definitiva, es poner en valor a las personas, empresas y destinos que han sentado las bases del mundo del viaje.

Manuel Domínguez, director del hotel Doña María, enseña la vitrina del Museo del Turismo. / José Ángel García

Y algunos de éstos están precisamente en Sevilla, que tuvo un papel clave en la creación de esta industria y que alberga dos de las salas de este museo sin sede única. Una está en el hotel Doña María, y en ella se explican los orígenes de la industria en la ciudad, y la otra en el Alfonso XIII, que completa la historia centrándose en la Exposición de 1929, sin duda uno de los hitos del turismo en la capital.

Lista de precios de 1974 del hotel Doña María. / José Ángel García

El germen de esta industria en Sevilla se guarda, por tanto, en un armario. A la izquierda, conforme se entra en el hall del hotel de la calle Don Remondo, hay una vitrina que expone tesoros, algunos de gran valor histórico y que descubren cómo esta industria ha crecido de manera agigantada a lo largo del último siglo. Documentos condenados a acabar en la basura que algunos curiosos y profesionales del sector han salvado o rescatado de mercadillos, anticuarios y legados personales de algunas familias que, tras conocer la iniciativa, han optado por su donación. Como anécdota, entre joyas documentales, se encuentra una lista de precios de 1974 del hotel Doña María y una ficha de cliente que un particular, que lo guardó como recuerdo de su boda, rescató de un cajón.

Fotografías, folletos turísticos con el lema de la Sunny Spain y guías, las primeras oficiales que se editaron de Sevilla a partir de 1911. Hay varios ejemplares de la colección El arte en España, publicaciones impulsadas por Vega-Inclán y costeadas de su bolsillo, según explica Mateos de Porras. En concreto hay cinco: una dedicada al Museo de Pinturas de Sevilla (hoy Bellas Artes), la Catedral y su museo, el Alcázar y una de la ciudad en general. Se repartían gratuitamente a los turistas y se editaban en tres idiomas, con fotografías.

Algunas de las primeras guías oficiales de turismo y hoteles editadas. / José Ángel García

También se expone una primera guía oficial de hoteles de 1918 y la primera guía editada por un organismo oficial, en 1931 por el Patronato Nacional del Turismo. Si se comparan se comprueba el crecimiento exponencial de las infraestructuras y alojamientos turísticos en Sevilla entre los años 10 y los 30. La primera publicación de 1918 recoge sólo cinco establecimientos: el hotel de Inglaterra, el hotel de Madrid, el hotel de París, hotel de Oriente y el hotel Simón, el segundo más antiguo de Sevilla que sigue abierto ahora en García de Vinuesa. Sólo este último y el Inglaterra sobreviven. Antes de cambiar la legislación, se denominaban fondas. En los años 30 ya eran casi medio centenar los que había en Sevilla, que sumaban más de 4.000 habitaciones. En poco más de una década la oferta hotelera se disparó, multiplicándose por más de 10.

Un museo en expansión

El Museo del Turismo cuenta con salas en cuatro establecimientos andaluces. La primera en abrirse, la sala, es la del hotel Doña María. Pero hay otra, la 5, en el hotel Alhambra Palace de Granada; la 13 está en el hotel Selu de Córdoba; y hay una cuarta en el hotel Alfonso XIII dedicada a la Exposición del 29. Todos estos espacios se ubican en lugares turísticos con historia en el sector, desde hoteles a agencias de viajes u oficinas de turismo.

En los años 20 Sevilla, España en general, partía de cero. Y uno de los logros de Vega-Inclán fue precisamente luchar contra la falta de infraestructuras, hoteles, carreteras y la mala imagen que España tenía en el exterior. Para ese desafío el citado marqués impulsó la construcción de hoteles como el Palace o el Ritz de Madrid, la creación de los Paradores de Turismo (el primero se abrió en Gredos en 1928) y también la apertura del Alfonso XIII de Sevilla, que se creó en torno a la Exposición del 29. El despegue del turismo en Sevilla está ligado a esta cita. “La idea de hacer la exposición surge en 1905, cobró un gran impulso en 1908 y en 1910 es cuando Alfonso XIII influye para que el Gobierno de Canalejas inicie la carrera para preparar turísticamente a Sevilla”, explica Mateos de Porras.

Benigno Vega-Inclán. / Museo del Turismo

Vega-Inclán, como comisario regio, se centra en la ciudad de Sevilla, entre otras. Es cuando se interviene en el barrio de Santa Cruz, jardines de Murillo, Plaza de España... La primera estimación era que la Exposición se celebrase en 1914, pero la Guerra Mundial y la crisis fueron encadenando retrasos. “No fue un éxito de público, pero sí urbanístico para Sevilla”, apunta el promotor, lamentando que muchos no sean conscientes ni de este hito, ni del olvido de la figura de Vega-Inclán.

La vitrina del Doña María guarda otros tesoros: una guía oficial del barrio de Santa Cruz con fines turísticos editada por la Comisaría Regia en 1919 y que luego tuvo una nueva edición con fotografías que se expone en el Alfonso XIII; una guía de la Semana Santa de Sevilla de 1888 firmada por Vega-Inclán con el seudónimo de Saturnino Calvo; o una guía del Cicerone de Alejandro Guichot de 1882.

La sala de este particular museo del turismo guarda un estante para la historia del hotel Doña María, fundado en 1965 por Ángela Huesca, marquesa de San Joaquín, que heredó la casa palacio de su tía doña María Sasiaín con todas sus obras de arte, decidiendo construir un hotel donde conservar y difundir todo este patrimonio. El mismo espíritu que promovía Vega-Inclán: poner en valor el arte a través de su publicidad. Libros dedicados, carteles y folletos y una fotografía de novia de la primera propietaria, empresaria hotelera pionera, que celebró allí su boda. Entre otros objetos hay una medalla del Skal Club, organización internacional de profesionales del turismo y viajeros que impulsan intercambios a nivel global y a la que pertenece el hotel.

Zona dedicada al hotel Doña María, sus orígenes, primeros folletos, reseñas, fotos... / José Ángel García

Pero entre las joyas más preciadas de la sala figura el primer estudio serio sobre el turismo que se hace en España (hubo uno anterior en 1905 que propició el cambio de denominación de forasteros a turistas). El informe es de 1926, analiza la situación de la Comisaría Regia, nada buena porque se carece de recursos y presupuesto, y se detalla lo que están haciendo otros países competidores. En el estudio hay una proyección económica de lo que supondría para la balanza comercial española “esta fuente de riqueza”: “Entre 1921 y 1924 España gastó 5.460 millones de pesetas más de los que recibió, camino que conduce con pasos agigantados a la ruina de nuestra economía”, puede leerse. Ese estudio concluyó la necesidad de crear el Patronato de Turismo en 1928, clave para la organización de las Exposiciones de Barcelona y Sevilla. También hay un facsímil de la primera guía Michelin de 1900, otra de 1920, una guía de carreteras de 1919 y otras Baedeker sin las que ningún europeo salía de su país.

Entrada del Alcázar de Sevilla de 1907. / Museo del Turismo

Hay otros pequeños tesoros que se incorporarán en breve a este armario gracias a la labor y difusión del Museo del Turismo, que ya prepara la apertura de otras salas en Priego de Córdoba, Osuna, Málaga y El Rocío, y colaboradores que hacen posible que el espíritu de Vega-Inclán siga vivo y alimentando una industria que, mucho antes de que naciera la turismofobia, había sido infravalorada.

Don Benigno tendrá su calle un siglo después

Será una plazuela, un pequeño espacio en la confluencia de la calle Fabiola con Ximénez de Enciso. Un rótulo (aunque la idea es que hubiera también busto) recordará a quien fue el impulsor de lo que hoy es el barrio de Santa Cruz, un pastiche para algunos que en su época fue la gran salida de salvar la destrucción de una parte de la antigua judería, pues el propósito era construir una gran avenida que discurriera desde la Catedral hasta la actual avenida Menéndez Pelayo. Así, se reurbanizó el barrio, tirando y levantando nuevas casas sevillanas, un toque estético que en realidad no tiene más de un siglo, abriendo el barrio y creando los jardines nuevos del Alcázar y los de Murillo. Allí se crearon las primeras hospederías y allí convivió Vega-Inclán con su mujer durante 40 años, con la que no llegó a casarse, una situación escandalosa en la época que impidió que el Ayuntamiento, pese a sus méritos también como impulsor del Patronato de Casas Baratas, le concediera en 1921 el honor de figurar en el nomenclátor. Desde hace unos años una plataforma ha promovido un homenaje. Sólo existe desde 1965 una placa en la antigua Casa de América que apenas puede leerse. El apoyo de los vecinos de Santa Cruz ha sido clave para lograr el reconocimiento. La rotulación, pendiente, se aprobó en julio.

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