El origen divino del nombre de Sevilla

El rastro de la Historia

Desechada desde hace décadas la etimología que San Isidoro dio para Hispalis, algunos especialistas creen que el nombre tiene su origen la divinidad masculina fenicia por excelencia, Baal

El origen divino del nombre de Sevilla
El origen divino del nombre de Sevilla
Silverio

01 de mayo 2024 - 06:00

La etimología es una ciencia en la que abundan las falsedades, equivocaciones y camelos. La de Sevilla, por supuesto, no es una excepción. Tradicionalmente (y aún hoy en esos artículos que abundan en la red y que no son más que refritos) se acepta la antiquísima y errónea teoría de San Isidoro de que el topónimo latino Hispalis (que deriva del fenicio Spal, primer nombre de la ciudad, y que terminaría transformándose en Sevilla) hace referencia a los palos sobre los que se levantaban las primeras construcciones de la ciudad (una especie de palafitos), debido a la condición lacustre del terreno. Otra posible traducción sería “sitio bajo y rodeado de agua”. Hay que tener en cuenta que Sevilla se funda entre los siglos IX y VIII a. C. en lo que entonces era la desembocadura del Guadalquivir, un terreno de marisma muy inestable y sometido a las continuas avenidas del río.

Pero, como bien dice el ya desaparecido Alberto Díaz Tejera (que fue catedrático de Griego de la Universidad de Sevilla entre 1969 y 1999), la etimología de Hispalis de San Isidoro es "aberrante desde el punto de vista linguístico". Esta contundente afirmación la hace Díaz Tejera en un texto fundamental para conocer el pasado más remoto de la ciudad: Sevilla en los textos clásicos greco-latinos, que actualmente se puede encontrar en la reedición que realizó Athenaica en 2018. Lo cierto es que el catedrático no da en su obra una traducción exacta de Spal-Hispalis, pero si hace una reflexión interesante sobre la formación de la palabra Sevilla. La reproducimos:

"Podría decirse que el núcleo básico, con toda probabilidad de origen fenicio, fue Spal, que germinó, por influencia romana, en Hispalis. Y este, a su vez, por influencia árabe, en Ishbiliya y he aquí el actual nombre de Sevilla. Y no es aberración suponer que este núcleo básico y originario que se esconde tras el nombre Hispalis, con su complejidad formal, sea el mismo o relacionable con el que se esconde tras el nombre Hispania, España".

Interesante, pero no despeja la incógnita principal. ¿Qué significa Spal-Hispalis-Ishbiliya-Sevilla? Para responder está el catedrático de Arqueología de la Universidad de Sevilla, José Luis Escacena, un gran especialista en el mundo colonial fenicio que, entre otras cosas, defiende que la ciudad de Tartessos no era otra que la actual Sevilla. En una entrevista realizada por este periódico, Escacena defendía claramente un origen divino para el nombre Spal-Hispalis. En concreto significaría algo así como "La isla de Baal". El término Baal no es exactamente el nombre de una divinidad, como normalmente se suele creer, sino una de las maneras de llamar a la divinidad. Es decir, que la traducción más exacta sería "La isla del Señor". Aunque muchos defienden que la religión fenicia era politeísta, algunos como Escacena sostienen que en realidad era una religión diteísta (sistema que admite dos dioses). Baal y la diosa Astarté serían estas dos divinidades y a ambos está dedicado el santuario de El Carambolo. Sevilla, a la vista está, fue desde el principio una ciudad muy vinculada a sus devociones.

Volvamos al libro de Díaz Tejera para una última curiosidad. En el mismo se establece cuál es la primera vez que aparece el término Hispalis en la historiografía hispánica. Fue muy tardíamente comparada con otras ciudades de la Península Ibérica, en el libro de Julio César La guerra civil, en el que narra su enfrentamiento a muerte con los leales a Pompeyo. Por su importancia, reproducimos el párrafo:

"[M. Terencio Varrón] practicó un reclutamiento por toda la provincia [ulterior] y a las dos legiones completas añadió aproximadamente treinta cohortes auxiliares. Almacenó una gran cantidad de trigo que, parte, debía enviar a Marsella y, parte, igualmente, a Afranio y Petreyo. Ordenó a los gaditanos construir diez navíos de línea y, además, procuró que se construyeran bastantes en Hispalis".

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