La nueva ordenanza de mercados divide a comerciantes y vecinos del Arenal
Unos coinciden en que atraerá más gente a las plazas, mientras a otros les preocupa la perdida de identidad del lugar
Los mercados de abastos de Sevilla venderán ropa, calzados, joyas y papelería
Los mercados de abasto de Sevilla, además de artículos de alimentación, venderán ropa, calzados, joyas y papelería. Esta novedad aparece en la nueva ordenanza reguladora de la gestión de los mercados de abastos municipales, que complementa estos espacios con la venta de productos no alimenticios.
Adriana alquila bicicletas en el Mercado del Arenal: "Me parece muy bien y va a hacer que la gente venga más a los mercados y consuma más productos locales. Reactiva el lugar. El año está yendo regular, no viene mucha gente. Los locales no acaban de despegar", afirma sobre la situación actual del comercio. En cuanto a la reducción de los importes a pagar por las fianzas y cuotas, manifiesta que "está muy bien, va a ser de más fácil acceso para la gente", pero le gustaría que el Ayuntamiento facilitase el acceso a los puestos. "Que no sean todo problemas", concluye. Enrique, un panadero, comparte su mismo punto de vista: "Todo lo que sea incentivar el comercio atrae a más clientela y más gente de paso".
Los antiguos placeros lidian con la transformación de los mercados de abastos. Rogelio, que tiene una frutería, habla de la actual situación. "No tenemos charcutería, teníamos un supermercado y se fueron. La gente se va jubilando y los que llegan nuevos no quieren negocios de este tipo", afirma. Con respecto a la posibilidad de traspasar su local, reconoce: "Si me voy, puedo traspasarlo o entregárselo al Ayuntamiento. Se lo tengo alquilado a ellos, no en propiedad. No me gustaría verme en esa tesitura, pero mis hijos no se quieren levantar a las tres de la mañana para trabajar en la frutería".
Las nuevas generaciones afrontan el mundo laboral con una visión muy distinta, un hecho que se refleja en el comercio. "Esto es para ti, yo no valgo para estar desde las tres de la mañana hasta las cuatro de la tarde como tú. Yo valgo para ganar el dinero sentado", le confiesan sus hijos sobre la labor en el puesto. "Los traigo los sábados y los quemo. Esto es mucho trabajo. Ellos se levantan a la misma hora que todo el mundo y no están para madrugar e irse a repartir", asegura el frutero.
Rogelio recuerda la gran metamorfosis que ha experimentado el lugar: "Se han ido jubilando y no ha entrado más gente. Aquí había 20 puestos de fruta, 20 de pescado... ¡15 de recova! No había Corte Inglés o Carrefour y venía gente de todo el Aljarafe a comprar, esto era el mercado central de toda Sevilla", pues, según atestigua, "a la una de la tarde ya no me quedaba nada y al que venía el último le daba lo que sobraba". Hoy, sostiene que recogen más productos de los que ponen.
En relación a lo que debería hacer la Administración pública, el tendero manifiesta: "Ya no se puede hacer nada, las grandes superficies lo han ido exterminando y la gente prefiere comprar allí. Estamos rodeados por todos lados. No es como antiguamente, que la mujer se despertaba temprano para coger los productos frescos. La gente no quiere echar todas las horas que echaba yo aquí para ganar nada y menos. Y, hoy en día, para meter gente, los que entran piden mejores condiciones laborales que antes. Aquí los que lo han intentado no les funciona".
Regularización de una antigua realidad
La nueva ordenanza municipal aborda un asunto que no es nuevo, ya que las tiendas que no comercian abastos llevan tiempo asentadas como placeros. "Me parece bien que lo regularicen y que el Ayuntamiento haga cosas por los mercados, tiene que cuidar a los que trabajamos aquí", opina una vendedora. Está de acuerdo con la eliminación del abono de un 25% del valor establecido como importe mínimo cuando hay traspaso, pero "a ver si no vamos a poder hacer traspasos a partir de ahora", sostiene desde el desconocimiento.
Los vecinos tienen pareceres muy diversos acerca del momento por el que pasan los mercados del centro de Sevilla. "Lo que no deben poner es muchos bares, porque traen mucho jaleo. Si solo hay juventud y molesta a los vecinos no me hace gracia", dice una antigua vecina del centro que acude con frecuencia al bazar, a lo que añade: "Esto tiene más vida que hace unos años, los mercados de comida y el centro se están quedando muertos. Esto necesita alegría."
Miguel Ángel, que también es cliente habitual del mercado, enarbola la bandera en favor de los productos frescos, típicos de estas plazas. "Me gustaría que hubiera más puestos de comestibles. Cada vez vivimos menos en el barrio y los turistas no compran esto. Me parece bien la medida siempre que no sean más de un 20% (los puestos de actividades complementarias) y no se llene de tiendas de suvenires. Me gustaría que hubiese más puestos de comida en el mercado, faltan más carnicerías", sostiene. Le preocupa la perdida de identidad del sitio y predice que "al final esto se va a quedar como un parque temático, todo el mundo viviendo fuera y solo disfrutan del centro los turistas", señalando, como causa de la escasez de tiendas de abastos, la mudanza de los sevillanos a las afueras. No obstante, defiende que "la lavandería está bien, porque hay gente que pone la colada mientras está comprando".
Otra pareja de vecinos también opina sobre la nueva medida. Ambos coinciden en que "el pescado, ropa y fruta al lado" no les convence, "porque se pegan los olores", dicen. "Si se mantienen con cierta separación está bien. La mezcla no me gusta dentro de un mercado, que hay gente que tiene el perchero con ropa donde vende comida. Tiene que estar bien puesto y por su lado cada uno", expresa uno de ellos sobre la posibilidad de que comercios de productos muy diferentes compartan un espacio común en la plaza.
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