El once inicial de Plácido Fernández Viagas
calle rioja
Entre los firmantes aparecían Fernando Soto, Rojas-Marcos e Isidoro Moreno

Est o ha sido posible por la alianza de una mecanógrafa y un informático. José María Folía Baena (Montilla, 1964), fue el último jefe en la Junta de Andalucía de Carmela Gálvez (Madrid, 1949, sevillana adoptiva vía Granada). Cuando ella le enseñó a este funcionario de la Agencia Digital de Andalucía la carpeta con unos papeles, Folía no daba crédito a lo que estaba viendo. La localidad de Antequera, que sonó en los albores de la autonomía como capital de Andalucía, es la cuna de dos textos fundamentales. Uno lleva la rúbrica de José Antonio Muñoz Rojas, se titula Las cosas del campo y es una de las cumbres de la prosa poética en España. El otro tiene sólo seis páginas. Es el Pacto de Antequera que once partidos, con el aliento de Plácido Fernández Viagas, firmaron el 4 de diciembre de 1978, dos días antes del referéndum de la Constitución. Carmela Gálvez, antigua militante socialista, depositó el miércoles el original en la Junta de Andalucía, que lo mostrará como uno de los documentos estelares en el Museo de la Autonomía entre Coria y La Puebla del Río, en la antigua casa de Blas Infante.
Entre los firmantes aparecían Fernando Soto, Rojas-Marcos e Isidoro Moreno
“Lo hago como un homenaje a Plácido”, dice Carmela en las puertas del palacio de San Telmo, al que llegó acompañada de su último jefe y de tres de sus amigas: Juani Cabrillán, Raquel Eugenia de Miguel y Ana Filgueras. Las tres la acompañaron en la reunión que mantuvo en el despacho del consejero de la Presidencia, Antonio Sanz, que no ocultó su satisfacción y la relevancia del documento. “Ya pasas a la historia de Andalucía, que lo sepas”.
Un documento que tuvo que mecanografiar una veintena de veces, para los once partidos firmantes y para diferentes destinos institucionales. “Nadie quería una copia, todos pedían el original”. Una situación impensable hoy en día. Éste fue el once inicial del equipo alineado por Plácido Fernández Viagas: FSA-PSOE, UCD, PCE, AP, PSA, PTA, DCA, ID, RSE, ORT y ACL. Están las firmas de políticos muy importantes en la política andaluza y nacional como Fernando Soto, Alejandro Rojas-Marcos o Isidoro Moreno. Partidos que en buena parte desaparecieron, algunos como ID (Izquierda Democrática) o ACL (Acción Ciudadana Liberal) con líderes como los ex ministros Joaquín Ruiz Giménez y José María de Areilza, respectivamente.
Carmela y sus acompañantes pasaron el control por la puerta situada bajo las doce esculturas de Antonio Susillo. Ella trabajó con Plácido primero en el despacho que le habilitaron en la antigua Diputación Provincial (hoy Casa de la Provincia) y después en el Pabellón Real, cuando la jefa de prensa era la periodista Lola Cintado. “La preautonomía era una entelequia política, una idea, la base de un sueño”, dice Carmela de un Plácido cuyo gobierno era como el de la película de Berlanga, sólo le faltaba como coche oficial el isocarro de Cassen.
En San Telmo la recibió Tristán Pertíñez (Granada, 1971), director del Centro de Estudios Andaluces, principal receptor del documento. Este politólogo y sociólogo fue alumno en segundo de Ciencias Políticas de Plácido Fernández-Viagas Bartolomé, el primogénito de los once hijos del primer presidente de la Junta. “Me dio Teoría del Estado”. Daniel Montes, documentalista del Centro de Estudios Andaluces, se coloca unos guantes para colocar el documento dentro de una caja y guardarlo con la importancia histórica que merece.
En su despacho, el consejero Antonio Sanz (Jerez, 1968) aguardaba a la delegación. Tenía diez años cuando se firmó el Pacto de Antequera. “Entro en política con quince años, pero por muy precoz que fuera no me dio tiempo a vivirlo”. Valoró la donación de la mecanógrafa. “Con nuestros errores y con nuestra pobreza, pero hemos llegado muy lejos”, dice Antonio Sanz. A Carmela le divierte la ironía del destino. “La derecha se opuso al referéndum del 28-F y ahora recoge este documento. Yo creo que este acto es tan conciliador como el Pacto de Antequera”.
El consejero dejó bien claro que aquí no había falsas lealtades ni verdaderas traiciones. “Tú no le das el documento a este Gobierno”, le dice a Carmela Gálvez, “tú se lo das al Patrimonio de Andalucía. Los políticos estamos aquí circunstancialmente”. El director del Centro de Estudios Andaluces le regaló la biografía de Plácido escrita por Lola Villar. Se la firmó el consejero de la Presidencia y quedó en darle el libro con la dedicatoria del presidente de la Junta, Juanma Moreno, que tenía ocho años cuando los once partidos firmaron el Pacto de Antequera. “Se miraban con desconfianza”, cuenta Carmela, “pero Plácido los sentaba y empezaban a hablarse”. Un pacto sin prejuicios, sin cordones sanitarios, que se consiguió sólo un año después de las multitudinarias manifestaciones por la autonomía andaluza, que en la de Málaga se saldó con la muerte del joven José Manuel García Caparrós por un disparo policial.
El 27 de mayo de 1978, Plácido Fernández Viagas es proclamado en Cádiz presidente de la Junta de Andalucía, todavía como entidad preautonómica. Fue senador del PSOE y entre 1980 y 1982 miembro del Tribunal Constitucional que presidía su amigo Francisco Tomás y Valiente, asesinado por Eta en febrero de 1996. Plácido fue el mecanógrafo de la política andaluza, puso los cimientos de una ilusión colectiva. Murió el día de la Inmaculada de 1982, en pleno traspaso de poderes de la UCD al PSOE de Felipe González. Dos de los once partidos firmantes del Pacto de Antequera.
Carmela Gálvez es viuda de Paco Carreño, que fue un destacado militante socialista. Se siente aliviada de haberse desprendido de esta piedra Rosetta de la autonomía andaluza. Quiso quedarse con dos copias, una para su hijo, otra para su nieto, que viven ambos en Atlanta (Estados Unidos). Plácido tenía razón, pero tal vez se quedó corto: ese documento que tantas veces escribió a máquina su subordinada vale ahora mucho más que dinero. La machadiana disyuntiva entre el valor y el precio.
Antonio Sanz le hizo la pregunta del millón. “¿Se sabe qué fue de la Olivetti?”. Para Carmela, el Pacto de Antequera incorpora dos palabras unidas al pensamiento de Plácido, armonía social, lo que permitió con el tiempo conquistar “la autonomía real para Andalucía, con una dificultad enorme, un hito de nuestra historia”.
Después de estancias institucionales en el Pabellón Real con Escuredo y en el Palacio de Monsalves con Rodríguez de la Borbolla, bajo la presidencia de Manuel Chaves se produce la permuta con el Arzobispado presidido por Carlos Amigo Vallejo y el traslado al antiguo palacio de los Montpensier, que habitaron el francés que pudo reinar y la infanta que le regaló a Sevilla un parque con su nombre. El documento del Pacto de Antequera se expondrá en el Museo de la Autonomía en la misma sala donde está la pizarra manual del Casino de la Exposición. “Es que la andaluza fue una autonomía hecha a mano”, dice Carmela. Como Las cosas del campo de Muñoz Rojas. “No sabes la de colegios que visitan ese museo y van a ver el documento que has entregado a la Junta”, le comenta el consejero Antonio Sanz, que fue ponente del nuevo Estatuto de Andalucía con Manuel Gracia, uno de los jefes de Carmela y consejero de Educación en el primer gobierno autonómico de Rafael Escuredo.
Cuando lo expongan en el Museo de la Autonomía, el Pacto de Antequera será tan popular como sus universales molletes.
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