Con un ojo en la moción

La corporación municipal y la homilía del Corpus en Sevilla

Los tres partidos aprueban en el barómetro del Corpus, los saludos entre los ediles y el público fueron constantes

Rajoy acapará los corrillos fuera del cortejo

El tradicional baile de los Seises

Las encuestas están de moda. Raro es la semana que no sale una publicada en algún medio de comunicación en clave nacional. La procesión del Corpus Christi es una de las más fiable en política municipal. Los tres partidos que asistieron aprobaron el barómetro anual. No es sencillo. Fueron muchos los saludos (no hubo ningún aplauso) entre los ediles y el público a lo largo del recorrido. El alcalde socialista no fue el único que recibió muestras de respeto por los asistentes de un paseo que estuvo algo desangelado hasta la Plaza de San Francisco. Le pasó al líder popular de la oposición y al portavoz de la formación naranja. Señal de que hicieron bien los deberes durante los últimos doce meses. El futuro del Gobierno del PP no pasó desapercibido. Ni mucho menos. La moción de censura estuvo en la cabeza de los concejales, que aprovecharon cualquier segundo para consultar los últimos acontecimientos.

La mayoría de los concejales tararearon la marcha 'Encarnación Coronada' en el Salvador

Los ediles se citaron en la Puerta de Palos antes de presenciar la misa en el altar del jubileo presidida por el arzobispo Juan José Asenjo y el tradicional baile de los seises ante la Custodia que labrara Juan de Arfe. Uno de los últimos en llegar fue Juan Espadas, que se bajó del coche oficial en la Plaza del Triunfo y, tras unos últimos retoques a su indumentaria, aceleró el paso para acceder a la Catedral. Hay pautas que empiezan a convertirse en tradición. Tercer año en el que no se realizó la procesión civil. Tenía lugar en los momentos previos a la celebración religiosa cuando el cortejo de la corporación municipal marchaba desde el andén del Ayuntamiento a la Catedral (y viceversa) a los sones del pasodoble No&Do interpretado por la banda municipal.

La comitiva se puso en la calle a la misma hora que Mariano Rajoy hablaba desde la tribuna del Congreso de los Diputados. En los corrillos no se hablaba de otra cosa. Muchas sillas vacías. Beltrán Pérez caminaba a la misma altura que Javier Millán, varios metros delante de Juan Espadas, que iba a la par con la primera teniente de alcalde, Carmen Castreño, y el delegado de Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera. El alcalde intercambió con ambos comentarios relajados en varios puntos del camino. El primero fue junto la fachada del hotel de lujo que abrirá al comienzo de la Avenida. A la altura de la portada que simboliza este año la fachada de la parroquia de los Dolores del Cerro una mujer comentó a sus acompañantes: "El alcalde es el del centro, y el que tiene a su lado es de fiestas que lo está haciendo fenomenal".

El cortejo entra en Sierpes. Fachada del Círculo Mercantil. Llama la atención el altar instalado en el número 65 de la calle por la Hermandad de Valme. "Sensacional". El comentario se repite entre los concejales. Algo similar ocurrió minutos después en el número 35 de Francos. Casa Rodríguez se alzó un año más con la victoria en la categoría de balcones. Hay mucho más público tras discurrir casi solos por Cerrajería. Antes llegaron a la Plaza del Salvador. La Escolanía Salesiana de María Auxiliadora interpreta motetes eucarísticos y cantos populares que son acompañados por los asistentes. Parón que supera los diez minutos. Algunos ediles se desesperan. Millán se acerca a Espadas y Cabrera.

"Entre todas las mujeres, entre todas las mujeres". Tararear la marcha Encarnación Coronada (que interpreta la compañía de honores mixta del Ejército que cierra el cortejo) mientras la Custodia se pierde por Villegas se está convirtiendo en una tradición. La novedad fue que la entonaron la mayoría de los ediles. El aplauso fervoroso y devocional del público se lo lleva la Legión durante todo el recorrido. "Hace un día de escándalo", le comenta Castreño a Espadas al final del Placentines.

Preguntado después de finalizar el recorrido, el alcalde destacó que "cada año vamos reorientando la procesión hacia lo que debe ser. Una muestra de recogimiento". Hizo referencia al aumento del número de escaparates, balcones y altares. Espadas se congratuló de la buena temperatura y el público fiel que acude todos los años a ver el Corpus. Su sensación fue compartida por monseñor Asenjo, que le dio las gracias por el apoyo del Consistorio para realizar la celebración religiosa. Espadas se quedó sin ver magnolias del Parque de María Luisa en la Custodia. La lluvia ha tenido la culpa. Una novedad para finalizar. Hubo una ofrenda de flores blancas y amarillas a los pies de la escultura de Juan Pablo II al cumplirse 25 años de su visita.

La visita de Juan Pablo II hace 25 años centra la homilía de Asenjo

El arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo, recordó ayer la visita de Juan Pablo II hace 25 años a la ciudad, por eso "honramos la memoria de este Papa santo, que tanto amo a Sevilla". El prelado hispalense comentó las dos homilías que ofreció en la Catedral y el campo de la Feria, señalando que "pidió a los sevillanos que no olvidemos nuestras mejores tradiciones, la intensa devoción eucarística que ha caracterizado siempre a nuestra Archidiócesis, de la que son buena prueba sus capillas sacramentales, sus ostensorios, custodias y vasos sagrados, los más hermoso de toda la cristiandad". El arzobispo nombró la figura de Miguel de Mañara: "Nos enseñó a ver en los pobres y en los enfermos el rostro doliente del Señor. Él nos insistió en la necesidad de asistir a los enfermos desde la cercanía y la inmediatez corporal, lavando, curando y besando sus llagas. Monseñor Asenjo sintetizo la visita de Juan Pablo II en un decálogo: "Ante al espeso silencio sobre Dios que impone la cultura actual, que quiere relegar lo religioso al olvido, entendiéndolo como una antigualla, el Papa nos pidió que no escondamos nuestro mejor tesoro, que seamos testigos del amor de Dios al mundo, amor que se manifiesta y se hace palpable en la Eucaristía. No tengamos miedo a mostrar el signo de la fe por excelencia que es este admirable misterio".

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