Obituario José María Sanz Pastor: Memorias de África en Sevilla

José María Sanz-Pastor, en una entrevista.
José María Sanz-Pastor, en una entrevista. / sevilla tV

Aunque José María Sanz Pastor (Lorca, Murcia, 1941-Madrid, 2025) fue embajador en destinos como Tanzania, Ruanda y Burundi, representante de España en Comores, Mauricio o Madagascar, este buen hombre en África, parafraseando el título de la novela de William Boyd, no tuvo que ejercer en ninguna de esas misiones tanta diplomacia como la que las circunstancias le obligaron a desarrollar cuando a finales de 1980, en el crepúsculo del Gobierno de Adolfo Suárez, llegó como gobernador civil de Sevilla. Antes lo había sido en las plazas de Cádiz y Alicante. De esta última lo despide el capitán general de la Región Militar de Valencia, Jaime Milans del Bosch, el único que un par de meses después secundó el fallido golpe de Estado perpetrado en el Congreso de los Diputados por el teniente coronel Tejero el 23 de febrero de 1981, en pleno traspaso de poderes de Suárez a Leopoldo Calvo-Sotelo.

Sanz Pastor cambia de Gobierno Civil y de Capitanía Militar. Sus oficinas y vivienda estaban en la misma Plaza de España donde tenía su despacho Pedro Merry Gordon, capitán general de la Región Militar Sur, como Milans del Bosch combatiente en la guerra civil. “Perico, buenas tardes. ¿Cómo está la cosa por ahí?”. Sonaba el teléfono rojo en Capitanía. Era el rey Juan Carlos I con los guardias civiles dentro del Congreso. Faltaban pocos minutos para las siete de la tarde, según el relato de aquellas horas fatídicas que firma Pepe Fernández con el título de ‘Nadie sabía nada’ en el libro ‘Crónica de un sueño’ (‘Memoria de la Transición Democrática’ en Sevilla).

A Merry Gordon lo relevaría el general Manuel Saavedra Palmeyro, “el hombre de Milans del Bosch en Sevilla”, según le confesaría el militar sedicente al propio Sanz Pastor en su despedida del Gobierno Civil de Alicante. A Saavedra Palmeyro le tocó el fallido intento de golpe de Estado viendo en el cine ‘Casablanca’, según el propio Pepe Fernández.

El protagonismo fundamental en aquellas horas de Sanz Pastor aparece en los recuerdos de algunos de los socialistas que la tarde de aquel lunes que pudo cambiar la historia de España se temían lo peor para el país y para ellos mismos. Cuando se produce el golpe que Javier Cercas noveló en su libro ‘Anatomía de un instante’, Rafael Escuredo, presidente de la Junta de Andalucía (todavía preautonómica), era uno de los diputados secuestrados en el Congreso. En la sede de la Junta sólo se encontraba Rafael Román, que se disponía a dar una rueda de prensa como nuevo consejero de Cultura. “Rodríguez de la Borbolla se había ido a guardar los archivos del partido y Antonio Ojeda creo que estaba con el que dicen que esa noche estaba alcoholizado, el teniente general Merry Gordon, y también con el delegado del Gobierno de la UCD, que había sido gobernador civil de Cádiz, el emérito diplomático Sanz Pastor, y con el general Esquivias”.

A Manuel del Valle, entonces presidente de la Diputación Provincial de Sevilla, le cogió el golpe buscando aguas subterráneas en el Peñón de Algámitas con ingenieros de la Corporación que presidía quien sería alcalde de Sevilla entre 1983 y 1991. Muchos de los que le acompañaban eran viejos socialistas de esos pueblos. “Lo primero que pensaron fue destruir los archivos del partido, desaparecer de sus casas, irse al monte”, contaba Manuel del Valle en la biografía escrita por Alicia Gutiérrez. Volvió a Sevilla y se fue a la sede regional del PSOE en la calle Infante don Carlos. Allí se reunió parte de la ejecutiva regional (Borbolla, Ojeda, Ángel López, Alfonso Lazo). “Alguien estuvo hablando con José María Sanz Pastor, gobernador civil de aquel momento”.

Como el maestro Juan Martínez del libro de Chaves Nogales, Sanz Pastor viajó por medio mundo pero estaba en Sevilla cuando pasó lo que pasó. Los periodistas que lo conocimos recordamos su aspecto de tipo duro y elegante, como se demostró en la negociación de una huelga de la hostelería en plena Semana Santa.

La polémica le salpicó cuando unas fotografías demostraron que se había construido una piscina en su despacho de la plaza de España. Pecadillos veniales para un servidor de la Patria que después de una brillante carrera diplomática volvió a sus orígenes y en 2010 dio el pregón de la Semana Santa de su Lorca natal. Sin huelga de hostelería.

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