La 'nueva normalidad' se impone en el inicio del curso escolar en Sevilla
El resumen de la vuelta al cole
Sólo cuatro incidencias se registraron en el regreso más complicado a las aulas sevillanas
Una maestra se negó a usar mascarilla y un colegio amaneció con la puerta sellada
Mascarillas, hidrogeles y accesos restringidos. La nueva normalidad se ha impuesto este jueves en el inicio de curso más complicado que han vivido los colegios de Sevilla, al menos, en el último medio siglo. Un arranque marcado por la pandemia del coronavirus que ha venido precedido por una polémica en la que sindicatos, padres y partidos políticos han expresado sus temores por que los centros de enseñanza se conviertan en lugares de transmisión del Covid-19. Lo cierto es que este primer día de clase ha destacado por la falta de incidencias graves.
Sólo dos colegios no han podido regresar a clase. Uno de ellos ha sido el CEIP El Llanete, en Morón de la Frontera, donde siete de sus 15 aulas (lo que afecta a 144 alumnos) han permanecido cerradas después de que un maestro diera positivo, lo que ha obligado a que nueve compañeros permanezcan en cuarentena preventiva hasta conocer los resultados de las PCR que se les practica. Hasta el 16 de septiembre, cuando la Consejería de Educación envíe los sustitutos, estos menores no podrán iniciar el curso escolar.
En otro colegio de Dos Hermanas sus alumnos tampoco han podido reencontrarse, aunque en esta ocasión se debe al retraso que sufren las obras de mejora que se acometen en él. Lo harán el próximo lunes 14.
La incidencia del día la ha protagonizado una maestra del CEIP Santa Clara, en la barriada sevillana del mismo nombre, que se ha negado a usar mascarilla –cuya utilización es obligatoria en los centros de enseñanza– al alegar razones médicas. La docente había prescindido de este material de protección frente al Covid en jornadas anteriores, antes del inicio de curso, por lo que los responsables del colegio la han mantenido trabajando, apartada, en una sala. Al no deponer su actitud, se han presentado agentes de la Policía Nacional adscrita a la Junta de Andalucía, que la han obligado a abandonar las dependencias educativas antes de la entrada de los niños. A esta profesional se le ha recodado que debe aportar un expediente médico, que luego será estudiado por los responsables sanitarios para comprobar que realmente se le puede conceder el permiso para prescindir de la mascarilla.
A este respecto, fuentes de la Delegación de Educación han indicado a Diario de Sevilla que en los últimos meses se han presentado 1.600 solicitudes por parte de maestros y profesores en las que informan de que son personas vulnerables para impartir clases este curso y en las actuales circunstancias. De este volumen, según siempre fuentes de Educación, “un gran número de ellas han sido denegadas al no reunir los requisitos para ser considerados trabajadores de riesgo”.
Además de en Santa Clara, la barriada de Los Pajaritos también ha registrado otra incidencia en el inicio de curso. El Colegio SAFA, un centro concertado, amaneció con la puerta sellada para impedir su entrada. Tras solventarse el incidente, las clases han podido comenzar con absoluta normalidad.
Estos han sido los principales problemas en una jornada donde imperó la nueva normalidad en la mayoría de los colegios sevillanos, en los que se han vivido estampas como las que han deparado este primer día de clase en el CEIP José María del Campo, en pleno corazón de Triana. Hasta allí ha acudido Lola Gutiérrez, una madre de dos hijos, de cuatro y seis años, que no quiere oír hablar “de otro confinamiento”. Esta sevillana vive el inicio de curso entre el temor y la ilusión, como la mayoría de los padres que llegan a este centro de enseñanza pública en plena pandemia de coronavirus.
Los hijos de Lola, como los 340 alumnos del colegio, han regresado al aula con un elemento que se hará inseparable de ellos durante meses: la mascarilla. Las hay de todo tipo y colores. Lola se ha gastado unos 30 euros en material de protección. Un gasto que viene a sumarse al habitual en esta época del año.
Esta madre se dirige a la puerta por donde entran los niños de Primaria. El centro ha habilitado tres accesos: para los de dicha etapa, para los de Infantil y para los de Educación Especial. Las familias han recibido las instrucciones en las reuniones que el equipo directivo ha mantenido con ellas los primeros días de septiembre.
Como aconsejan las instrucciones de la Junta, cada etapa educativa entrará a una hora distinta para evitar aglomeraciones. En los accesos hay señales pegadas en el suelo para que se mantenga la distancia de seguridad. Dos trabajadoras de la escuela se encargan de facilitar el gel hidroalcohólico. Al colegio sólo acceden los empleados y los niños. Nadie más. Ni prensa ni los políticos que acostumbran en esta jornada a visitar los centros para anunciar el inicio de curso. Hasta tal punto se ha cuidado esta restricción que el presidente andaluz, Juanma Moreno, les ha deseado un buen regreso al aula por videoconferencia. El que sí ha acudido a un colegio ha sido el alcalde Juan Espadas, que lo ha hecho en el CEIP Blas Infante, en el Distrito Macarena, aunque, eso sí, mucho antes de que llegaran los menores y sólo ha accedio hasta el vestíbulo.
Los directores se han convertido en figuras esenciales en la vuelta a las clases presenciales. Tal es el caso de Sonsoles Salazar, que desempeña esta función en el José María del Campo. El balance que ha hecho de la primera jornada ha sido positivo.“Las familias cumplen a la perfección las indicaciones que se les ha dado en el programa de acogida”, ha asegurado. El centro ha optado por crear seis grupos burbuja en Infantil, 12 en Primaria y uno en Educación Especial. Cada grupo corresponde a un aula. Esta organización ha sido posible al disponer de unas instalaciones de importantes dimensiones.
Los alumnos rozan sus codos tras medio año sin verse. “¡Cuánto has crecido, qué grande estás!”. Son las frases más oídas al arrancar el curso de la nueva normalidad.
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