El nómada de Sevilla Este que crea los efectos especiales del Circo del Sol
José Aguilera es jefe de automatización del espectáculo ‘Alegría-Bajo una nueva luz’ desde que entró en la compañía en 2019
El Circo del Sol reinventa en Sevilla 'Alegría', su clásico con más solera
A horas de la premier -celebrada el pasado miércoles, 2 de octubre- todo son nervios en el recinto del Circo del Sol. La carpa creativa, ese espacio donde los artistas entrenan, está más llena que nunca. No cabe un alfiler. El equipo de vestuario remata las últimas prendas, los acróbatas repasan piruetas y las bromas para templar los nervios se lanzan de un lado a otro. El elenco aguarda su turno para pasar a la carpa contigua, donde está el escenario y se están llevando a cabo los ensayos finales. Una puesta a punto para los acróbatas, pero también para ese equipo conformado por una treintena de profesionales que trabajan en la sombra. Los responsables de que todo salga bien sin que nadie se dé cuenta de que están ahí. Uno de ellos es el sevillano José Aguilera, jefe de automatización de Alegría-Bajo una nueva luz y uno de los creadores de este espectáculo que reinventa el original de 1994.
Que el escenario se desplace para que emerjan unas camas elásticas del suelo en las que desarrollar el impactante número conocido como power track o que una pareja de acróbatas ascienda -en el momento preciso- a más de 20 metros de altura durante el número de las correas aéreas es responsabilidad de Aguilera. Algo así como un creador de efectos especiales en directo. Un trabajo en el que garantizar la seguridad de los intérpretes se convierte en prioridad absoluta. Desde su oscura cabina -al final de la grada y justo enfrente del escenario- recibe las instrucciones de los regidores para que toda la maquinaria tecnológica -en forma de ordenadores, controladores y teclados- acate sus órdenes. Pura precisión y concentración.
Oriundo de Sevilla Este, su vida se cruzó con la magia del Circo del Sol en 2019. Pero hasta ese momento, este electrónico y técnico de sonido de profesión tuvo que emigrar –como otros jóvenes de su generación durante la crisis– con apenas 21 años. Aterrizó en Alemania sin saber decir una sola palabra del idioma de Immanuel Kant, Lutero o Albert Einstein. Fue allí, en Berlín, donde recibió la llamada del coloso canadiense. Esta mente inquieta con alma nómada no dudó ni un instante en mudarse a Montreal –donde se enclava el cuartel general de la compañía– para formar parte del diseño de la producción Alegría. Bajo una nueva luz desde el primer apunte.
Cuatro meses fue el tiempo que tardaron en crear un espectáculo que, durante la gira, ha sufrido modificaciones. Reconoce que muchos números no tenían el efecto esperado cuando eran llevados a escena o eran muy difíciles de ejecutar: “Como en la creación de una película, la idea original del director es una y el producto final es otro”. Reconoce que, a pesar de contar con el precedente de 1994, “esto es un show completamente nuevo”, indica el sevillano. No obstante, sí que hace hincapié en que el espectáculo rinde un sincero homenaje al espíritu del original. Ese que “marcó el devenir del circo moderno”.
Lo que no ha cambiado es la vida nómada que caracteriza a estos artistas. De hecho, considera que afrontar esta forma de vivir es “el mayor reto”. Por encima de cualquier otro desafío. Confiesa que, en sus 13 años de andadura, es la primera vez que trabaja en Sevilla. También indica que, a pesar de no sentir una estricta sensación de pertenencia, echa de menos muchas comodidades cotidianas. Estar con su familia y amigos en el bar La Cantina de la calle Feria, ir al mercado o llevar a su hija al mismo colegio cada mañana. “Las pequeñas cosas del día que pierdes cuando estás de gira”, apunta. Su mujer también forma parte del equipo del Circo del Sol y su hija, con tres años, ha tenido que ir a clases en Málaga, en Barcelona o en Japón. “Explicarle que, dentro de un tiempo, tendrá que empezar en una nueva escuela es más complejo de lo que parece”, apunta.
A pesar de todo, saca pecho por formar parte de la gran familia del Circo del Sol, porque considera que “empuja a sus trabajadores a encontrar las personas que quieren ser”. De hecho, considera un “verdadero orgullo” lo que para él ya es una forma de vida. Desplegar cada noche un espectáculo en cualquier lugar del mundo que provoca que el espectador sueñe, crea en lo imposible y vuele a otros universos por un rato. Esa es la verdadera magia que este sevillano guarda bajo llave.
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