“No ser, no querer ser, pisotear el yo”
Calle Rioja
Gervasio Iglesias y Gloria Gamito acuden a la Feria del Libro con sendos libros sobre Santa Ángela de la Cruz
Una zapatera que hace 149 años fundó las Hermanas de la Cruz en un corral de vecinos de la calle San Luis
"Ya no se puede hacer humor prácticamente de nada"
Esta Feria del Libro es la de los Jardines Murillo, la de la lluvia, la Feria de los Hermanos Machado, la de Trapiello, pero es también la Feria de Santa Ángela de la Cruz. Dos libros sobre esta zapatera prodigiosa, Ángela Guerrero, coinciden en este zoco de novedades literarias. El sábado Gloria Gamito firmó ejemplares de su obra Santa Ángela y la Sabiduría de la Cruz (CCS), que presentará el próximo 11 de noviembre, día literario donde los haya (aniversario de los nacimientos de Dostoievsky, Luis Martín Santos y Caballero Bonald). Ayer, en el Espacio Hermanos Machado, con padrinos tan ilustres como María Galiana y Antonio Dechent, además de la periodista Patricia Godino, el productor cinematográfico Gervasio Iglesias presentó el libro Ángela (El Paseo).
En El guardián entre el centeno, el protagonista de la novela de Salinger habla pestes de todos los gremios y oficios, con una salvedad: las dos monjitas con las que coincide en el autobús. El libro de Gervasio es la vida de Ángela de la Cruz novelada. El de Gloria Gamito, la biografía de una vida de novela de uno de los grandes personajes de la historia de la ciudad. El primero arranca con la muerte de la fundadora de la Compañía de las Hermanas de la Cruz el 2 de marzo de 1932. El segundo, con su nacimiento el 30 de enero de 1846. Ese año se aprueba la normativa de la Feria de Abril. Nace el año de una histórica doble boda de dos hermanas: Isabel II, que tiene 16 años, se casa con Francisco de Asís; la infanta María Luisa, con Antonio de Orleans, hijo del rey de Francia y aspirante a la corona española.
Ángela Guerrero, reclamo literario. Nace diez años después de Bécquer y tres décadas antes que los Machado. Una época que está en consonancia con la exposición que, comisariada por Alfonso Guerra y Eva Díaz Pérez, acaba de inaugurarse en la Fábrica de Artillería. El 2 de agosto de 1875, justo una semana después del nacimiento del autor de Campos de Castilla, se pone en marcha la compañía de Hermanas de la Cruz en un cuarto con derecho a cocina de un corral de vecinos de la calle San Luis. La Casa Madre está hoy en la calle que lleva el nombre de la fundadora. En la esquina con la calle Gerona, a un lado está el Palacio de las Dueñas donde nació Antonio Machado; al otro, la Iglesia de san Juan de la Palma donde se casa Manuel con Eulalia Cáceres. La visita a una hermana de ésta, Carmen, monja en Burgos, deparará la injusta dicotomía entre los hijos de Demófilo. Una monja en el destino. Dos, si contamos con la propia Eulalia, que al enviudar del mayor de los Machado se metió a religiosa en un convento de Barcelona.
Las fuentes bibliográficas
Los dos libros coinciden en muchas de las vicisitudes por las que pasó Ángela Guerrero porque comparten fuentes bibliográficas: los apuntes biográficos de la Hermana María del Salvador, José María Javierre y Manuel Ruiz Jurado; y junto a estas obras el Epistolario personal de Sor Ángela de la Cruz. Gervasio Iglesias cuenta que en una de las profundas crisis de la infanta María Luisa (el duque de Montpensier le afeaba que se acercara al convento), Ángela Guerrero le facilitó su correspondencia con el padre Torres Padilla, su primer director espiritual, cuando la monja atravesaba momentos de duda y de discernimiento.
Gloria Gamito lleva cuatro décadas escribiendo sobre Santa Ángela de la Cruz, desde que el 2 de agosto de 1982, cincuentenario de la fundación de la compañía, Nicolás Salas, entonces director del ABC, le encargó que hiciera un reportaje. Desde entonces, no se separaría profesional ni espiritualmente de la monja zapatera. En su bibliografía, junto a los libros, hay una cantidad ingente de reportajes, la mayoría firmados por ella, otros por compañeros entre los que figura Antonio de la Torre, que fue su esposo, el padre de sus hijas y compañero de oficio. Un nexo con otro Antonio de la Torre, el actor, intérprete de algunas de las películas que ha producido Gervasio Iglesias. En su caso, abundan los guiños cinematográficos en su obra Ángela.
El diálogo de Alfredo Valenzuela, nombre imaginario de un concejal que realmente existió, con su abuelo está inspirado en otro de Alberto Rodríguez y Rafael Cobos para su película El hombre de las mil caras; el actor Roberto Álamo, que trabaja en el debut cinematográfico de Paz Vega como directora, le descubrió la historia de “los niños de cristal”.
Cuando el carnicero Tacón le dice al concejal que “pareces de Burgos”, es un guiño a una frase de El mundo es nuestro, primera de las películas de la trilogía de Alfonso Sánchez. Antonio Muñoz, ex alcalde de Sevilla, y Mariam González le facilitaron datos sobre Manuel Jiménez Tirado, el concejal de la coalición republicano-socialista que participó con Blas Infante en la redacción del Estatuto Andaluz y, pese a sus convicciones de no creyente, propuso el 5 de marzo de 1932, tres días después de la muerte de Sor Ángela, un reconocimiento de la ciudad.
Entre Repúblicas
Pone en marcha la compañía unos meses después del final de la Primera República. Muere en el segundo año de la Segunda. El año 1932 en el que sólo salió la Estrella en la Semana Santa de Sevilla. El mismo mes de marzo en el que un panadero de la Macarena, José Díaz Ramos, que hoy comparte placa con ella en la calle San Luis, fue elegido secretario general del Partido Comunista de España en el Congreso que celebraron en Sevilla. Ese año se casa Rafael Alberti, de quien hoy se cumplen 25 años de su muerte, con María Teresa León. Amalia, un personaje de la novela de Gervasio, lee Sobre los ángeles, hermosa metáfora de estas obreras del alma que eran verdaderos serafines.
Ángela de la Cruz en la Feria del Libro, la de los Jardines de Murillo. Ángela escritora, en unos titulados Papeles de conciencia que escribió, animada por Torres Padilla, entre octubre de 1874 y febrero de 1878. Gloria Gamito y Gervasio Iglesias cuentan la sucesión de directores espirituales: Torres Padilla, canario de San Sebastián de la Gomera cuya beatificación está prevista para el 9 de noviembre; José Álvarez, gaditano de Jimena de la Frontera; y finalmente José Rodríguez Soto, que lo simultaneó con el capellán de los duques de Montpensier y tendió puentes entre Ángela Guerrero y la infanta María Luisa. Amén de Marcelo Spínola, párroco de san Lorenzo cuando llegan a la casa de la calle Hombre de Piedra, y ejerció de director espiritual interino.
La cruz, "mi país"
El concejal que centra la historia de Gervasio, viendo las colas de gente que acudían a despedir a la monja, dice que si le quitaran “la pátina de la religión” la apoyaría de forma inequívoca. La tesis de Gloria Gamito es que es esa pátina la que le da una fuerza tremenda para ser pobre con los pobres. Para dejar como testamento unas palabras tremendas: “No ser, no querer ser. Pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera”.
Un doble tributo a una zapatera que con tres compañeras (Josefa de la Peña, Juana Magadán y la Hermana Sacramento) fundaron una institución para atender a los más desfavorecidos. En 1877 fundaron sede en Utrera; en 1878, en Ayamonte; en 1880, en Carmona. Que superó todo tipo de adversidades, como ser rechazada como monja en el convento de Santa Teresa y en el de las Hijas de la Caridad; la monja que le pedía a Dios “reducirme a la nada” y que consideraba la cruz “mi país”, “fuera de la cruz somos extranjeras”.
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