La necesidad de una catarsis

Corpus 2015

La procesión del Corpus se hace larga, con un cortejo muy extenso, y tarda en pasar 2 horas y 40 minutos. El público se mantiene fiel, pese al calor.

Foto: Juan Carlos Vázquez
Foto: Juan Carlos Vázquez
Juan Parejo

05 de junio 2015 - 05:03

Más extensa, más lenta, muy lucida, pero muy tediosa. Que la procesión del Corpus necesita de una catarsis lo saben tanto las personas que forman parte del cortejo, como los que lo ven desde fuera, ya sea en alguna de las sillas que se instalan en el recorrido, o al encuentro por alguna de las calles. Es necesario repensar un modelo que agota a las personas que salen a verlo y deja en casa a otras que prefieren no salir por este motivo. El público se mantiene más o menos estable y resiste al calor, pero ver la procesión de punta a cabo supone ya casi tres horas. Si a primera hora hay menos público, al paso de la Custodia hay más personas porque la procesión se retroalimenta a sí misma. En los últimos años también ha habido que quitar muchas sillas porque no se ocupaban, como, por ejemplo, en la Plaza del Salvador.

El Corpus de 2015 llegó un año más con el triunfo arrollador de la víspera. El éxito de la procesión de Santa Teresa fue incontestable en una ciudad que se ha acostumbrado, por desgracia, a tragárselo todo. Ejemplos hay muchos y muy variados en las Semanas Santas recientes. Nadie duda que la intención de los frailes carmelitas del Santo Ángel era la mejor, pero el conjunto de las imágenes (Santa, Ángel y Ecce Homo), el paso (enorme, entre otras cosas), o la música elegida, cuanto menos, chirriaban.

Vencida la noche, el día del Corpus amaneció fresco, aunque sólo resultara un espejismo. A primera hora algunas de las personas que tuiteaban sobre #corpussevilla15 se quejaban de que ninguna televisión local emitiera en directo la procesión y en su lugar repitiera imágenes de la pasada Semana Santa.

Francos (o Franco como ponía en los tíquets de los silleros) es una de las mejores opciones para ver el Corpus sentado. Es una calle estrecha, con sombra, con buen público y muy bien engalanada que permite contemplar el cortejo a la perfección de principio a fin, aunque de lo uno a lo otro haya, nada más y nada menos, que dos horas y cuarenta minutos. A las 9:30, todavía no se intuyen los niños carráncanos de la Sacramental del Sagrario que abren la comitiva. Los turistas van y vienen. Se detienen a hacer fotos en Casa Rodríguez, que este año no se ha llevado el premio, aunque no siempre gana el mejor (que se lo digan a la Sed), mientras que algunos despistados ocupan algunas de las sillas de las que, minutos más tarde, son levantados por las personas que han comprado el asiento. Toda la escena es contemplada atentamente por un perro de cerámica que asoma en unos de los balcones de Cordonería Alba.

A las 9:40 asoma la cabeza del cortejo por la esquina de Velasco. La contemplación de esta primera parte, compuesta por las hermandades de gloria, suscita un debate: ¿Cómo se debe acompañar al Santísimo? ¿Con varas o con cirios? Hay hermandades que sacan a relucir toda su plata. Otras que combinan cirios para la mayoría de los hermanos, y varas para acompañar al estandarte corporativo. Hay quien sentencia que el estandarte siempre debe ir acompañado por varas. A las 10:00 llega el primero de los pasos: Santa Ángela de la Cruz. El capataz Alejandro Ollero, que acusa el calor, para las andas ante Casa Rodríguez. "Desde la Catedral hasta la Cuesta del Bacalao no hay nadie", señala alguien que llega desde esa zona.

Los hermanos de la Archicofradía de Jesús Nazareno, el Silencio, discurren con una elegancia innata. Por la forma de llevar el cirio les conoceréis. Las parejas bien marcadas y ningún gesto impropio o fuera de lugar. Transcurren otros 25 minutos, y decenas y decenas de cofrades, hasta que llega el paso de Santa Justa y Rufina. Un grupo de guiris ligeritas de ropa levantan los comentarios de más de uno mientras avanzan las mártires trianeras. Desde las sillas surten de agua a la comitiva de la Estrella. La mañana avanza lenta y el calor empieza a apretar. Son las 10:45. Un matrimonio habla de la próxima mudanza del Bazar Victoria al número 28 de Francos. Por allí precisamente asoma el paso de San Isidoro. Hasta este momento las hermandades con los cortejos más numerosos son la Estrella y San Benito. Músculo de barrio. El profesor Fernando Gabardón de la Banda aparece de pronto para advertir del altar montado por su hermano en la Librería San Pablo, en la calle Sierpes. "Tienes que ir a verlo".

El siguiente paso, el de San Leandro, el cuarto, llega a las 11:02. "Esto está cortito de público y hay menos sillas también", señala al plumilla un diputado mayor de gobierno que ya va en busca del desayuno después de completar la procesión con su hermandad del Martes Santo. La Hermandad Sacramental de la Esperanza de Triana luce uno de los cortejos más numerosos. Aunque suele ser extenso todos los años, se nota que el próximo día 29 hay elecciones en la calle Pureza y nadie ha querido faltar a la cita. Uno de los candidatos, Francisco Rivera Ordóñez, levanta algunos comentarios entre el público. El otro, Alfonso de Julios, que se presenta a la reelección, porta una de las fantásticas varas sacramentales. Cierra la fila la Sacramental del Salvador (Pasión), cuyo hermano mayor, Javier Criado, no pudo salir por encontrarse convaleciente de una reciente operación.

La Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, bajo la batuta de Francisco Javier Gutiérrez Juan, toca la marcha Gloria para San Fernando. Son las 11:28. El único que permanece a esa hora inalterable es el perro de porcelana. Es el momento de las otras representaciones. Aquí son prácticamente siempre los mismos. "José Joaquín Gallardo lleva saliendo casi los mismos años que Santa Justa y Rufina", bromea una persona del público al paso del presidente de los abogados.

Hay un corte tremendo entre los miembros del Consejo de Cofradías y el paso de la Inmaculada. Digna de destacar es la caña de plata que llevan los hermanos del Silencio para encender las velas del paso. Son las 11:40. En las fachadas se recortan los conopeos de las hermandades que radican en basílicas. Nutridísimas como cada año las filas del Gran Poder y la Macarena. La Sacramental del Sagrario porta el estandarte azul de las grandes ocasiones. Son las 11:55 y llega el Niño Jesús de Martínez Montañés. Han pasado ya dos horas y veinte minutos desde que se perdieron los carráncanos. Hay otro corte importante. A los lejos se ve venir el paso de la Santa Espina casi a paso mudá. El sol se cuela ya en los balcones superiores de Peyré, lo que obliga a sus moradores a protegerse con paraguas.

Las 12:03. Otro corte. Pasa el clero, la coral, los Seises, los maestrantes y el Cabildo. Llega la magnífica custodia de Arfe con su Divina Majestad. Rodillas a tierra. La banda del Ejército interpreta Santa Custodia. Hay aplausos desde los balcones para los soldados. El perro de Cordonería Alba permanece impertérrito. Son las 12:17. Él no ha sufrido las dos horas y 40 minutos de procesión. El resto sí, y desfila en busca del refrigerio.

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