Los narcos de la marihuana se reinventan
narcotráfico
En las últimas incautaciones de droga, la Policía ha encontrado focos de bajo consumo para evitar que las plantaciones se detecten con cámaras térmicas
En los últimos meses ha habido varias noticias relacionadas con el uso de drones para el trabajo policial. Varias policías locales de municipios de Sevilla, como Espartinas o Carmona, han incorporado aeronaves no tripuladas a sus equipamientos. Otros pueblos, como El Cuervo, ya contaban con una desde el principio de la pandemia. Y en Sevilla capital hay un movimiento para crear una unidad de drones y ya se realizó un vuelo experimental para control de masas durante la pasada Navidad. También la Policía Nacional ha creado una unidad de drones en la Jefatura, que da servicio a las cuatro provincias de Andalucía Occidental, y en la Guardia Civil existe el Grupo Pegaso, que se encarga del control de estos aparatos.
Una de las muchas funciones que tienen los drones dentro del trabajo policial es la detección de plantaciones de marihuana. Los cultivos de cannabis han proliferado mucho en los últimos años, de la mano de una fuerte demanda de esta droga en toda Europa. Toda la marihuana que se produce en el Viejo Continente está cultivada en España. Esto ha hecho que los clanes tradicionales que controlaban el tráfico de drogas duras como la cocaína y la heroína se hayan pasado también al negocio de la marihuana.
Viviendas, locales, garajes y naves industriales se utilizan a menudo para instalar plantaciones de interior, conocidas en el argot policial como indoor, cuyo producto es más demandado que las de exterior. Y también son más difíciles de localizar, ya que en una finca al aire libre bastaría con un vuelo de helicóptero para descubrirlas. En un piso es mucho más difícil.
Barrios como el Polígono Sur, Torreblanca o Su Eminencia se han convertido en invernaderos de cannabis, y rara es la semana que la Policía no descubre alguna plantación en estas zonas. A ello se le añade el problema de los enganches ilegales a la red, para abastecer a la plantación de la fuerte demanda de energía eléctrica que necesita para mantener una temperatura constante de entre 22 y 26 grados, ideal para el desarrollo de las plantas.
Este auge de la marihuana se puede acreditar con datos estadísticos. El cultivo está disparado en toda España, pero tiene en Sevilla una de las provincias más activas. De hecho, es la tercera demarcación del país con más cantidad marihuana aprehendida, según el último balance anual de la Estadística sobre drogas, elaborada por el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), entidad dependiente del Ministerio del Interior. El último informe disponible es el correspondiente al de 2019, y aún se está a la espera de conocer los datos de 2020.
Según esta estadística, sólo Barcelona y Madrid superan a Sevilla en intervenciones de marihuana. En Sevilla se decomisó casi el 9% del total de marihuana que se intervino en todo el país. En total, fueron 2,8 toneladas, mientras que por otra parte se requisaron más de 45.000 plantas. Sólo Barcelona, con 3,4 toneladas (el 10,5% del total de las incautaciones en España), y Madrid, con 3,1 (el 9,5% del total) están por encima de Sevilla. A la capital andaluza le sigue muy de cerca Málaga, con únicamente treinta kilos menos decomisados que Sevilla, lo que supuso un 8,5% del total nacional. Las aprehensiones de marihuana crecieron por encima del 30% entre 2018 y 2019 en la provincia sevillana.
Para potenciar esa lucha contra las plantaciones, entre otras cuestiones, la Policía ha empezado a equiparse con drones con cámaras térmicas. Estos aparatos permiten medir la temperatura que hay en el interior de una vivienda, que puede ser un indicador claro de que existe una plantación en su interior. Faltaría después un trabajo puramente policial de vigilancias y seguimientos para confirmar esas sospechas establecidas por el dron. Además, se han estrechado las relaciones con las compañías que suministran la luz y el agua, para medir los consumos, que también pueden ser indicadores claros de la existencia de cultivos ilegales en un domicilio.
Los narcotraficantes no son ajenos a estas innovaciones tecnológicas. Es más, suelen ir por delante de las Fuerzas de Seguridad, pues tienen más dinero y capacidad para comprar aparatos que una administración pública. El radar que la Policía intervino en una casa de la Línea de la Concepción, desde la que se vigilaban los movimientos de los embarcaciones de la Guardia Civil y el Servicio de Vigilancia Aduanera, es buen ejemplo de ello.
Pero no hay que irse a métodos tan sofisticados. En dos de las últimas operaciones contra el cultivo de marihuana, desarrolladas en la localidad de Aznalcázar y en el Polígono Sur de Sevilla, los guardias civiles y policías que participaron en ellas se llevaron una sorpresa. Los narcos habían instalado un sistema de iluminación que no emite calor. Se les conoce en el argot como focos electrogrow. Son lámparas de nueva creación de tipo led, con un consumo de electricidad muy bajo, similar al de una bombilla, según explicaron a este periódico fuentes de la lucha contra el narcotráfico. Este tipo de luces no desprenden calor ni tampoco calienta el inmueble en el que esté ubicada la plantación. Son indetectables por las cámaras térmicas.
Además, al no calentarse el indoor, tampoco es necesario instalar consolas de aire acondicionado para mantener una temperatura constante que favorezca el crecimiento de las plantas. Esto dificulta también la labor policial, pues al no haber máquinas de aire acondicionado tampoco hay ruidos que puedan oírse desde el exterior o que molesten a un vecino que, harto de no poder descansar, decida poner el asunto en conocimiento de la Policía.
Bastante más rudimentaria es otra técnica utilizada por los traficantes para disimular los cultivos. Están forrando los domicilios con paneles de plata. De esta manera también dificultan la detección por parte de cámaras térmicas y rayos infrarrojos. Otro de los adelantos implantados por los narcos es el riego por inundación. Esto provoca un menor gasto de agua, por lo que la compañía suministradora no aprecia un incremento especialmente importante. A veces se utiliza el agua que desprenden los aires acondicionados, aunque esto no es nuevo y ya lleva tiempo en marcha en la mayoría de las plantaciones.
A pesar de estas innovaciones, el goteo de intervenciones de marihuana no cesa por parte de las Fuerzas de Seguridad. Sin embargo, parece un trabajo insuficiente a juzgar por los problemas de convivencia que el cultivo indiscriminado de cannabis está provocando en determinados barrios de Sevilla. Los cortes de luz son cada día más frecuentes en zonas como el Polígono Sur, Torreblanca o Su Eminencia, donde sigue habiendo vecinos que pagan religiosamente sus facturas y han sufrido este invierno apagones que se han prolongado durante varios días.
En Torreblanca y el Polígono Sur ha habido ya sendas manifestaciones por este asunto. Los narcos son conscientes de que este tipo de actos provocan ruido y la atención mediática, y ello conlleva más presión policial. Lo mismo ocurre con los tiroteos, enfrentamientos entre clanes e incluso homicidios que se han registrado en los últimos años derivados del negocio de la marihuana. Ahí tienen otra buena razón para perfeccionar sus métodos, especializarse y causar menos molestias a los vecinos, que siguen esperando una gran redada y una mayor presencia policial que ponga fin a estas nuevas formas de narcotráfico.
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