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Una muralla romana del siglo I revela el antiguo cauce del río por Sierpes

Los vestigios aparecieron este miércoles al levantar el firme para soterrar los nuevos contenedores de basura.

Una muralla romana del siglo I revela el antiguo cauce del río por Sierpes
Carlos Navarro Antolín

25 de septiembre 2014 - 05:03

Un importante hallazgo en plena Campana. Los arqueólogos que realizan las catas previas al soterramiento de los contenedores de Lipasam se encontraron ayer con la agradable sorpresa de dar con una estructura de sillares romanos del siglo I que se corresponde muy probablemente a un dique, malecón, muelle o a la propia muralla de la ciudad que confirmaría que el cauce del Guadalquivir pasaba exactamente por el trazado de la actual calle Sierpes para, en épocas posteriores, ir desplazándose hacia la Plaza del Duque hasta llegar a la localización actual. Este muro también ofrece información fiable del límite de la ciudad. El río de entonces (El Baetis romano) era muy diferente al de hoy, un río muy mediterráneo y tan vivo como para ir paulatinamente desplazándose lateralmente en sentido Oeste hasta su ubicación actual, tal como se refleja en las investigaciones del profesor Francisco Borja.

Así lo explica Álvaro Jiménez, arqueólogo de la empresa Arqueópolis, que junto a Pablo Oliva, se encarga de las catas preceptivas en cada lugar del distrito Casco Antiguo donde está previsto el soterramiento de los contenedores de acuerdo con los planes del Ayuntamiento.

La estructura romana que han hallado Jiménez y Oliva presenta la singularidad de ser del conocido como hormigón romano (opus caementicium). Se trata de un tipo de material hecho de mortero y de piedras de todo tipo (de residuos, fundamentalmente) que tiene la apariencia del hormigón actual. La mezcla se hacía a pie de obra, alternando paladas de mortero con guijarros. Este hormigón tiene un revestimiento de sillares que es el que se encontró ayer a una profundidad de entre 2 y 4,5 metros.

La estructura romana está reaprovechada en el siglo X, en la Sevilla Califal. Jiménez considera que la estructura romana debió ser muy potente, tan es así que pervivió y fue reutilizada, sobre todo como estructura de defensa tra la invasión vikinga que sufrió la ciudad a mediados del siglo IX. El sitio y la entidad de los restos encontrados hacen de este hallazgo un vestigio "muy importante" que, en primera instancia, ofrece una conclusión clara: "Estamos ante la estructura de la Sevilla romana más al oeste de la ciudad, no olvidemos que el río estaba en Sierpes, que estamos refiriéndonos a una época en la que el puerto fluvial está en auge. Muy probablemente el modelo actual de división tradicional de separación entre Sevilla y Triana no existía, porque este río era de unas características muy distintas al de hoy. El Guadalquivir es un río vivo, que se ha movido". La datación en el siglo I se puede producir por los restos de relleno de cerámica posteriores de los que se tiene seguridad que son del siglo II.

La obra de soterramiento de los contenedores, adjudicada por el Ayuntamiento a la empresa Martín Casillas bajo la dirección de obra de Enrique Medina, se modifica levemente en el caso de la Campana para no afectar en ningún caso a los restos hallados. Ninguno de los sillares será destruido ni sufrirá por la instalación de los recipientes de recogida de basura.

Con motivo de este hallazdo, Jiménez recuerda las investigaciones del profesor Francisco Collantes, padre de la Arqueología sevillana, cuando en los años 50 de la pasada centuria ya descubrió unos muros de sillares entre la calle Orfila y la Campana.

En anteriores catas en otros lugares del centro donde se efectúan estas instalaciones, estos mismos arqueólogos han hallado restos, pero de mucho menor interés. En la Plaza de Pilatos han aparecido vestigios de los Caños de Carmona del siglo XVI, en otros casos han aparecido antiguas fachadas y cimientos que se corresponden con el plano de Olavide y, como curiosidad general, se puede afirmar que el trazado de muchas calles del centro la actualidad proceden del siglo XII. Es decir, el modelo del callejero se ha perpetuado en líneas generales durante 800 años.

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