Si el mundo fuera al revés
Calle Rioja
SI hubiera un denominador común en esta lírica a la intemperie sería el de los desertores del aula y los rigores lectivos, que prefieren escribir en esta tela de araña lo que no les sugiere el ostracismo del pupitre. Un ejemplo. "Como todos los días / el instituto es un fastidio / y me levanto muy temprano / para más de seis horas estar allí metido". Otro. Lo titula ¿Para qué estudiar?: "Martes, Lengua e Inglés, / si el mundo fuera al revés,/ Fútbol, Play y rascarme el ombligo,/ eso sí que es divertido".
Alguien dejó un poema de Mario Benedetti, que mete versos en una botella para que lleguen a la orilla de la playa en forma de "piedritas y socorros y alertas y caracoles". Versos de Fernando Ortiz a Carmen Laffón o los aerolitos que recitó Luis Eduardo Aute para homenajear a su amigo Carlos Edmundo de Ory.
Perfopoesía es voley-playa sin brasileñas. Un poeta escribe unos versos inspirados en Lao Tsé "y su poema nº 2 del Tao Te Ching". "Es una lista de la compra, tiene que estar por aquí, jolines", dice un escolar a dos cómplices de lecturas y risas. "La llamaba la araña ilustrada/ en vez de insectos/ de estos versos se alimentaba".
Rafael de Cózar viene de Londres a la Alameda a glosar a Miguel Hernández. Stendhal en el e-mail de uno. Empieza: "Acorralado en la esquina de la vendimia pusilánime del encierro propio". Y sigue: "Tubérculos indigestos enraizan en la fatalidad del pasado ahogando la realidad diáfana". Analogía de un Anónimo más tangible: "Esas faldas lewiskianas/ y esas manos con temblores". "Sobre una profesora de Filología Hispánica, antes becaria con aspiraciones".
Volarán los poemas y quedará la letra impresa en la piedra de la columna de Hércules: "Reinando en Castilla el católico y muy alto y poderoso rey don Felipe II..."
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