Las mujeres desbancan a los hombres en las carreras más exigentes de Sevilla
Universidad
Las alumnas se hacen con el 66% de las plazas de los grados con mayor nota de corte de la Olavide
En la Universidad de Sevilla copan más de la mitad de las matriculaciones
Las notas más altas las sacan ellas. Las mujeres copan en el sistema universitario público de Sevilla las carreras que exigen mayor puntuación. Se trata de una de las principales conclusiones tras acabar la primera fase de adjudicación de plazas y matriculación en las dos instituciones académicas de la capital andaluza: la Pablo de Olavide y la Hispalense. Las alumnas se han hecho con el 66% de los escasos puestos pertenecientes a los grados con mayor nota de corte de la UPO, mientras en la US copan más de la mitad de las matriculaciones.
Estos datos son aún provisionales. Los definitivos llegarán cuando acaben las siguientes fases de adjudicación, pero, por ahora, sirven para analizar el papel de liderazgo que cada vez ostenta más la mujer en la formación superior. Una situación que no es nueva, pero en la que gana protagonismo año tras año. Lo hace, además, en estudios en los que se requiere una nota de acceso (conseguida entre el expediente y la Selectividad) bastante alta. Por encima, incluso, del 12, por lo que las alumnas suponen mayoría dentro de la excelencia académica.
Vayamos por partes. En la Universidad Pablo de Olavide (UPO) las carreras con mayor nota de corte tras acabar la primera fase de adjudicación de plazas fueron Biotecnología, Relaciones Instituciones y Derecho (doble grado) y Derecho más Administración y Dirección de Empresas (doble grado bilingüe en Inglés). La primera de ella exige un 12,698 para matricularse; la segunda, un 12,489; y la tercera, un 12,231. Estas titulaciones se caracterizan por la escasa oferta de puestos que presentan, de ahí que se exija mucha calificación para estudiarlas.
Las tres en total suman 115 plazas. Pues bien, en la primera fase de adjudicación las solicitudes por parte de mujeres que contaban con nota suficiente para cursarlas a partir de septiembre sumaban 76, o lo que es lo mismo, el 66% de la oferta, un porcentaje mayoritario frente al de los hombres. Por grado, el de Biotecnología está compuesto por 60 puestos, de los que el 62% está asignado a mujeres, lo que en números redondos supone 37 plazas. En la doble titulación de Relaciones Internacionales y Derecho, dicho porcentaje es del 60% de una oferta muy reducida (15 puestos), lo que significa que las alumnas se han hecho con nueve. Por último, del top ten de las carreras de la UPO, la tercera es el doble grado bilingüe en Inglés de Derecho más Administración y Dirección de Empresas (ADE), que presenta la mayor presencia porcentual femenina, con un 77% de la oferta (constituida por 40 puestos), lo que equivale a 30 alumnas. Por tanto, el estudio más exigente de este podio (Biotecnología) es el que concentra más mujeres, signo inequívoco de la alta cualificación de las estudiantes en el ámbito universitario sevillano.
En cuanto a la US, la primera fase de adjudicación de plazas dio como resultado cuatro carreras que superan el 13 para poder estudiarlas. Se trata del doble grado de Física y Matemáticas (13,522), el de Biomedicina Básica y Experimental (13,42), el de Medicina (13,026) y el doble de Fisioterapia más Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (13,011). Excepto la titulación de Medicina (de la que la Universidad de Sevilla es un referente), que oferta 184 plazas, las otras tres presentan un reducido número de puestos para ser solicitados.
Una vez acabado el primer periodo de matriculación (que concluyó el viernes 19 de julio), se observa, en cuanto a la ocupación de vacantes por parte de mujeres, el protagonismo de éstas en aquellas titulaciones relacionadas directamente con la salud. Así, en el doble grado de Física y Matemáticas sólo hay dos alumnas frente a seis varones (la oferta la componen ocho puestos, lo que explica, en parte, que la nota de corte sea tan alta). Una relación bastante distinta a la registrada en las otras tres carreras que exigen más de un 13. Así, las 27 plazas de Biomedicina Básica y Experimental se reparten entre 16 mujeres y 11 hombres. En cuanto a la amplia oferta de Medicina, las mujeres superan en casi 80 a los varones (131 plazas frente a 53), mientras que en la doble titulación de Fisioterapia y Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (con sólo seis puestos), los alumnos vuelven a ser mayoría (cuatro hombres y dos mujeres).
Mayoría femenina en la Hispalense
En el cómputo global de las plazas que ya están ocupadas (5.324 según datos de la propia universidad), 2.950 son para alumnas y 2.374 para hombres, lo que demuestra que más de la mitad (el 55%) de los estudiantes con los que contará la Hispalense el próximo curso son mujeres. En la que más protagonismo adquieren, por peso numérico, es en en Educación Primaria, en la que ya hay matriculadas 262, el 75% de la oferta de esta carrera que tiene una gran aspiración funcionarial.
Le sigue Derecho, donde hay casi el doble de mujeres (214) que de hombres (119). El tercero por presencia de alumnas es Educación Infantil, con el 95% de la oferta ocupada por ellas (140 plazas frente a siete) y el cuarto es el mencionado de Medicina. El quinto es Administración y Dirección de Empresas, aunque aquí los hombres (148) ganan a las estudiantes (112). El último grado en el que las mujeres superan el centenar es el de Fundamentos de la Arquitectura, titulación en la que la presencia femenina acapara el 60% de las matrículas. Dejando a un margen las carreras con mayor nota de corte, se concluye que en las que las mujeres tienen mayor presencia siguen siendo las de letras. Medicina supone la principal excepción.
Si el análisis se realiza por facultades, se constata dicha situación perpetuada durante décadas, aunque también hay que incidir en que empiezan a observarse ciertos cambios. Así, la que mayor presencia femenina registra es la de Ciencias de la Educación, con 486 mujeres frente a 150 hombres, más del triple. Caso curioso es el de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, donde los varones continúan siendo mayoría, pero por una diferencia muy reducida respecto a las alumnas (292 frente a 276). Le sigue la de Derecho, donde las mujeres suponen casi el doble de hombres. En cuarto lugar, la de Filología, en la que los estudiantes sólo representan un 20% frente a las 218 alumnas que se han matriculado en sus aulas. Y en quinto lugar se encuentra la Facultad de Comunicación, donde se contabilizan 193 mujeres y 139 hombres.
Resulta también notoria la diferencia en la Facultad de Medicina (147 alumnas frente a 64 estudiantes), en la de Turismo y Finanzas (131 y 83) o en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura (111 y 75). Pero la presencia femenina sigue siendo aún bastante minoritaria en las ingenierías. Ahí están los ejemplos en la escuela de Ingeniería, sólo 135 mujeres (suponen menos de la mitad de los hombres); Ingeniería Agronómica (20 alumnas de 73 plazas); y la de Ingeniería de la Edificación (con 15 mujeres y 28 alumnos).
Responsables de ambas universidades han hecho hincapié años anteriores en que las mujeres llegan mejor preparadas que los chicos a la educación superior. Una excelencia que no sólo se demuestra en la Selectividad, sino en su trayectoria en la ESO y el Bachillerato. Sin embargo, a la hora de elegir carrera, siguen prevaleciendo ciertos estereotipos sociales, que vinculan a las jóvenes con los estudios relacionados con la preparación de las nuevas generaciones (Ciencias de la Educación) y con el cuidado (Medicina y Enfermería).
Escasa presencia en las ingenierías
Sin embargo, queda aún mucho por hacer para que las mujeres se sientan atraídas por las ingenierías. Una labor en la que las dos universidades llevan años empeñadas en concienciar a las más jóvenes y en las que resulta esencial el mensaje que transmitan los profesores de las especialidades que en estas escuelas técnicas se imparten.
Ahora bien, una cuestión es la preparación académica de quienes se titulan y otra bien distinta las oportunidades laborales que se les brinda una vez acabada la etapa universitaria, momento en el que se demuestra que la mujer no goza de las mismas condiciones de igualdad para ocupar determinados puestos de responsabilidad (el famoso techo de cristal) o, simplemente, para entrar en un mercado de trabajo cualificado.
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