Muere José Luis Garrido Bustamante, un periodista de época
Obituario
Vivió el paso de la galena a internet , fundó la RTVE en Andalucía, triunfó con el pregón de 1990 y fue un todoterreno de éxito
La reciente tertulia con su hijo, Antonio Garrido, siempre orgullo de su padre
La medalla de la ciudad, una justa concesión
La calle concedida en Salteras
Adiós a la voz de un periodista de época que nos contó como nadie los cambios sociales en todos los ámbitos, desde los de los propios medios de comunicación hasta los de la Semana Santa sin olvidar el mundo de los toros y, por supuesto, su fina capacidad de observación de la vida cotidiana. José Luis Garrido García-Bustamante (Sevilla, 1933-2024) ha estado al pie del cañón hasta el último día como ha quedado demostrado por sus publicaciones en las redes sociales. Ha escrito hasta el final porque nunca supo quedarse quieto. Criado en una casa de la calle Miguel del Cid junto a su hermana Loli y su hermano Rafael, que murió con solo 45 años. Supo siempre de las cruces de la vida y siempre salió adelante con una fe inquebrantable. Empezó con la radio de galena y fue uno de los fundadores de la RTVE en Andalucía, de ahí su condición de periodista de época. Sus inicios profesionales fueron en la redacción de RNE de calle San Pedro Mártir. Sus compañeros eran entonces Agustín Embuena, Antonio Gamito, Salvador Recio, Eduardo y José Ángel Bonachera Pombo, Manolo Barrios, Manuel Parejo...
En su vida todo ha estado relacionado con la radio. José Luis y la radio han sido una combinación perfecta. De hecho, en la radio conoció a su mujer, Ignacia María de Loyola Benito, Yoli, una sevillana de Heliópolis, circunstancia clave para que los niños nacieran béticos. Su hermana, Rosa Benito, era locutora en Radio Nacional de España, donde se encargaba de las famosas novelas. Un día hacía falta la voz de un niño. Rosa recurrió a su hermana. Y allí, por influencia del célebre Matías Prats, en los mismos estudios de RNE, se conocieron José Luis y Yoli. “Yo creo que esta niña es para tí, José Luis”, le dijo don Matías con esa voz que ha estado en el imaginario colectivo de generaciones de españoles. Los hijos de Garrido Bustamante recuerdan cuando Matías llamaba por teléfono a casa. Nunca tenían que preguntar aquel clásico: “¿De parte de quién?”.
Su vida ha sido siempre la familia, RNE –salvo una etapa en la Cope– y, por supuesto, la Hermandad del Calvario. “Yo soy todo del Calvario”, afirmó en el Pregón que pronunció en 1990. Un exitazo de Pregón. Ha fallecido con números muy bajos como hermano del Gran Poder y en la Redención, donde recaló cuando el canónigo de Hervás, don Eugenio Hernández Bastos, convocó a cofrades de prestigio y comprometidos para sacar adelante la hermandad, tan pujante décadas después porque fue entonces cuando se sentaron unas bases sólidas.
En su currículum figura su condición de fundador del centro territorial de la RTVE en Andalucía en la sede de la Avenida de la Palmera, donde se comenzó a hacer una suerte de televisión a la que llamaban “la radio en colores”. El informativo de aquellos tiempos se hacía en un verdadero cuchitril que se caracterizaba por un póster de Sevilla que hacía de fondo de pantalla. Se elaboraba en un formato de 16 milímetros, más propio del cine. Era normal ver a los periodistas con las cintas de las películas colgadas del cuello como si fueran una estola. Se miraban al trasluz para elegir la secuencia adecuada que se debía proyectar. También eran habituales los trípodes de madera, hoy inimaginables. Además de las noticias, Garrido Bustamente hizo un magacín vespertino con el título Calle Abierta.
Formó parte de los periodistas a los que tocó vivir la Transición en primera línea. Conoció la realidad de Madrid de su etapa de estudiante. Siempre fue ultraceloso de la libertad de prensa. Los escasos problemas interno que pudo tener fueron por el intervencionismo en el trabajo de los informadores. El 23-F le sorprendió en Sevilla. Un cámara y él se fueron a Madrid en coche sin saber, lógicamente, como se resolvería la asonada. A mitad de camino tuvieron conocimiento del fracaso del golpe y se volvieron a Sevilla.
Ha sido feliz viviendo en Salteras, localidad a la que se mudó en los años ochenta directamente desde la calle Teodosio. De Salteras ha sido Hijo Predilecto, Hijo Adoptivo y da nombre a una calle. El pasado mayo recibió la Medalla de Oro de la ciudad en una ceremonia inolvidable. Pudo dirigirse de nuevo a su público preferido: los sevillanos.
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