La misteriosa y cruel muerte de Gutierre de Cetina

El Rastro de la Historia

Gutierre de Cetina
Gutierre de Cetina
Silverio

15 de enero 2025 - 03:00

La vida del poeta sevillano Gutierre de Cetina está velada por el misterio. Para empezar, no se sabe exactamente cuando nació, aunque se especula que lo hizo en Sevilla entre 1514 y 1517. Incluso algunos atrasan el feliz acontecimiento a1520. Y para terminar, tampoco se conocen exactamente el lugar, la fecha exacta y las circunstancias de su muerte.

Aunque en la ciudad mexicana de Puebla de los Ángeles hay un azulejo que reza "A la memoria del poeta sevillano Gutierre de Cetina, quien nació a principios del siglo XVI. Fue herido de muerte en este lugar en el año de 1554", lo cierto es que hay indicios que el óbito sucedió en la Ciudad de México, entre 1554 y 1557. Si éste se debió a las graves cuchilladas recibidas en una reyerta en la Puebla de los Ángeles por un asunto de amores es algo sobre lo que también se debate.

Gutierre de Cetina nació en Sevilla a principios del Quinientos, uno de los momentos más brillantes de la historia de la ciudad, cuando era el principal emporio comercial de Europa gracias a las Indias y el vivero de una escuela humanista que sin duda le influyó de manera decisiva en su vocación poética, la cual conjugó con su condición de soldado del César Carlos y activo miembro de la administración imperial en Italia. De sus orígenes familiares, Francisco Pacheco, el suegro de Velázquez, afirma en su Libro de descripción de verdaderos retratos, ilustres y memorables Varones (1599) que era hijo de gente "poderosa y noble", aunque no pocos autores posteriores han señalado sus raíces conversas, argumentando que la casa familiar estaba en la collación de Santa María la Blanca (antigua judería de la ciudad) y que sus miembros se dedicaban al comercio y la recaudación de impuestos, oficios muy frecuentados por las personas con sangre hebrea.

Lo cierto es que Cetina se educó en un ambiente muy acomodado y con inquietudes culturales. Probablemente, asistiría a alguno de los tres grandes colegios de la Sevilla del Quinientos (Santa María de Jesús, Santo Tomás y San Miguel), participaría en las justas literarias organizadas por Baltasar del Río, obispo de Escala, y acudiría a la tertulia que el humanista Mal Lara, en la casa que tenía al final de la "alaguna", donde hoy se ubica la Alameda de Hércules. Pero lo que convirtió a Cetina en uno de los poetas petrarquistas más destacados de España fue, sin duda, su estancia en Italia (vanguardia literaria de Europa en aquellos tiempos) entre 1538 y 1548, donde se trató con lo más granado de los poetas del momento. Allí vivió, además, una activa vida como correo entre las autoridades imperiales en Italia y la corte española, y combatió como soldado en los numerosos conflictos de los Habsburgo de su tiempo. Como dice Pacheco, le era "tan agradable la caja de Marte como la vihuela de Apolo".

Tras una nueva estancia en Sevilla entre 1549 y 1552, en la que vivió principalmente en su heredad "de casas y viñas y tierras de pan llevar" de Alanís y se trató con los poetas y humanistas hispalenses, especialmente con Baltsar del Alcázar, marchó a México. Allí se encontraba su tío Diego López, quien llegó a ser Procurador General de la Nueva España. En este virreinato sería donde acontecería su muerte, sobre la que hay varias versiones. La primera y más piadosa es la que describe el propio Pacheco poniendo evidente sordina al asunto: "La invidiosa muerte le aguardó en México, al que anduvo vagando por tanto riesgos de mar i tierra (...) últimamente de su muerte hay diferentes opiniones, pero la más cierta es (¡oh, infelicidad humana!) que se acostó bueno y amaneció muerto, sin saber de qué ocasión, a los cuarenta años".

Sin embargo, gracias a la documentación del llamado Proceso de Puebla de los Ángeles, de la Audiencia de México, sabemos que Gutierre de Cetina, entre las diez y las once del 1 de abril de 1554, fue gravemente acuchillado en la cara y la cabeza por varios desconocidos mientras tañía la vihuela al fresco junto a su amigo Francisco de Peralta. De la gravedad de las heridas no cabe duda, como se indica en el documento judicial: "una cuchillada muy grande en la cara que le tomaba desde el canto de la oreja por lo alto de ella hasta la nariz por debajo del ojo" y otra "en la cabeza, de las cuales le corrían mucha sangre"

Aunque Cetina no murió en el acto, son muchos los que opinan que sí lo hizo a consecuencia de las heridas. Sea como fuere, lo cierto es que el poeta tuvo que pasar un auténtico calvario debido a la torpeza de los primeros cirujanos que lo trataron, como se desprende de la documentación del proceso. Al darlo por prácticamente muerto, los matasanos "no le curaron las heridas ni se las cosieron, más solamente ponerle estopas y huevos y atárselas con paños. Y otro día siguiente, visto el mal aparejo (...) trujo consigo un mancebo cirujano que le cosió la mitad de la herida del rostro y le sacó dos o tres huesos pequeños de ellos que estaban cortados y no cosió lo demás por causa de un hueso que estaba cortado y atravesado junto al ojo izquierdo, de manera que no pudo salir".

Lo cierto es que, "pese a que la herida era fiera", tras este segundo tratamiento el poeta y soldado experimentó una importante mejoría, pero es probable que, como indica Jesús Ponce Cárdenas, no terminase de curarse definitivamente y marchase a Ciudad de México para recibir mejores cuidados. Allí fallecería, no se sabe si por las heridas recibidas, entre 1554 y 1557.

Hay quien defiende que la agresión al petrarquista Cetina fue un error y que iba dirigida a su acompañante, Francisco de Peralta. Pero lo más probable es que se debiese a una cuestión de celos debido a que el poeta rondaba a doña Leonor de Osma, también amor de Hernando de Nava, quien sería el autor o inductor de las cuchilladas. Realidad o leyenda, lo cierto es que Guiterre de Cetina pasó a encarnar el ideal petrarquista y garcilasiano del poeta capaz de morir por amor, como demuestran estos versos que el también poeta sevillano Juan de Vadillo, escribiera en honor a Vandalio (su sobrenombre poético) poco después de su muerte:

Vandalio, si la palma de amadores

presumiste llevar -como has llevado-

amando más que cuantos han amado,

¿cómo podías morir, sino de amores?

Tu dulce muerte lloran los pastores

que por el patrio Betis traen ganado

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