La Mistela de Los Palacios se va a Alemania

calle rioja

Los tres goleadores 
de España están en el anuncio de la cerveza malagueña Victoria

7372389 2024-06-24
La Mistela de Los Palacios se va a Alemania

24 de junio 2024 - 09:48

Paco Palacios El Pali se murió en plena Eurocopa de Alemania de 1988 (21 de junio de ese año) y el municipio de Los Palacios es el Silicon Valley de esta Eurocopa de 2024. Serían tres los palaciegos de España en este torneo de no haber sido por la lesión de Gavi, que tiene edad para unos cuantos más. Han cogido su testigo de paisanaje Fabián Ruiz, que en la diplomacia del fútbol fue embajador en Nápoles y lo es en París, y Jesús Navas, el único superviviente de los que ganaron en 2010 el Mundial de Sudáfrica. También estuvo en tareas consulares en Mánchester antes de volver a sus orígenes y con la clasificación ya conseguida para octavos lo normal es que hoy juegue en Leipzig contra Albania.

Hay vidas que explican un mundo. En la biografía de Jesús Navas Un duende de leyenda (Samarcanda), el periodista Juan Manuel Ávila cuenta que el futbolista nace en Los Palacios el día que Ronald Reagan y Mijail Gorvachov oficializan en Ginebra el final de la Guerra Fría. Karla y Smiley, los agentes secretos que representaban a uno y otro hemisferio político en las novelas de John le Carré, se iban al paro. O eso parecía. Estados Unidos, pese a su protagonismo en el desembarco de Normandía, no se ganó el derecho a jugar la Eurocopa. Y Rusia, que la ganó en 1960 y la perdió cuatro años después con el gol de Marcelino a Yashin (ese día Luis de la Fuente cumplía tres años) ha sido expulsada de las instancias deportivas por los ataques a Ucrania, que todavía está viva en la competición.

Desde aquel final de la Guerra Fría que coincidió con el nacimiento de Jesús Navas han cambiado mucho las cosas. En la Eurocopa de 1988 sólo había un futbolista negro (el británico John Barnes); ahora hay medio centenar. Cómo han cambiado el fútbol y Europa. En esta competición hay dos ex repúblicas soviéticas, Ucrania y Georgia; las dos mitades de la antigua Checoslovaquia que fue finalista en el Mundial de Chile y ganó la Eurocopa de 1976, la del gol de Panenka, hoy presente con la República Checa y Eslovaquia; tres unidades políticas segregadas de la antigua Yugoslavia: Serbia, Croacia y Eslovenia, con heridas que todavía no han cicatrizado. Y tres países que pertenecieron al telón de acero: Rumanía, Polonia y Hungría, finalista del Mundial de Suiza 1954 contra Alemania. Si a estos diez países de la antigua Europa del Este se añaden Turquía y Albania suman doce selecciones en ese lado y otras doce en el Occidente clásico. Muchos siglos después, Roma y Bizancio. La guerra fría que acabó con la caída de Constantinopla.

España se ha clasificado para octavos con un simple anuncio de publicidad. Los autores de los tres goles de España a Croacia están en el quinteto que canta las virtudes de la malagueña cerveza Victoria. Una firma que en 2028, el año de la próxima Eurocopa, cumplirá su siglo de existencia. Tres arietes del lúpulo y la cebada: Morata, Fabián Ruiz y Carvajal. Qué ojo del publicista de una cerveza de la tierra del equipo malagueño que el sábado ascendió en la Tarraconense. Luis de la Fuente debería contratarlo como segundo entrenador. Les acompañan en el anuncio Rodri y el meta Unai Simón. Porque el cuarto gol lo anotó en propia puerta el futbolista del Bolonia Calafiori, que tiene nombre de exótica playa.

Jesús Navas y su biógrafo aparecían el jueves en el documental Los secretos de la Roja, con una vista excepcional de Los Palacios, la cuna de Joaquín Romero Murube, tantos años conservador del Alcázar, pregonero de la Semana Santa, coetáneo y anfitrión de los poetas de la generación del 27. El municipio famoso por la calidad de sus tomates y su Mistela flamenca, la localidad que en su noventa aniversario homenajeó a José Manuel Caballero Bonald. Navas es el único que sigue en la selección de los héroes de Johannesburgo. Tuvo una participación fundamental en el gol de Iniesta a Stekelenburg que trajo a España el Mundial de Fútbol el mismo año que Mario Vargas Llosa ganó el Nobel de Literatura.

El documental, de impecable factura, tenía un ramalazo de melancolía y pena negra que más parecía un reportaje del 11-S que de los que ganaron el primer Mundial de España. El reencuentro de Iniesta con Iker Casillas parece rodado en un tanatorio. Da la sensación de que los que menos disfrutaron con lo que consiguieron fueron los protagonistas. Es cierto que hay casos como los de Iniesta y el propio Jesús Navas de deportistas que tuvieron que luchar contra obstáculos mucho más serios que los que han tenido que superar en un campo de fútbol. En el caso de Navas, su viaje a Sudáfrica vino precedido de muchos viajes interiores. No extraña que su biógrafo sea uno de los autores que han participado en un libro colectivo por el centenario de Kafka coordinado por José Carlos Carmona, porque lo del futbolista de Los Palacios es realmente kakfiano, con todo lo que tiene de metamorfosis. Iniesta encontró en Japón un segundo Albacete. En el libro Un balón envenenado (antología de Poesía y Fútbol editada por Luis García Montero y Jesús García Sánchez), Benjamín Prado lo compara con Cervantes, “el Quijote y su gol contra Holanda en Sudáfrica son las mejores obras que ha dado este país”, escribe, después de decir que el gol de Maradona a Inglaterra era Neruda o Zidane “un García Lorca que esquivaba las balas”, metáfora con la que no estuvo muy afortunado el poeta de Las Rozas. Su poema se titula Iniesta y diez más.

Había tanta pena en el documental que más que el Mundial de 2010 parecía que hubieran ganado el del 98, pero no el de los dos goles de Zidane a Brasil sino por la generación a la que empezó a dolerle España por la pérdida de las colonias, esa selección impresionante que formaban Azorín, Unamuno, Baroja y Valle-Inclán. El novelista Juan Villoro escribió un relato en el que imagina al padre de Iniesta paseando por las calles de Fuentealbilla mientras se jugaba la final contra Holanda. Y cuando la gente estalla de felicidad sabe que algo ha hecho su hijo Andrés. Francisco Navas Delgado hubiera sentido algo parecido si sale a pasear por las calles de Los Palacios la tarde del 11 de julio de 2010. Algo había hecho su hijo. El contramaestre de aquel tiralíneas que acabó en gol. El partido lo vimos en el edificio Estadio de Ayamonte, construido sobre el antiguo campo de fútbol. El presidente de la comunidad dijo que si ganaba España habría baño nocturno en la piscina. Y Cayetano invitó a cubatas en el bar Estadio. Todos felices con La Roja.

Jesús Navas nace en Los Palacios el 21 de noviembre de 1985. Diez años y un día después de la muerte de Franco. El día que Reagan y Gorbachov ponen fin en Ginebra a la “cumbre de la chimenea” (Juan Manuel Ávila dixit). El año que Gordillo fichó por el Madrid. Si Navas juega hoy, los dos habrán jugado en Alemania su última Eurocopa. Aquel Mundial empezamos perdiendo contra Suiza el bloomsday. Rompimos el maleficio de Honduras y fueron cayendo Chile, Portugal, que perdió con España después de perder a Saramago, Paraguay, Alemania (gol de Puyol en nuestro aniversario de boda) y Holanda, que después de perder la final en tres Mundiales se cambió el nombre por el de Países Bajos.

stats