Misa del Gallo sin gallo en la calle Feria
calle rioja
Otro día histórico en esta iglesia del gótico mudéjar que fue construida en la segunda mitad del siglo XIII. Omnium Sanctórum ha vivido una serie ingente de vicisitudes: motines, hambrunas, epidemias, furia anticlerical. Pero también es el lugar donde bautizamos y casamos a nuestros hijos, donde despedimos a los seres queridos, donde descubrimos la noción de hermandad. Ocho siglos en pie te obligan a usar con ciertas reservas la palabra histórico. Pero ciertamente lo fue el 5 de marzo de 1977, la misma semana que el presidente Adolfo Suárez legalizó el Partido Comunista el Sábado Santo de ese año, cuando tuvo lugar el traslado a Ómnium Sanctórum de los titulares de la hermandad de los Javieres, que habían hecho su primera salida procesional desde la iglesia de los Jesuitas (el lugar donde casi medio siglo después podrían volver) el Martes Santo de 1957.
No fue menos histórico el 4 de abril de 2007, Miércoles Santo, primera salida procesional como hermandad de penitencia del Carmen Doloroso, esa asociación fundada por cofrades sevillanos que coincidieron haciendo la mili en San Fernando. El 12 de mayo de 2024 la iglesia de Ómnium Sanctórum se cerró por obras. Los pasos de los Javieres están en Santa Marina, sede parroquial del Resucitado; los del Carmen Doloroso, en los Terceros.
Con la iglesia cerrada y las obras recién iniciadas se produjo el cambio de párroco en Ómnium Sanctórum. Pedro Juan Álvarez Barrera, titular los últimos 23 años, fue nombrado rector de la Colegiata del Salvador. A Ómnium Sanctórum llegó un nuevo párroco, Ginés González de la Bandera. Desde el sur de la provincia, dos aduanas fundamentales para ir de Sevilla a Málaga, llegaron los cambios: la constructora MJD, de Osuna; y el nuevo sacerdote, de Estepa, pese a volver a la calle Feria donde su familia regentaba una popular corsetería.
La iglesia de Ómnium Sanctórum vuelve a abrir siete meses y medio después mañana, 24 de diciembre, a las 12 de la noche, para celebrar la Misa del Gallo. Un horario que en los últimos años se modificó tras la llegada de la pandemia del coronavirus. Como el nuevo párroco también lo ha sido nombrado de San Marcos, en esta iglesia dará la Misa del Gallo a las ocho de la tarde.
Habrá que encomendarse a Todos los Santos, pues todos son los titulares de la iglesia, la única de Sevilla que mantiene el nombre en latín, y de la hermandad Reina de Todos los Santos, la más antigua que comparte templo y parroquia con los Javieres y el Carmen Doloroso. La Virgen de Todos los Santos ha presidido mientras se han prolongado las obras la santa misa celebrada en la Casa Parroquial de la calle Arrayán, que fue inaugurada el 1 de noviembre de 2013 por el anterior arzobispo, Juan José Asenjo Pelegrina.
Será una Misa del Gallo sin gallo. El animal que simboliza las tres negaciones de San Pedro está en el paso del Señor de la Paz, una de las imágenes del Carmen Doloroso, obra del imaginero Francisco José Reyes Villadiego. La poderosa ave de corral que señaló con su quiquiriquí los temblores y dudas de Pedro está de vigilia obligada en la iglesia de los Terceros, junto al imponente paso de la Cena de la hermandad del mismo nombre.
La semana anterior terminó en un ambiente de frenesí. La fachada está completamente terminada, pero los andamios todavía eran visibles en la puerta lateral de la calle Peris Mencheta. La más antigua que se conserva, por donde acceden los fieles a los oficios del Jueves y Viernes Santo. El cura párroco dejó su bicicleta bajo los andamios, de donde fue movida por uno de los responsables de la obra.
Dentro, se preparaba todo para el convite. En la capilla de Ánimas de Todos los Santos estaban envueltos en plásticos todos los enseres del altar así como la lamparería de las velas. “Sólo falta limpiar y pintar”, decía el párroco, aunque también faltaba por abrillantar el suelo. Tres naves enormes y prácticamente desiertas: sin pasos, sin bancos. “Tienen que llegar del taller de carpintería, donde los han estado arreglando”.
Dentro había menos cosas que en un piso piloto, pero el párroco confía en los tiempos. “Es una obra que se está haciendo con cadencia, con tranquilidad y sin angustia”. A la Sacristía le hace falta una mano de pintura. “Podemos abrir sin Sacristía y sin dependencias. Si no nos podemos vestir en la Sacristía, ya buscaremos un lugar alternativo para vestirnos”.
Ha elegido esta fecha “porque la Nochebuena y la Navidad es el comienzo de la Salvación, el nacimiento de quien nos ha dejado un mensaje de servicio, de generosidad y de amor de algo que terminará en la cruz”. Es el cumpleaños de Jesús y también el del cura párroco, que nació el 25 de diciembre de 1975. Cumple 49 años, número múltiplo del número que más veces se repite en los Evangelios. “Es mi cumpleaños y el aniversario de la muerte de mi madre, que se fue un 25 de diciembre de 2018”.
No le arrienda las ganancias a nadie, ni cura ni seglar, a quien le envíen a un nuevo destino “con la iglesia cerrada y en mitad de las obras. No es la mejor experiencia. Sólo me queda aprender y rezar. He hecho muchas obras en mi vida, pero siempre desde el principio, no llegando a la mitad”. Va con su bicicleta de la Casa Parroquial de la calle Arrayán a la iglesia de San Marcos. Defiende con vehemencia la misa de las 12 de la noche. “Si la gente se rebela y quiere otra hora, tendré que claudicar”. En Estepa, donde estuvo de cura 17 años, después de un breve paso por Aguadulce, su sucesor también oficiará dos misas del Gallo: a las 8 de la tarde en San Sebastián; las 12 de la noche en Los Remedios.
Los tres hermanos mayores ya están informados de la reapertura de la iglesia en la Misa del Gallo de mañana: Joaquín de la Peña, de la Reina de Todos los Santos; José Antonio Oliert, de los Javieres; José María Ferrero, del Carmen Doloroso. Pese a que falten detalles de alguna de las fases, desde la archidiócesis han dado su beneplácito para la anhelada reapertura. Nace el Niño Dios y renace Ómnium Sanctórum a la hora en la que la iglesia celebrará la Pascua de la Resurrección. Ese Cristo que actualmente acoge al de Todas las Almas de los Javieres. Este niño nace en un belén donde hay una pizzería, una lavandería, un mercado, una panadería y media docena de bares que cuando los fríos empiecen a marcharse serán los peajes de los costaleros después de cada ensayo: Guadiana, Hércules, Quilombo.
Sergio se presenta como “el de la megafonía”. Ya lucen los sepulcros, vacíos, de los Guzmanes, esculturas yacentes atribuidas a Lorenzo Mercadante de Bretaña. La Misa del Gallo del año pasado la ofició Ginés en Estepa. Al cura rural de Bernanos lo han hecho urbano y está un poco como Paco Martínez Soria. La ciudad no es para él. De su querida Estepa le han mandado 600 kilos de mantecados que ha repartido entre los comedores sociales del barrio. Algunas bolsas las tenía todavía en una de las capillas, convertida en habitáculo de obra. El niño que va a nacer es muy pequeño, pero la iglesia sin bancos, sin pasos se ve enorme. Por exigencias del trabajo, han cambiado de sitio el confesionario. Hay pecados sutiles que ni se confiesan. Uno de ellos parece de albañilería: la fe sin obras sirve de poco. Un cura es un obrero de Dios. El párroco no lleva casco y le van a llamar la atención. Y tres Avemarías.
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